La sierra del Moncayo, tiene una extensión de 25 kilómetros
de largo por 8 kilómetros de ancho, siendo su máxima elevación con sus 2314
metros, el pico Moncayo o San Miguel, situado entre las provincias de Zaragoza
y Soria.
Con dos vertientes claramente diferenciadas, la cara Sur es
más soleada, contiene una representación de pinares, encinares, quejigos o
arces, que en las zonas altas dan paso a los sabinares rastreros con efedras y
cojines de monjas, que, sobre un suelo calizo erosionado por el agua a lo largo
de los siglos, a formando un sinfín de barrancos, simas o cuevas.
En contraste, la cara Norte es más húmeda y fría. Alberga
bosques húmedos, dispuestos en pisos altitudinales, en función de sus
requerimientos de humedad y temperatura, situándose en las zonas más bajas los
encinares, que dan paso a mayor altitud a rebollares y hayedos, enlazando en
las partes altas con frondosos pinares de pino silvestre, que a partir de los
1700 metros son formados de pino negro, siendo ambas especies fruto de una
repoblación, debido al pastoreo intensivo y al carboneo, que dejo desnudo una
importante parte del monte.
Desde el punto de vista geológico, el espacio está dominado por materiales silíceos (areniscas, lutitas, conglomerados) que constituyen el núcleo del macizo, si bien en las zonas periféricas aparecen materiales calcáreos (calizas y dolomías).
En la zona oriental del Parque Natural, se ubica el Cerro
Morrón o Muela del Col (1731 metros), que, en su cara Sur, ofrece una cantidad
de maravillas geológicas y arquitecturas naturales, que tiene su punto culmen,
en la cueva de los Pilares, también conocida como “Las Catedrales del Morrón”,
que es la opción elegida para ir con José y José Ángel, subiendo por el
barranco de Horcajuelo.
La idea era subir a la sierra de Guara o los Pirineos, como
Carlos no viene, para quitar tiempo de viaje, al final, les propongo irnos al
Moncayo, así que, me pasan a recoger y sobre las 9, llegamos a Añón de Moncayo,
donde atravesamos sus callejuelas para bajar a la vega del río
Huecha, que, cruzamos por un puente y seguimos por un camino de tierra, (es más
cómodo coger la pista que va de Alcalá de Moncayo), hasta alcanzar el aparcamiento
situado junto a las instalaciones de la Cabra Moncaina, (8 vehículos y 1
autobús).
Como es habitual a estas horas, no hay ni un alma, la mañana
es fresca y en la subida por el barranco de Horcajuelo, iremos todo el rato a la sombra. La idea era ir con las zapatillas de trail, pero, me entrar dudas, al final, decido calzar las botas de montaña, que las tengo sin estrenar, espero no arrepentirme.
Unos minutos más tarde, comenzamos la circular por un
camino asfaltado paralelos al cauce del río Huecha, observando como los rayos
de sol, empiezan a iluminar la parte alta de la Muela del Horcajuelo, que
secciona en dos el río, formando los barrancos de Horcajuelo y La Morana (sin
duda la joya de este Parque Natural), hasta que el sendero se bifurca en dos,
teniendo la posibilidad de ir por la margen izquierda, donde tocaría vadear el
río en algunas ocasiones o por la margen derecha, más directa.
Hoy, el río lleva más caudal del habitual, así que vamos a
seguir por la margen derecha, por un bonito sendero salpicado de carrascas y
acebos, que, desemboca de nuevo en el cauce del río, algo, que no me
convence, ya que deberíamos pasarlo en la confluencia de
barrancos, por lo cual, subimos un poco monte a través hasta conectar con el
sendero, por el que alcanzamos una pequeña planicie, desde la que observamos el
barranco de la Morana con lo que puede ser al fondo, el alto de los Almudejos y
justo al lado, unos bloques de cuarcita, que componen estos barrancos,
para acto seguido, comenzar el descenso hacia el barranco de Horcajuelo,
atravesando una corta pedrera que da paso a un bosquete, donde el sendero
traza cortas lazadas, hasta alcanzar el barranco de Horcajuelo, que cruzamos por las piedras.
