miércoles, 14 de septiembre de 2022

Integral al Cañón del Río Lobos en BTT, desde el área recreativa de la Fuente Engómez


El Parque Natural del Cañón del Río Lobos, se ubica en la comunidad autónoma de Castilla y León. Fue declarado Parque Natural, en 1985, siendo uno de los primeros Espacios Naturales Protegidos de Castilla y León, que también está catalogado como ZEPA (Zona Especial Protección para las Aves) y ZEC (Zona de Especial Conservación).

Morfológicamente, se trata de un profundo tajo excavado en las calizas mesozoicas del cauce fluvial, que ha dejado a la vista, enormes paredones de varias decenas de metros, fruto de una doble erosión: la debida al desgaste propio del río y la debida a la disolución de la roca por el agua, hundiéndose el lecho al ceder las grutas, que previamente había excavado el agua.

Toda el área es un inmenso karst, con cuevas, simas y sumideros. El sistema de aguas subterráneas y acuíferos, es muy completo, en torno al cual, se ha formado en el cauce un bosque de ribera, donde encontramos chopos, sauces, avellanos, abedules y vegetación acuática, como nenúfares, lentejuelas o eneas, que contrastan, con otras especies que habitan en el páramo, como la emblemática sabina albar, que convive con el pino laricio, enebro o la gayuba.

El cañón, con sus paredes, repisas y oquedades, constituye un singular refugio para las aves, brindándoles cobijo y zonas adecuadas para anidar, entre las que destacan: el buitre común o leonado (Gyps fulvus), símbolo del Parque Natural, aunque la lista de especies es mucho más extensa, como las águilas: real, culebrera o calzada; halcón peregrino, alimoche … y aves nocturnas como el búho real o la lechuza.

Cuenta con una superficie de 12.238 hectáreas y recorre más de 25 kilómetros, entre las provincias de Soria (Santa María de las Hoyas, San Leonardo de Yagüe, Casarejos, Herrera de Soria, Espeja de San Marcelino, Nafría de Ucero y Ucero) y Burgos (Hontoria del Pinar), que hoy voy a recorrer en su totalidad, regresando por el GR.86.


 

Para el segundo día en tierras sorianas, me acerco al Cañón del río Lobos, para hacer una actividad, que hace tiempo que tenía en mente. Al cañón, se puede acceder desde tres puntos: Hontoria del Pinar (Burgos), el Puente de los Siete Ojos o desde las inmediaciones de Ucero (Soria), que es la que utilizo habitualmente, aunque en vez de dejarlo en los aparcamientos de pago (4 €), dejo la furgoneta en el área recreativa de la Fuente Engómez, deteniéndome un momento en el bucólico rincón, que conforma el nacedero del río Ucero.

A pesar de estar en verano, la mañana es fresca, me pongo el cortavientos y comienzo a pedalear, siguiendo la senda del río, que va cambiando de vez en cuando, de una margen a otra del río Lobos, por unos bloques de roca, en los que me toca “descabalgar”, hasta alcanzar la Poza del Valdecea, rodeada de juncos y cubierta de nenúfares, en cuyas aguas permanentes, habitan un sinfín de especies, donde según indica un cartel, se puede ver el Escorpión Acuático (Nepa rubra), que sinceramente, desconocía su existencia, para acto seguido, continuar avanzando por la margen derecha, que desemboca en el el área recreativa de Valdecea.

En este lugar, se puede seguir por pista o por sendero, aquí, elijo ir por el sendero para más tarde, regresar por la pista, así que, cruzo de nuevo el cauce del río por unos bloques, para incorporarme a un amplio sendero, por el que rápidamente accedo a la pradera, en la que se ubica la ermita de San Bartolomé, construida en el primer cuarto del siglo XIII, cuando el estilo románico daba paso al gótico, que está vinculada a la Orden de los Caballeros del Temple, aunque no existe ningún testimonio salvo el error, de ubicar equivocadamente la encomienda templaria de San Juan de Otero, en el lugar donde se sitúa la ermita de San Bartolomé.

