El Parque natural del Moncayo con una extensión de 11.144 hectáreas,
ofrece dos
vertientes claramente diferenciadas, la cara Sur es más soleada,
contiene una representación de pinares, encinares, quejigos o arces,
que en las zonas altas dan paso a los sabinares rastreros con efedras
y cojines de monjas, que sobre un suelo calizo erosionado por el
agua a lo largo de los siglos, a formando un sinfín de barrancos,
simas o cuevas.
En
contraste, la cara Norte es más húmeda y fría. Alberga bosques
húmedos, dispuestos en pisos altitudinales, en función de
sus requerimientos de humedad y temperatura, situándose en las
zonas más bajas los encinares, que dan paso a mayor altitud a
rebollares y hayedos, enlazando en las partes altas con frondosos
pinares de pino silvestre, que a partir de los 1.700 metros son
formados de pino negro,siendo ambas especies fruto de una
repoblación, debido al pastoreo intensivo y al carboneo. que dejo
desnudo una importante parte del monte.
Para
disfrutar de esta gran variedad de bosques que ofrece el Parque
Natural y de paso de los colores del otoño, hoy nos juntamos de
nuevo las familias para realizar un recorrido circular de 8
kilómetros, aprovechando varios de los senderos
balizados, que discurren entre los 1.066 metros de Agramonte y los
1.389 metros del hayedo de Peña Roya.
Como
este fin de semana es puente, salimos un poco antes de lo habitual. Hacemos la parada obligatoria en Borja para comprar el pan, pastas y echamos un café. Después,
nos ponemos de nuevo en marcha hasta alcanzar el amplio aparcamiento
de Agramonte, que se encuentra bastante concurrido.
Sobre
las 12:00 de la mañana, comenzamos a caminar, retrocedemos unos
metros por la pista de acceso al santuario, hasta conectar con el
inicio del sendero botánico AG2 que va hasta la fuente de la Teja,
donde dejamos la pista para coger a mano derecha una pasarela de
madera que nos permite cruzar un pequeño arroyo que desemboca en el
barranco de Valdemilanos, para continuar en suave ascenso por un
bonito sendero que nos adentra en un espectacular rebollar o melojar
(Quercus pyrenaica), también conocido como roble negro, que tienen la
peculiaridad de que sus hojas caducas se mantienen secas en las ramas, hasta que florecen las nuevas en primavera.
Siguiendo
el sendero, caminamos plácidamente por este mágico bosque, donde
los esbeltos troncos que llegan hasta los 20 metros de altura, apenas
dejan pasar la luz del sol, lo que me permite jugar con la cámara,
haciendo unos bonitos contraluces, mientras los chicos se fijan en
los pelillos que tienen las hojas, en tanto poco a poco, los rebollos
se van entremezclando con los fresnos, brezos y abedules.
Cuando apenas hemos recorrido medio kilómetro, el sendero se bifurca en dos. Aquí dejamos para la vuelta el tramo circular del sendero botánico y seguimos todo recto hasta salir a la pista de acceso al Santuario, que cruzamos para continuar por el sendero que en suave ascenso nos lleva hasta el inicio de la segunda circular, en el que tenemos la opción de ir a la fuente de la Teja o subir hacia el collado de Castilla.
Aunque se puede hacer en ambos sentidos, nosotros preferimos hacerlo en sentido de las agujas del reloj, ya que de está forma si bien la subida es más larga, es menos tendida, así que en este punto cogemos el ramal de la izquierda, por el que cruzamos un arroyo por una pequeña pasarela de madera que nos adentra en el espectacular hayedo de Peña Roya, por el que avanzamos por un sendero tapizado de hojas, en el que nos vamos deteniendo para disfrutar de las múltiples tonalidades que nos ofrecen las hayas, hasta que casi sin darnos cuenta llegamos al área recreativa de la Fuente de la Teja, que apenas lleva un hilo de agua.
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Junto al área recreativa de Agramonte, comenzamos a caminar retrocediendo unos metros por la pista |
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Hasta el inicio del sendero botánico AG2, donde cruzamos por una pasarela un arroyo |
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Para continuar en suave ascenso por un bonito sendero, que nos adentra en un espectacular rebollar |
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En el que los altivos rebollos o melojos, apenas dejan pasar la luz del sol |
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Cuando alcanzamos el medio kilómetro, llegamos a una bifurcación, donde seguimos rectos |
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Saliendo a la pista del santuario, que cruzamos, para continuar disfrutando de los colores del otoño |
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Por el sendero que en suave ascenso, nos lleva hasta el inicio de la segunda circular |
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Donde cogemos el ramal que va hacia la fuente de la Teja, cruzando un arroyo por una pasarela de madera |
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Que nos adentra en el hayedo de Peña Roya, por el que avanzamos por un sendero tapizado de hojas |
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En el que nos vamos deteniendo, para disfrutar de las múltiples tonalidades, que ofrecen las hayas |
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Hasta que casi sin darnos cuenta, llegamos al área recreativa de la Fuente de la Teja |
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En la que apenas cae un hilo de agua, formando un bucólico rincón |
Permanecemos
unos minutos junto a la fuente disfrutando del entorno, después, continuamos por un bonito sendero por el que avanzamos dirección
Sur/Este, en un ligero ascenso casi imperceptible para las piernas,
paralelos a la pista de acceso al Santuario, donde el ruido de
los vehículos que circulan por ella es amortiguado por el movimiento
de las ramas y algunos arroyos que cruzan el sendero, que alimentan
la fuente de los Tres Caños situada a pie de pista, que observamos
como de está si, manan tres buenos chorros, en los que aprovechamos
para echar un trago.