Ahora, toca remontar los más de tres kilómetros que
componen el trazado por el barranco de Horcajuelo, que en su desembocadura
lleva algo de agua, por lo que vamos ganando desnivel caminando a la sombra, bajo las copas
de robles, carrascas y acebos, por lo
cual, apenas me detengo para hacer fotografías, ya que la luz no es buena y los
colegas, están poniendo un ritmo rápido, aunque de vez en cuando, paramos a disfrutar de las formaciones que tiene este barranco, cruzando a la margen derecha y continuando con la subida, hasta alcanzar un puntal, en el que
nos detenemos para observar parte de la canalización que se utilizaba, para transvasar el agua de este barranco al barranco de La Morana.
A pesar del fresco, venimos bastante calientes,
aprovechamos para quitar la capa intermedia, que hace rato que sobra, pero, por
no parar, hemos aguantado. Unos minutos más tarde, continuamos ascendiendo, a
medida que vamos ganando desnivel, el barranco va perdiendo caudal, al mismo
tiempo, que los árboles dan paso a una vegetación arbustiva que se entremezcla con la roca, cuya
formación más ilustre, ya se muestra enfrente nuestro, la Torre Morana, a la
que paso a paso, vamos acercándonos, aunque no llegaremos a su base, que se
puede coronar con una vía de escalada, que, cuando pega el sol, relumbran las
chapas de la vía original de acceso (IV+ largo
de 25 metros), que, está a la sombra, pero poco a poco, vemos como el sol va entrando en la parte superior del barranco, por lo que seguimos subiendo, atravesando el cauce, cuyas aguas resbalan por la cuarcita, hasta llegar a un recodo del barranco, donde no pega el viento, así que, paramos a echar un bocado.
Unos minutos más tarde, continuamos remontando el barranco completamente seco, algo habitual, ya que sus aguas en la cabecera se filtran,
quedando algunas pequeñas pozas residuales, mientras ya podemos ver, la muralla
caliza que defiende la cima del Cerro Morrón, que no atacaremos por su cara Norte,
sino por detrás, ya que antes queremos ir a la cueva de los Pilares, aunque de
momento, llegamos a los pastos que conforman la Hoya del Horcajuelo, donde al
sol, pasta una manada de caballos, habituados al ser humano, porque más de uno,
se acerca a visitarnos.
La verdad, que al sol, se está de maravilla. Ayer, en la
cima del Moncayo, había rachas de viento de más de 90 km/h, aquí, apenas sopla
una brisa, así que estamos un rato disfrutando de las vistas hacia el Alto de
los Almudejos con el collado de Bellido tras él, para acto seguido, continuar atravesando la hoya, avanzando por las trazas de un camino, hasta alcanzar la pista que
viene del collado de Bellido, donde vemos que han puesto cartelería nueva, así que,
continuamos monte a través, realizando alguna lazada para minimizar el
esfuerzo, echando de vez en cuando una mirada atrás, para observar el paisaje,
hasta alcanzar un collado, donde la panorámica se abre hacia la “cara oculta
del Moncayo”, en la que destaca, la Muela de Beratón y la cara más amable del Cerro
Morrón.