El tema de los Templarios, siempre me ha atraído, he leído infinidad de libros y por fechas, bien podría ser, lo que sí que es cierto, es el que paraje trasmite y más a estas horas de la mañana, donde no hay ni un alma. Más tarde, será otro cantar, así que disfruto en soledad de este maravilloso paraje, en el que también se ubica la Cueva Grande, a la que accedo tras cruzar el río por una pasarela de madera.

La cueva, hace honor a su nombre, por su gran boca de entrada, en cambio, tiene una única galería, con un recorrido de 100 metros, en la que según dicen, en su interior se albergan muestras de arte rupestre, que nunca he conseguido localizar, pero, lo que sí que está chulo, es hacer un contraluz de la ermita de San Bartolomé y salir pedaleando de la cueva, para continuar disfrutando de tan magnífico lugar,
 hasta alcanzar otro de los lugares emblemáticos de este Parque Natural, el Colmenar de los Frailes.

La vez que estuvimos, Adrián, era un renacuajo, llegamos hasta la Cueva Grande y nos dimos la vuelta, así que, hago una nueva parada (me está cundiendo poco), para observar sobre un resalte rocoso del cañón, un grupo de colmenas, fabricadas con troncos huecos de los árboles, donde antiguamente, una comunidad templaria, las utilizaban para la recogida de la miel, que, aunque de otra forma distinta, me recuerda a las arnas que se utilizaban en la sierra de Guara o los Pirineos, que dan curiosamente nombre a uno tres miles del sector Panticosa, el pico Arnales (3002 metros), que como pasa con otros tres miles, está en entredicho, ya que según los mapas IGN, marcan esa cumbre con una altitud inferior (2996 metros).

Habitualmente, el Colmenar de los Frailes, suele ser el punto de retorno para la mayoría de las personas, que visitan el Parque Natural del Cañón del río Lobos, pero en esta ocasión, sigo pedaleando por el camino, que rápidamente se trasforma en un bonito sendero, entre el cauce del río Lobos y la pared del cañón, que, en ningún momento da la sensación de ir encajonado, todo lo contrario, ya que es bastante abierto, lo que permite disfrutar de las vistas, utilizando como marco la vegetación, mientras cruzo de nuevo el río y alcanzo una encrucijada, donde da comienzo el tramo circular, separándose el GR.86 y el 
PRSOBU-65.

Antes de llegar, me detengo un instante en el nacimiento del río Ucero y después
Aparco en el área recreativa de la Fuente Engómez
Donde comienzo a pedalear por la Senda del Río 
Que en este tramo inicial, comparte recorrido con el GR.86
Cruzando por unos bloques, el cauce del río Lobos, para continuar a la sombra del pinar
Hasta alcanzar la Poza de Valdecea, rodeada de juntos y cubierta por nenúfares
Por la que accedo, al área recreativa de Valdecea, donde tengo la posibilidad de seguir por pista o sendero
Opción esta última por la que me decanto, cruzando de nuevo el cauce del río
E incorporarme, a un amplio sendero, por el que rápidamente accedo a la pradera
En la que se ubica la ermita templaria de San Bartolomé 
Arriba, el Balconcillo
Y la Cueva Grande, a la que accedo tras cruzar el río por una pasarela de madera, donde hago un bonito contraluz
Para salir pedaleando, donde continúo disfrutando de tan magnífico paraje, hasta alcanzar el Colmenar de los Frailes
Punto en el que habitualmente, la gente se da la vuelta, pero, yo sigo por el que camino, que se transforma en un bonito sendero
Entre el cauce del río Lobos y la pared del cañón, lo que permite que vaya disfrutando de la vistas, utilizando como marco la vegetación
Mientras cruzo de nuevo el río y alcanzo una encrucijada
Donde comienzo el tramo circular, en el sentido de las agujas del reloj

En este lugar, continúo por la Senda del Río, para más tarde regresar por el Sendero Ibérico Soriano, pedaleando por la margen izquierda del río Lobos, que sigue formando bonitas pozas, cubiertas de nenúfares, en las que no puedo evitar pararme, aunque miro el GPS y compruebo como en una hora, tan solo he recorrido siete kilómetros, así que sigo avanzando por el sendero, que va cambiando de una margen a otra, disfrutando de tan bello entorno, rodeado de unas bellas paredes calizas, repletas de oquedades, con un sinfín de formas, sin olvidarme del variado bosque de ribera, que convive con las sabina.