Sin
pausa pero sin prisa, regresamos al sendero por el que caminamos deteniéndonos de vez en cuando, para disfrutar de los colores
cromáticos que presentan las hayas en está estación, donde la
humedad se hace más latente por la frondosidad del bosque y a un
arroyo que cruzamos por una pequeña pasarela de madera, alcanzando
un cruce de senderos a la altura del refugio de la Paridera, donde
enlazamos con el GR.90 que viene desde el collado Bellido.
Si
bien podríamos seguir por el GR. que va por la pista, nosotros preferimos continuar de forma más directa hacia la fuente
del Sacristán, así que en este punto tomamos el sendero que dirección Sur/Oeste nos mete de lleno en el hayedo del Peña Roya, donde la
pendiente se acentúa aunque sabemos a ciencia cierta que apenas
serán 200 metros, así que nos lo tomamos con calma, realizando
pequeñas paradas para que los pequeños y no tan “pequeños”
vayan descansando, aprovechando para disfrutar de este
bosque de cuento de hadas, en el que la luz apenas entra entre las
frondosas copas de los árboles.
A medida que vamos ganando desnivel, la luz va ganando la batalla a la oscuridad, tras subir por una escalera salimos a la pista de acceso al Santuario, por la que caminamos unos metros observando el horizonte hasta llegar a la fuente del Sacristán, en la que ayer estuve haciendo una circular con Carlos, donde hacemos una parada para echar un trago, comer algo, hacer unas fotos y de paso que los chic@s jueguen un rato.
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Permanecemos unos minutos en la fuente, después continuamos por un bonito sendero |
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Dirección Sur/Este, paralelos a la pista de acceso al Santuario, donde el ruido de los coches |
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Es amortiguado por el movimiento de las ramas y algunos arroyos |
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Que alimentan la fuente de los Tres Caños, situada al pie de la pista, a la que bajamos para beber |
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Sin pausa pero sin prisa, regresamos al sendero principal |
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Por el que caminamos deteniéndonos de vez en cuando |
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Para disfrutar de los colores cromáticos que nos ofrecen las hayas en está estación |
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Donde la humedad se hace más latente por la frondosidad del bosque |
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Y aun arroyo que lo atraviesa, que cruzamos por una pequeña pasarela de madera |
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Unos metros más adelante, llegamos a un cruce de senderos, donde enlazamos con el GR.90.1 |
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Aunque podríamos seguir por la pista, en este punto tomamos el sendero que dirección Suroeste |
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Nos mete de lleno en el hayedo de Peña Roya, en el que aprovechamos para disfrutar de este bosque de hadas |
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En el que a medida que subimos, la luz va ganando la batalla a la oscuridad. Tras subir una escalera |
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Salimos a la pista de acceso al Santuario, por la que caminamos observando el horizonte |
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Hasta llegar a la fuente del Sacristán, en la que hacemos un descanso |
Tras
el descanso, bajamos hasta la pista de
acceso al Santuario por la que caminamos durante medio kilómetro,
ahora siguiendo el recorrido del Parque Natural “S1 Hayedo de Peña
Roya", mientras otros prefieren hacerlo como las cabras por
la ladera, hasta alcanzar el pequeño aparcamiento con capacidad para
6 vehículos, donde abandonamos la pista para continuar dirección
Norte/Oeste por una amplia pista de tierra cerrada al tráfico
rodado, por la que transitamos por medio del hayedo de Peña Roya, en el que las hayas se entremezclan con el serbal de cazadores.
En
suave ascenso, poco a poco vamos avanzando alucinando con el
colorido que nos ofrece el bosque, que este otoño hemos cogido en su
máximo apogeo, donde para que los chicos se vayan entreteniendo,
vamos recolectando los frutos del haya, los hayucos, que son unas
semillas tipo piñón que antiguamente se utilizaban para extraer de
ellos harina y aceite, siendo un alimento ideal para el engorde de
los animales debido a su alto contenido en proteínas, por lo cual
algunos bosques de hayas de la Europa central se plantaron durante
la Edad Media para tal efecto.