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Empezamos la circular, por un camino asfaltado, observando como el sol ilumina la Muela del Horcajuelo |
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Pegados a la margen derecha del río Huecha, entre un bosque de carrascas, robles |
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Y acebos |
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Por el que vamos dejando abajo el río |
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Hasta alcanzar una planicie, desde la que visualizamos el barranco de Morana, con el alto de los Almudejos de fondo |
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Para acto seguido, atravesar una pedrera, que da paso a un bosquete, por el que vadeamos el barranco de Horcajuelo |
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Donde a la sombra, remontamos sus casi tres kilómetros |
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Observando las formaciones de cuarcita que se forman en este barranco |
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Vadeando el cauce para seguir por la margen derecha, hasta alcanzar un puntal |
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En el que vemos parte de la acequia que se construyo, para trasvasar el agua al barranco de la Morana |
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A medida que vamos ganando desnivel, los árboles |
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Dan paso a una vegetación arbustiva, que se entremezcla con la roca, cuya máxima representación |
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Se muestra frente a nosotros, la Torre Morana, que cuenta con una vía de escalada (foto de archivo) |
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Que esta a la sombra, pero, poco a poco, el sol va entrando en la parte superior del barranco, por lo que aprovechamos para echar un bocado |
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Unos minutos más tarde, continuamos remontando el barranco, completamente seco, tan solo con algunas pozas residuales |
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Algo habitual en su cabecera, donde sus aguas se filtran, hasta alcanzar los pastos que conforman |
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La Hoya del Horcajuelo, donde al sol, pastan una manada de caballos con el alto de los Almudejos de fondo |
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Y la cara Norte del cerro Morrón, que atacaremos por la otra vertiente, por lo que avanzamos por las trazas de un camino |
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Cruzando la pista que viene del collado Bellido, donde vemos que han puesto cartelería nueva, por lo que seguimos monte a través |
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Hasta alcanzar un collado, donde las vistas se amplían hacia la "cara oculta del Moncayo", en la que destaca, la Muela de Beratón |
En el collado, subimos a un punto más elevado, para ver si las vistas se amplían, pero más o menos, son similares, por lo que bajamos, cogemos las mochilas y tras atravesar un portillo, iniciamos el descenso por una trocha marcada con algún hito, por la que enlazamos con un claro sendero, que inicia un largo flanqueo por la base de la cara Sur del cerro Morrón, compuesta por unas verticales paredes agujereadas como un queso Gruyer, en la que destaca la cueva del Sauco, a la que no nos acercamos, porque en mi cabeza empiezan a plantearse algunas alternativas para la vuelta, por lo que seguimos caminando por unos instantes a la sombra del pinar, que, en cuanto dejamos atrás, aprovechamos para echar un vistazo en rededor, pasando junto al inicio de una amplia canal, qué, intuimos será la que utilizaremos para subir al cerro Morrón, y un poco más adelante, localizamos la cueva de los Pilares, a la que accedemos realizando alguna lazada.
La cueva, tiene un desarrollo de ±95 metros, pero, su principal característica, son los tres grandes pilares que soportan su bóveda. La mejor forma de constatar sus dimensiones, es poniendo a una persona a su lado, así que pasamos un rato haciéndonos unas fotografías y jugando con los contraluces.
Como, no se nos ocurre mejor lugar para hacer un alto en el camino, echamos un bocado mientras José Ángel saca la bota de vino. Mira que yo,
no soy muy bebedor, pero tengo que reconocer que el vino en la bota, sabe
mejor y en el pueblo de mi padre, que se ubica justo al otro lado de la sierra del Tablao, la bota, el porrón y el botijo, no faltaban nunca, tres objetos simples, que hacen muy bien su función.
Veinte minutos más tarde, bajamos a la canal por el otro
portalón, que no es más que una amplia pedrera, sin sendero y con bastante pendiente, por la que avanzamos pegados a la roca, dando algún que otro resbalón, al mismo tiempo que vamos fijándonos en la parte superior, donde se bifurca en dos. Al llegar a la zona intermedia, trazamos una diagonal para tomar el ramal de la izquierda, donde, por una terraza salimos caminando a la parte superior de La Muela, desde la que disfrutamos de las vistas y observamos a vista de pájaro, de la verticalidad de la cara Sur del cerro Morrón.