Unos metros más adelante, alcanzo un nuevo paso, donde coincido con un grupo que van de campamentos, que con una sonrisa en la boca, me dejan pasar, porque les da, que me voy a ir al agua, ya que el paso entre piedras, no es nada fácil para hacerlo con una bicicleta a cuestas, pero como reza un dicho “más sabe el zorro por viejo que por zorro”, así que, en vez de cruzar por las piedras, sin descalzarme, cruzo por el cauce, ya que apenas cubre por encima del tobillo, para seguir remontando el curso del río, pasando bajo un arco natural, que da paso a uno de los numerosos meandros que forma el río Lobos, en el paraje conocido como Las Fuentes, donde observo un grupo de buitres leonados.

Después, continúo pedaleando por un tramo acondicionado con barandilla, donde a medida que voy avanzando, el río va perdiendo caudal a pasos agigantados, hasta desaparecer por completo, debido a la permeabilidad del suelo calizo, que favorece la filtración del agua al subsuelo, provocando que el agua, siga su curso mediante un río subterráneo, obviando la Cañada Real de Merinas, que remonta el barranco del Vallejo del Boquerón, para continuar siguiendo el curso del río Lobos, por un sendero que va pegado a las lindes del pinar, que poco a poco, se va ensanchando, hasta llegar al Puente de los Sietes Ojos, un lugar sin duda curioso, ya que sorprende la construcción de semejante puente, para salvar el cauce de un río que baja seco, pero en momentos puntuales, después de fuertes lluvias, el nivel del agua subterránea se eleva por encima del material calcáreo, colmatando los acuíferos interiores, provocando que el agua vuelva a correr.

En este lugar, continúo por la Senda del Río, para más tarde regresar por el Sendero Ibérico Soriano
Pedaleando por la margen izquierda del río Lobos, que sigue formando bonitas pozas
Cambiando de una margen a otra, disfrutando del entorno
Rodeado de bellas paredes calizas, repletas de oquedades 
Y un bonito bosque de ribera
Que conviven con la sabina Albar, donde cambio de nuevo a la margen izquierda del río
Para seguir remontando el curso del río
Hasta alcanzar uno de los múltiples meandros, que forma el río a su paso por el cañón
En el paraje conocido como Las Fuentes
Donde observo un grupo de buitres
Después, continúo pedaleando por un tramo acondicionado
Donde a medida que voy avanzando, el río va perdiendo caudal a pasos agigantados
Hasta desaparecer, debido a la permeabilidad del suelo calizo
Para continuar por un sendero pegado a las lindes del pinar, que poco a poco, se va ensanchando
Hasta llegar al Puente de los Siete Ojos

En el Puente de los Siete Ojos, cruzo la carretera que va a San Leonardo de Yagüe, para acto seguido, continuar pedaleando por la margen derecha del río, que no abandonaré hasta la cabecera, por un camino en buen estado que invita a pedalear a la sombra del pinar, aunque, a medida que voy avanzando, el terreno se vuelve más incómodo y el camino, se transforma en un sendero, que atraviesa una zona de derrubios, donde las piedras se acumulan y las raíces, sobresalen del sendero, lo que hace, que gaste más fuerzas de las esperaras, así que al llegar a la fuente de la Canaleja, paro a reponer fuerzas, mientras observo el siguiente segmento del cañón del río Lobos.

Pasado un cuarto de hora, vuelvo a la marcha, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PRSOBU-65, aunque, en lo referente a la orientación, esto no tiene mayor dificultad, que seguir en todo momento el cauce del río Lobos, ahora, por un sendero con un buen piso, que me permite avanzar sin apenas desgaste, disfrutando del entorno, donde observo como poco a poco, el barranco va perdiendo altura, síntoma de que estoy llegando a la cabecera del río, que por arte de magia, vuelve a llevar caudal, en una zona bastante pegada al sendero, donde han instalado una larga pasarela metálica, que da paso a un camino de tierra, en el que me detengo un instante, para rellenar el bidón en la fuente de los Agüelinos, porque la siguiente fuente se encuentra bastante alejada.

