martes, 23 de mayo de 2023

Ascensión al Puchilibro 1595 metros desde el Castillo de Loarre (PRHU-105)


La sierra de Gratal, es una cadena montañosa situada al Norte de la ciudad de Huesca, en las primeras estribaciones de los Pirineos, que se expande más allá del oeste, estirándose hacia otras dos sierras, que son también las mismas, como es el caso de la sierra Caballera y la sierra de Loarre.

La sierra Caballera, es la central de todas, se eleva hasta los 1563 metros del pico Caballera y otro, de 1517 metros, llamado Naviella, a los que se puede ascender desde la localidad de Bolea, siguiendo las marcas del GR.1, por el collado de los Pocos.

Al Oeste, se levanta la zona más elevada de la sierra, la sierra de Loarre, que pertenece a la población del mismo nombre. Esta sierra, como todas las de la zona, tienen un bosque de pino laricio en las partes bajas que dan paso al boj, el erizón y el pino silvestre en las zonas más elevadas.

En ella, con sus 1595 metros, se ubica la máxima elevación de este conjunto de sierras, el Puchilibro o Pusilibro, al que vamos a subir trazando una circular, desde el castillo de Loarre, siguiendo las marcas blancas y amarillas del PRHU-105.


En contadas ocasiones, salimos al monte y comemos de restaurante, hoy, es uno de esos días, porque hemos cogido hora en Casa O'Caminero. Sobre las 10:30, llegamos al aparcamiento del castillo de Loarre, donde vemos que se está celebrando una prueba de BTT, que, intuyo, tan solo vamos a coincidir en el tramo de sendero, que va a parar, a la pista que viene del Mirador de los Buitres.

Al final, seguimos con el plan establecido, por lo cual, comenzamos a caminar por una pista de tierra, que, rápidamente nos adentra en el pinar, donde iniciamos el tramo circular en sentido antihorario, mientras la pista se transforma en un bonito sendero, por el que cómodamente vamos ganando desnivel, observando como los bojes ganan protagonismo, caminando en todo momento por el exterior del sendero e incluso, por medio del pinar, ya que el bosque es limpio y evitamos tener algún susto con las bicicletas.

Siguiendo las marcas blancas y amarillas del PRHU-105, salimos a la pista que viene del Mirador de los Buitres, donde hablamos con unas personas de la organización, que corroboran mi teoría, así que a partir de ahora, tranquilidad absoluta. Tras despedirnos, continuamos caminando por la pista durante un centenar de metros, hasta conectar con el otro sector del sendero, donde la pendiente se acentúa y el panorama, cambia por completo, ya que el pinar da paso al erizón.

A pesar de que estamos a finales del invierno, el día hace honor a la denominación de esta comarca <<La Hoya de Huesca>>. Mi mujer, improvisa un atuendo para protegerse la cabeza, para acto seguido, continuar subiendo por el sendero, que traza un giro de 90º y nos posiciona en la cresta este del pico Puchilibro, un tramo muy estético, sin más dificultad, que caminar por un terreno roto entre erizones con la sierra de Gratal como telón de fondo, mientras tras el pinar, emergen los pirineos (Peña Otal y Macizo de Monte Perdido).

Unos metros más adelante, la cresta finaliza en un cruce, al que más tarde regresaremos, donde seguimos por sendero que atraviesa un espeso manto de erizones, por el que accedemos al vértice geodésico del Puchilibro, que, a pesar de sus 1595 metros, debido a su ubicación, es un magnífico mirador, desde el que contemplamos la Peña Rueba, la sierra de Santo Domingo (Puy Moné y pico Santo Domingo), la Peña Oroel, los Pirineos (desde la Peña Ezcaurre al Posets), la sierra Gratal (Peña Gratal) y la sierra de Guara (Tozal de Guara).

Desde el aparcamiento del castillo de Loarre, comenzamos a caminar por una pista de tierra, que se introduce en el pinar
Donde iniciamos el tramo circular en sentido antihorario y la pista, se transforma en un bonito sendero
Por el que cómodamente vamos ganando desnivel, observando como los bojes ganan protagonismo
Tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PRHU-105
Salimos a la pista que viene del mirador de los Buitres, que tan solo seguimos durante un centenar de metros
Hasta localizar el siguiente tramo de sendero, donde la pendiente se acentúa
Y el pinar, da paso a una vegetación arbustiva (boj y erizón), donde a pesar de estar a finales del invierno
 El calor, hace honor a la denominación de esta comarca <<Hoya de Huesca>>, mientras el sendero
Traza un giro de 90º, que nos posiciona en la cresta Este del pico Puchilibro, sencilla pero muy estética
Que no ofrece mayor dificultad, que avanzar por un terreno roto, con la sierra de Gratal de fondo
Mientras por encima del pinar, despunta la Peña Otal y buena parte del macizo de Monte Perdido
Unos metros más adelante, alcanzamos una bifurcación, donde tomamos un sendero que atraviesa un espeso manto de erizones
Por el que accedemos al vértice geodésico del pico Puchilibro, que, pese a su modesta altura
Resulta un magnífico mirador hacia la Peña Rueba, la sierra de Santo Domingo
La Peña Oroel (primer plano), los Pirineos
La sierra de Guara (izquierda) y la sierra de Gratal (derecha)

Como vamos bien de tiempo, permanecemos un rato en la cima disfrutando de las vistas, hacemos unas fotos e iniciamos el descenso, regresando sobre nuestros pasos hasta la intersección, donde está vez, tomamos el ramal que va hacia la cresta Oeste (Repetidor), por un sendero en buen estado, en el que vamos alternando tramos despejados con pequeñas manchas de pinos, hasta alcanzar el comienzo de la cresta (solo tiene un paso con algo de dificultad). por la que podríamos acceder al Portillo Chara, fácilmente identificable desde aquí, por las antenas que pueblan su cima.