De aquí a la cima, el sendero es inexistente, pero el
terreno es bastante cómodo, por lo que avanzamos monte a través, trazando una
diagonal hacia el noroeste, ya que el vértice geodésico se ubica en un extremo
del cerro, por lo que vamos ganando suavemente el centenar de metros que nos
queda, remontando una primera pala, para acto seguido, perder parte del
desnivel ganado y acometer la subida final, disfrutando de las vistas hacia la
sierra de la Virgen, las Peñas del Alba, las Peñas de Herrera y al fondo, la
sierra de la Nava Alta, hasta alcanzar la cima del Cerro Morrón, donde las
vistas se amplían hacia el cordal que une el collado de Bellido con el Moncayo,
aunque tan solo son visibles las dos primeras, el pico Lobera y el Morca.
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Tras atravesar un portillo, iniciamos el descenso por una trocha, hasta enlazar con un sendero |
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Que inicia un largo flanqueo por la cara Sur del cerro Morrón, compuesta por unas verticales paredes |
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Agujereadas como un queso Gruyer, en la que destaca la cueva del Sauco, a la que no nos acercamos |
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Por lo que seguimos caminando a la sombra del pinar, qué, en cuanto dejamos atrás |
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Aprovechamos para echar un vistazo en rededor |
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Donde destaca la Atalaya y el Alto del Rebollar |
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Pasando junto al inicio de una canal y un poco más adelante |
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Localizamos la cueva de los Pilares, a la que accedemos realizando alguna lazada |
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La cueva, tiene un desarrollo de ±95, pero su principal característica |
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Son los tres pilares que sostienen su bóveda, con los que nos fotografiamos |
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Y jugamos con los contraluces |
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Unos minutos más tarde, bajamos a la canal por el otro portalón |
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Una amplia pedrera sin sendero y con bastante pendiente, qué, remontamos por un lateral pegados a la roca |
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Hasta llegar a la zona intermedia, donde trazamos una diagonal, para posicionarnos en el ramal de la izquierda |
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Donde, por una terraza, salimos caminando a la parte superior de La Muela |
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Desde la que disfrutamos de las vistas y de la verticalidad de la cara Sur del cerro Morrón |
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De aquí a la cima, el sendero es inexistente, pero el terreno es cómodo, por lo que avanzamos monte a través |
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Con unas buenas vistas hacia la sierra de la Virgen, las Peñas del Alba |
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Las Peñas de Herrera y al fondo, la sierra de la Nava Alta |
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Hasta alcanzar la cima del cerro Morrón, donde se amplían hacia el cordal que une el collado de Bellido con el Moncayo |
Como en la cima sopla algo de viento, preferimos comer más abajo. Aprovechando la amplia panorámica que tenemos hacia Añón de Moncayo, les explico las opciones que tenemos para bajar, en un principio, el track que descargue, lo hace por el camino que baja paralelo al barranco de Horcajuelo, luego, tenemos la posibilidad de ir hasta el collado de la Estaca y bajar por el barranco de Los Moros o la más “complicada”, ir hasta las Peñas de Herrera para subir a la más emblemática, la Peña del Camino, que tiene un paso de II+/III- (PD), con la complejidad añadida, de tener que inventarme un enlace, que, seguramente será monte a través, ya que en los mapas sale un camino, que no existe.
Al final, deciden ir a las Peñas de Herrera y matar dos pájaros de un tiro (en este caso tres), por lo que iniciamos el descenso bordeando los cortados, hasta que la barrera natural rompe, haciendo un giro de 90º, para bajar la ladera sin sendero, trazando de vez en cuando alguna lazada y buscando las zonas más cómodas, hasta enlazar con la pista que viene del collado de Bellido, por la que seguimos pasando por el collado de la Estaca, en la que nos encontramos con un grupo de jóvenes, que han subido por el barranco de los Moros y quieren bajar por las Peñas de Herrera.