Luego, continúo pedaleando hasta salir del cañón, ya con la vista puesta en la coqueta población burgalesa de Hontoria del Pinar, pero antes de entrar en su núcleo urbano, alcanzo una encrucijada, donde enlazo con el camino que va a San Leonardo de Yagüe, por el que más tarde conectaré con el GR.86.2, salvando una zona encharcada por las filtraciones del río Mayuelo, en torno al cual, se ha formado un pequeño bosque de ribera, donde las ramas de un chopo, obstaculizan el camino, que supero por un lateral.

Superado este pequeño inconveniente, el panorama cambia por completo, el bosque de ribera da paso a una zona de campos de cereal, donde el camino se integra, haciendo que las ruedas se agarren al suelo, teniendo que hacer más fuerza para avanzar menos, aunque poco a poco, los pinos y las sabinas, empiezan a salpicar el entorno, hasta enlazar con el camino de los Quiñones, donde aprovecho la sombra de una carrasca para descansar, ya que el calor, comienza a ser sofocante.

En el Puente de los Siete Ojos, cruzo la carretera, para acto seguido, continuar pedaleando 
Por la margen derecha, a la sombra de un pinar, en el que a medida que voy avanzando
El camino se transforma en un sendero, que atraviesa una zona de derrubios, donde las piedras se acumulan
Y las raíces, sobresalen del sendero, lo que dificultad el avance
Así que al llegar a la fuente de las Canalejas, paro a reponer fuerzas
Unos minutos más tarde, sigo la marcha, por un sendero que va mejorando
Por el que avanzo, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PRSOBU-65
Disfrutando del entorno, donde observo como poco a poco, las paredes del cañón van perdiendo altura
Síntoma de que estoy llegando a la cabecera del barranco
Que empieza a llevar otra vez caudal, salvando el cauce por una larga pasarela metálica
Que da paso a una camino de tierra
En el que me detengo, para rellenar el bidón en la fuente de los Agüelinos
Para acto seguido, continuar pedaleando hasta salir del cañón, ya con la vista puesta en Hontoria del Pinar
Pero antes de entrar en el núcleo urbano, llego a una encrucijada, donde tomo el ramal que va a San Leonardo de Yagüe
    Salvando una zona encharcada por el río Mayuelo, en torno al que se ha formado un bosque de ribera
Que al dejar atrás, da paso a campos de cereal, donde el camino se integra, aunque poco a poco las sabinas y pinos van apareciendo
Hasta enlazar con el Camino de los Quiñones, donde descanso a la sombra de una carrasca

Unos minutos más tarde, regreso a la pista e inicio un agradable descenso, entre un bosque mixto de robles y pinos, observando en el horizonte una pequeña montaña, que, según el mapa y por la ubicación en su cima, de un repetidor, tiene que ser San Cristóbal (1290 metros), que junto al pico de las Navas (1351 metros), son las mayores elevaciones del entorno del Parque Natural Cañón del Río Lobos, pasando junto a una zona de naves, que indican la proximidad de la población de San Leonardo de Yagüe, donde la pista desemboca en la carretera que une dicha población con la población de Muñecas (SO-934), por la que podría acortar la circular, bajando hasta el Puente de los Siete Ojos.

De momento, me detengo en la pequeña población de Arganza, junto a la fuente que está al lado de la carretera, que es el último punto de acopio, hasta el aparcamiento del área recreativa de Valdecea, para acto seguido, continuar el descenso por la carretera, localizando a mano izquierda, un panel direccional, donde continúo por el PRSO-49 hacia la Cañada Real y el Cañón del Río Lobos, por un camino de tierra en buenas condiciones, que, paralelo al arroyo de los Cubillos, atraviesa la Solana de los Cubillos, poblada por un bosquete de sabinas albares, tan característico de estas zona.