Nosotros, nos conformamos con comer algunos mientras avanzamos por la pista, fijándonos en las marcas blancas y amarillas que hay pintadas en los troncos de las hayas y en las rocas, hasta que observamos en el horizonte la silueta de la loma que une las dos cimas de la Peña Negrilla, punto en el que llegamos al sendero que sube desde Agramonte al collado de Castilla, donde decidimos parar a comer.
Con
energías renovadas, nos ponemos en marcha, cogemos el sendero a mano
derecha marcado en la entrada con un hito, por el que con cuidado nos
adentramos en el hayedo de Peña Roya, ya que a la fuerte pendiente inicial se le unen la humedad
y la alfombra de hojas que cubre el sendero, por el que nos vamos
guiando tomando de referencia los hitos que encontramos a lo
largo de la bajada, pasando al lado de dos viejas carboneras, en las que
rebuscamos el tan preciado carbón vegetal, que suponía el sustento
de muchas familias que vivían en esta zona del Moncayo, que junto
con el mineral que se depositaba en las ferrerías proveniente de
las minas de hierros de Añón y Calcena, se utilizaba como
combustible.
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Tras la pausa, regresamos a la pista por la que caminamos siguiendo el recorrido "S1 Hayedo de Peña Roya" |
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Mientras otros prefieren hacerlo como las cabras por la ladera |
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Hasta alcanzar el aparcamiento, donde abandonamos la pista para continuar dirección Noroeste |
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Por una amplia pista de tierra cerrada al tráfico, por la que transitamos por medio del hayedo |
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Donde las hayas se entremezclan con el serbal de cazadores |
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En suave ascenso, poco a poco vamos avanzando |
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Alucinando con el colorido que nos ofrece el bosque, tomando de referencia las marcas |
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Blancas y amarillas, hasta que observamos en el horizonte la silueta de la loma que une las cimas de Peña Negrilla |
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Punto en el que abandonamos la pista, para tomar en sentido descendente, el sendero que va de Agramonte al collado de Castilla |
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Marcado con hitos que hay colocados a lo largo de la bajada |
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Pasando al lado de dos viejas carboneras |
A
medida que vamos perdiendo desnivel la pendiente se va suavizando,
las hayas, comienzan a entremezclarse con los rebollos formando un
denso bosque que no deja pasar la luz del sol, que junto con la
humedad, hace que el sendero este embarrado en algunos puntos,
teniendo que caminar sobre las piedras para evitar mancharnos de
barro.
Siguiendo
el sendero, atravesamos una pequeña explanada en el bosque, unos
metros más abajo cuando el Gps marca el kilómetro 7, alcanzamos la
pasarela de madera en la que hace un par de horas iniciamos la
segunda circular de la jornada, cerrándola, para descender por el
sendero hasta salir a la pista de acceso al Santuario, que cruzamos y una vez al otro lado, seguimos rectos hasta el cruce de senderos de la circular AG2.
En esta ocasión, cogemos el sendero que dirección Norte/Oeste nos lleva
paralelos a la pista, por medio de un espectacular abedular,
fácilmente reconocible por la corteza de color blanquecino, que en
esta zona tiene la peculiaridad de que echa la hoja tarde, ya en
verano, porque es una especie boreal típica que quedo aquí
refugiada al retirarse los hielos de la última glaciación y
que debido su alto valor científico, están protegidos en el Moncayo.
Poco a poco la circular va llegando a su fin, así que nos dedicamos a realizar algunas fotografías jugando con el entorno, cruzando por una pasarela
de madera el brazo de un arroyo seco, para casi a continuación realizar un giro a la
derecha, donde el sendero da paso a un amplio camino de tierra en el que los pinos se apoderan del entorno, alcanzando tras algo menos de 5 horas el aparcamiento de Agramonte (3 horas en movimiento), cerrando está segunda circular y por consiguiente este pequeño pero extraordinario recorrido, que nos ha permitido disfrutar en el otoño, de la gran variedad de especies vegetales que ofrece el Parque Natural.
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A medida que vamos perdiendo desnivel, la pendiente se suavizando |
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Las hayas comienzan a entremezclarse |
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Con los rebollos, creando un denso bosque que apenas dejan pasar la luz del sol |
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Que junto con la humedad, hace que el sendero este embarrado, teniendo que caminar por las piedras |
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Siguiendo el sendero, atravesamos una pequeña explanada |
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Por la que alcanzamos la pasarela, en la que cerramos la circular |
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Ahora, bajamos por el sendero, hasta salir a la pista de acceso al Santuario, que cruzamos para continuar |
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Hasta alcanzar la intersección del sendero botánico AG2 |
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Donde dirección Noroeste continuamos paralelos a la pista, atravesando un espectacular abedular |
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En el que aprovechamos que se acerca el final, para hacer fotografías jugando con el entorno |
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Cruzando por una pasarela de madera el brazo seco de un arroyo. Tras un giro a la derecha, el sendero da paso |
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A un amplio camino por el que llegamos al aparcamiento, cerrando la circular y finalizando el recorrido |