Por ser factible lo es, nosotros lo queremos hacer, pero, dependerá de la pericia de cada uno y del conocimiento del lugar, que ellos, no tienen. Nos despedimos y les dejamos descansando, para continuar caminando por la Vereda de Castilla, ya con el Alto del Picarrón a la vista, aunque, como solo queremos subir a la Peña del Camino, vamos a evitarnos la última subida, así que, al llegar al collado de las Neveras, tomamos el sendero que bordea las Peñas de Herrera (Castillos de Herrera), por el que avanzamos inicialmente por un terreno de falso llano, siguiendo las marcas blancas y rojas del GR.90.1, que tras pasar un repecho, inicia un suave descenso, por el que avanzamos a buen ritmo, hasta posicionarnos a la altura de la Peña del Camino, donde abandonamos el sendero y subimos lo más directo posible hasta la base, accediendo por una terraza al paso equipado.
José, tiene dudas, así que me pongo delante para ir enseñándole los pasos y José Ángel cierra el grupo. Para ir más cómodos, dejamos las mochilas e iniciamos el ascenso, subiendo por las rocas (está equipado con sirga), accediendo a la grieta donde un bloque tumbado, deja el paso a su mínima expresión, por lo que avanzamos con cuidado asiéndonos a la cuerda, alargando la zancada para superar la chimenea de la cueva que hay en la entrada, hasta alcanzar el paso vertical, en el que aprovecho los nudos de la cuerda y los agarres naturales, para acceder a la parte superior de la Peña del Castillo, a la que llegan el resto con más o menos solvencia, para continuar caminando hasta alcanzar el punto más elevado, desde el que disfrutamos del resto de las Peñas de Herrera, la cara Oculta del Moncayo, el cerro Morrón o el cordal que une el pico Lobera con el Moncayo.
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Para la vuelta, podemos bajar por el camino (izquierda), por el barranco de Los Moros (centro) o por las Peñas de Herrera (derecha) |
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Opción está última por la que nos decantamos, así que iniciamos el descenso, bordeando los acantilados |
º |
Hasta que la barrera natural rompe, haciendo un giro de 90º, para bajar por la ladera sin sendero |
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Trazando alguna lazada y buscando las zonas más limpias de vegetación |
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Hasta enlazar con la pista que viene del collado de Bellido, por la que avanzamos |
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Pasando por el collado de La Estaca |
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Con el Alto del Picarrón a la vista, aunque, como solo vamos a subir a la Peña de Camino, al llegar al collado de las Neveras |
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Dejamos la pista, para coger el sendero que bordea las Peñas de Herrera |
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Tomando de referencia las marcas blancas y rojas del GR.90.1, hasta llegar a la altura de la Peña del Camino |
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Donde abandonamos el camino, para subir monte a través, lo más directos posible |
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Accediendo a una terraza, por la que llegamos al paso equipado, en el que dejamos las mochilas |
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E iniciamos el ascenso, subiendo por las rocas (esta equipado con sirga) |
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Accediendo a la grieta, por la que avanzamos asiéndonos a la cuerda |
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Hasta alcanzar el paso de II+III, equipado con cuerda y con buenas presas naturales, accediendo a la parte superior |
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Donde seguimos caminando hasta alcanzar el punto más elevado, desde el que observamos el resto de las Peñas de Herrera |
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El Alto del Picarrón, el cerro Morrón |
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Y el cordal que une el pico Lobera con el Moncayo |
Es hora de comer, pero lo haremos al sol protegidos del viento, así que destrepamos con cuidado y mientras los compañeros terminan la faena, me introduzco en la cueva, para hacer una fotografía del Cerrón Morrón. Después, recogemos todo e iniciamos el descenso hasta enlazar con el sendero de los “Castillos de Herrera”, por el que seguimos bajando observando el tajo que forma al otro lado el barranco de los Moros, en el que dudo, si tirarnos ladera abajo, para evitar el tramo de monte a través que nos espera más tarde, hasta alcanzar el collado que hay entre la Peña del Camino y la de Enmedio, donde se está muy bien, por lo que decidimos para a comer el bocadillo acompañado de unos buenos tragos de vino.