Sobre el kilómetro 35, alcanzo una encrucijada, donde enlazo con la Cañada Real de las Merinas, por la que podría descender hasta el Cañón del Río Lobos, a la altura de Las Fuentes, pero en su día, vi una opción más “apetitosa”, así que, tras algunas dudas, porque hace un calor que te mueres, decido seguir con el plan inicial y continuar hacia Casarejos, por la Senda de la Solana, que, unos metros más adelante, desemboca en el Camino de Zabalarrascal, por el que desciendo hasta la carretera, cerca del núcleo urbano de Casarejos.

Casi sin pisar la carretera, enlazo con la senda Ibérica Soriana (GR.86), un precioso sendero con buen firme y en ligero descenso, por el que avanzo disfrutando del paisaje, atravesando una majada, en la que me fijo en uno de los laterales, hasta localizar la modesta oquedad del Covacho Felipe, en el que me detengo un instante, para echar un vistazo.

Después, continúo pedaleando por la senda, que rápidamente me adentra, en el bonito cañón que atraviesa el arroyo de Valderrueda, que era la escusa por la que he elegido está alternativa. El cañón, es pequeño pero espectacular, de paredes más bajas, pero mucho más estrecho, que el cañón del río Lobos, donde el sendero en algunos puntos se pierde, ya que va por medio del lecho, pero en general, es un sendero fácil de ciclar, por lo que voy disfrutando a cada pedalada, hasta enlazar con el Cañón del Río Lobos.

Ahora, regreso por tramo ya conocido, disfrutando de este bello sector, sin duda, el más bonito de los 25 kilómetros de longitud, pasando bajo la repisa en la que se ubica el Colmenar de los Frailes, la cueva Grande y la ermita de San Bartolomé, que a estas horas está abierta, por lo que me detengo a la sombra, para hacer unas fotografías. Después, para ir más directo, cruzo por una pasarela el cauce del río Lobos, enlazo con la pista principal, por la que accedo al 
área recreativa de Valdecea, en la que me detengo en la fuente, para acto seguido, coger la pista asfaltada y alcanzar el área recreativa de la Fuente Engómez, donde finalizo la integral.

Al final, me ha costado bastante más de lo esperado, el tramo intermedio desde el Puente de los Siete Ojos hasta cerca de Hontoria del Pinar, tiene tramos bastante técnicos y la vuelta, sin apenas sombras, el calor se ha notado bastante, aunque por lo menos, he podido encontrar agua sin dificultad, así que, puede ser una buena alternativa ir solo hasta el puente, subir por la carretera y bajar, por el arroyo de Valderrueda.

Unos minutos más tarde, regreso a la pista e inicio un agradable descenso, entre un bosque mixtos de robles y pinos
Observando en el horizonte, San Cristóbal (1290 metros), pasando unas naves industriales, donde la pista
Desemboca en la carretera, por la que desciendo hasta la fuente de Arganza, en la que me detengo 
Para acto seguido, continuar el descenso por la carretera, localizando un panel direccional
Donde tomo un camino de tierra, por el que me dirijo hacia la Cañada Real y el Cañón del Río Lobos
Atravesando la Solana de los Cubillos, poblada por un bosquete de sabinas albares
Sobre el kilómetro 35, alcanzo una encrucijada, donde sigo hacia Casarejos, por la senda de la Solana
Que desemboca en el Camino de Zabalarrascal, por el que desciendo hasta la carretera de Casarejos
Casi sin pisar la carretera, enlazo con el GR.86, por el que avanzo en ligero descenso
Atravesando una majada
Después, continúo pedaleando por la senda, que rápidamente me adentra en el cañón
Que atraviesa el arroyo de Valderrueda, de dimensiones más pequeñas pero espectacular
Por el que voy disfrutando de cada pedalada
Hasta alcanzar el Cañón del Río Lobos, donde cierro la circular
Ahora, regreso por terreno conocido
Pasando bajo el Colmenar de los Frailes
La cueva Grande y la ermita de San Bartolomé
Donde cruzo el río por una pasarela, para continuar por la pista principal, hasta el área recreativa de Valdecea
En la que cojo la pista asfaltada, por la que llego al área recreativa de la Fuente Engómez, donde finalizo la integral

Mis tracks en Wikiloc