Miramos el reloj y vamos bien de tiempo, tenemos unas tres horas de luz, pero, queda el tramo más “peliagudo”, por lo cual, recogemos todo para seguir con el descenso, caminando por el sendero que ofrece unas buenas vistas, mientras traza alguna lazada, pasando junto al desvío hacia la fuente de Valdeherrera, cuyo sendero ha sido comido por la vegetación, por lo que seguimos bajando hasta alcanzar el collado de Valdelinares, una encrucijada, donde el sendero de la derecha baja a Talamantes por el barranco de Valdeherrera, por lo que tomamos el de la izquierda, que un poco más adelante, enlaza con una pista, justo en el límite del Parque Natural.
Aquí, sobre el mapa, debería salir un camino que bajase al corral de Valdelinares, pero, las veces que he estado, jamás lo he visto. Ahora, las variantes, son algo desconocidas para mí, intuyo, que si seguimos por la pista principal acabaríamos en el camino de Talamantes, la vuelta es larga, así que lo “menos malo”, debería ser atravesar varias barranqueras sin agua, para subir a lo alto, en el punto donde rompe la muralla entre la Peña Gotera y el Alto de Litero.
Dicho y hecho, continuamos caminando por una pista que sube hacia unos corrales, la pista da mucha vuelta y muere ahí, por lo cual, al llegar a la altura del barranco de Valdelinares, la abandonamos, para bajar por el cauce del barranco monte a través, buscando las zonas de paso con menos vegetación, aunque de momento se va bien, hasta alcanzar el cauce de una barranquera, donde la vegetación está más crecida.
La barrera natural son apenas unos metros, pero, se complica, lo intentamos por un lado, luego por otro y a la tercera, logramos encontrar un hueco entre la vegetación, donde pisándola un poco, apartándola con las manos, además de algún que otro arañazo en las piernas, logramos pasar al otro lado, por lo que continuamos caminando, rodeando la loma en la que se sitúa el corral de Valdelinares, evitando perder el desnivel que más tarde deberemos ganar, llegando a la ladera del Litero, que remontamos trazando alguna lazada, alcanzando el punto más elevado, desde el que divisamos la otra vertiente y donde se aclara el panorama, ya que más o menos a un kilómetro de donde estamos, vemos el camino por el que discurre la Vereda de Ambel a Purujosa, en la que se sitúan un grupo de parideras, que nos servirán de referencia para el descenso.
Con las ideas más claras, iniciamos el descenso por la loma revestida de roca y vegetación arbustiva, con una pendiente moderada, que se baja bastante bien, sobre todo si lo comparamos con la subida, amenizada con unas estupendas vistas del macizo del Moncayo, que, a estas alturas del año, no tiene una pizca de nieve, donde, a medida que vamos perdiendo desnivel, la pendiente disminuye, hasta convertirse en una zona de falso llano, por la que avanzamos a buen ritmo, contentos, de dejar atrás este terreno tan poco “agraciado” para el caminante, hasta llegar a la altura del barranco de Los Moros, donde buscamos el paso, realizando un sube y baja, para alcanzar la vereda de Ambel a Purujosa, a la altura de la Paridera de Letosa, donde paramos para decidir el siguiente paso.
Mirando el track cargado, estamos cerca de enlazar con la circular, tendríamos que remontamos por pista el barranco de Los Moros y coger un camino que sube a una loma, pero aquí, no nos entendemos, ya que a mis compis les da por echar mano de la tecnología y el GoogleMaps, traza un recorrido a la inversa, mucho más largo (±5.5 kilómetros). El principal problema, es que si bien, el que indico es más corto, tocará subir un poco y además, el camino da mucha vuelta, pero, les explico que una vez arriba, hay un sendero que baja justo al aparcamiento.
Como están un poco cansados de ir monte a través, prefieren la opción larga, yo, les entiendo, así que no hay más discusión, por lo que seguimos bajando por la pista, hasta alcanzar un cruce de caminos, donde tomamos el ramal de la izquierda, por el que discurren los itinerarios de bicicleta 3-5, por el que avanzamos a buen ritmo, entre un bosque de carrascas, disfrutando en los tramos a cielo abierto, de la imagen del Moncayo, mientras en los cielos, los buitres sobrevuelan nuestras cabezas, enlazando tras casi tres kilómetros, con el camino del Monte Bajo que viene de Alcalá de Moncayo, por el que avanzamos con los últimos rayos de sol iluminando las Peñas de Herrera, con la vista puesta en la Muela de Horcajuelo, a la que paso a paso vamos acercándonos, sin perder un ojo al Moncayo, que despuntan tras el monte La Mata.
Cerca de la seis de la tarde, llegamos al aparcamiento de la Cabra Moncaina, que, está igual que esta mañana, sin un alma, finalizando está bonita circular, en la que hemos enlazado cuatro enclaves de gran belleza, como el barranco de Horcajuelo, la Cueva de los Pilares, el Cerro Morrón y las Peñas de Herrera. Antes de marcha a casa, echamos un trago de vino con unos turrones que saca José, nos cambiamos el calzado, que se ha portado muy bien después de 24 kilómetros y 1200 metros de desnivel y vuelta a casa, con la idea en mi cabeza de repetir la circular, pero tirándome ladera abajo hacia el barranco de Los Moros, que me he quedado con la duda, de si sería mejor o peor opción.
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Después, destrepamos con cuidado y mientras terminan |
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Me introduzco en la cueva, para hacer una fotografía, para acto seguido |
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Iniciar el descenso, hasta enlazar con el sendero de los "Castillos de Herrera", parando en el collado a comer |
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Aunque vamos bien de tiempo, queda el tramo más "peliagudo", así que seguimos bajando, pasando por el desvío a la fuente de Valdeherrera |
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Hasta alcanzar el collado de Valdelinares, una encrucijada, donde tomamos el ramal de la izquierda |
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Que desemboca en una pista, a la altura de los límites del Parque Natural, por la que caminamos un poco, para bajar monte a través |
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Por el barranco de Valdelinares, buscando las zonas de paso con menos vegetación, que se cierra al llegar a la altura de una barranquera |
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Y tras varios intentos, logramos pasar al otro lado, bordeando una loma y remontando la ladera del Litero |
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Donde el panorama se aclara, por lo que iniciamos el descenso monte a través, por una ladera revestida de piedras y vegetación arbustiva |
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Tomando de referencia un grupo de parideras, hasta enlazar con la vereda de Ambel a Purujosa, a la altura de la paridera de Letosa |
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En este lugar, tenemos dos opciones, una corta pero con desnivel y otra larga pero llana, que es la que elegimos, para seguir bajando por ella |
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Hasta llegar a un cruce, donde tomamos el ramal de la izquierda, por el que discurren los recorridos de bicicleta 5-3 |
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Donde avanzamos por un bosque de carrascas |
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Disfrutando de los tramos a cielo abierto |
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De la imagen del macizo del Moncayo |
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Mientras en los cielos, los buitres sobrevuelan nuestras cabezas |
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Enlazando casi tres kilómetros más tarde, con el camino del Monte Bajo, que, viene de Alcalá de Moncayo |
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Por el que avanzamos con los últimos rayos de sol iluminando las Peñas de Herrera |
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Con la vista puesta en la Muela de Horcajuelo, a la que paso a paso, vamos acercándonos |
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Sin perder un ojo al Moncayo, que despunta tras el monte La Mata, finalizando la circular |