Si fuera solo, no tendría ninguna duda en continuar por la cresta, pero, yendo con mi mujer, no tengo ganas de que pase un mal rato o se quede enriscada en algún paso, así que, como hemos venido a pasar un buen rato, obviamos esta variante, para continuar el descenso por el sendero principal, que, tras varias lazadas, nos introduce de nuevo en un bonito pinar, en el que vamos tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PRHU-105, que, recorta en un par de ocasiones la pista que viene del Portillo Chara, hasta llegar a la altura de una balsa artificial.

Aquí, seguimos caminando por el Plan de Lugas, en el que se ubica un refugio forestal del Corral de Plan de Lugas, donde echamos una última mirada al Puchilibro, que muestra la que es sin duda, su cara más reconocible, aunque merece la pena realizar, la larga pero poco conocida circular por la cara Norte, desde la población de Rasal.

Unos metros más adelante, el camino nos introduce definitivamente en el pinar, por el que descendemos con la mirada puesta en el castillo medieval de Loarre, que fue mandado construir por el monarca Sancho III el Mayor, sobre un espolón rocoso situado a 1071 metros de altitud. Una joya de la arquitectura civil y militar de la época, que sirvió para defender la línea fronteriza del Reino de Aragón y fue clave, en la reconquista cristiana de esta tierra a los musulmanes, que observo, desde el mirador natural que conforman las agujas de la Peña O Rufo, que, junto al Bunker, conforman los dos sectores de una pequeña escuela de escalada deportiva, compuesta por 19 vías.

De vuelta al camino, cerramos la circular, para acto seguido, regresar sobre nuestros pasos hasta el aparcamiento del castillo de Loarre, dando por finalizada está sencilla pero atractiva circular. Sin tiempo para visitar el castillo de Loarre, recogemos todo y nos bajamos a Casa O’Caminero, en el que elegimos el menú fin de semana, que nos deja indiferentes, cocina sencilla, poca cantidad (se come mejor en la Hospedería) y luego a casa.

Después, iniciamos el descenso, regresando sobre nuestros pasos
Hasta alcanzar la intersección, donde está vez, tomamos el ramal que va a la cresta Oeste (repetidor)
Por un sendero en buen estado, en el que vamos alternado tramos despejados
Con pequeñas manchas de bosque
Hasta alcanzar el comienzo de la cresta, por la que podríamos acceder al Portillo Chara
Pero al ir con mi mujer, obviamos, para continuar por el sendero principal, que trazando varias lazadas
Nos introduce de nuevo en el pinar, por el que avanzamos
Tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PRHU-105
Que recorta en un par de ocasiones
La pista que viene del Portillo Chara, pasando junto a una balsa artificial, donde seguimos caminando
Por el Plan de Lugas, en el que se ubica el refugio forestal del Corral de Plan de Lugas
Desde el que observamos el Puchilibro, que muestra su cara más reconocible
Unos metros más adelante, el camino nos introduce definitivamente en el pinar
Donde observamos el castillo de Loarre, desde el mirador que conforman las agujas de la Peña O Rufo
Luego. regresamos al camino, cerramos el tramo circular
Y de ahí, al aparcamiento del Castillo de Loarre, donde finalizamos esta bonita circular

miércoles, 26 de abril de 2023

Circular al cabezo de la Mata 1437 metros, desde Litago


El Parque Natural del Moncayo, es un espacio protegido situado en la provincia de Zaragoza, en su límite con la provincia de Soria, ocupando parte de las comarcas de Aranda, Campo de Borja y Tarazona y el Moncayo.

Tiene una extensión de 11.144 hectáreas, con una altitud que oscila, entre los 600 metros del río Huecha y los 2315 metros de la cima del Cerro de San Miguel o Moncayo, máxima elevación del Sistema Ibérico.

Con dos vertientes claramente diferenciadas, la cara Sur es más soleada, contiene una representación de pinares, encinares, quejigos o arces, que, en las zonas altas dan paso a los sabinares rastreros con efedras y cojines de monjas, que, sobre un suelo calizo erosionado por el agua a lo largo de los siglos, ha formado un sinfín de barrancos, simas o cuevas.

En contraste, la cara Norte es más húmeda y fría. Alberga bosques húmedos, dispuestos en pisos altitudinales, en función de sus requerimientos de humedad y temperatura, situándose en las zonas más bajas los encinares, que dan paso a mayor altitud a rebollares y hayedos, enlazando en las partes altas con frondosos pinares de pino silvestre, que a partir de los 1700 metros son formados de pino negro, siendo ambas especies fruto de una repoblación, debido al pastoreo intensivo y al carboneo, que dejó desnudo una importante parte del monte.

Para preservar algunas zonas de gran importancia, dentro del Parque Natural, existen varias zonas de Protección de Flora del Moncayo. Una de ellas, es la formada por el barranco del Apio – Monte de la Mata, con una superficie de 11.92 Ha, una reserva que comprende una amplia vaguada boscosa recorrida por un arroyo que da origen al barranco del Apio y que corta por completo el Monte de la Mata, en el que se dan unas excepcionales condiciones de humedad y sombra, que explican la presencia de numerosos taxones de distribución centroeuropea (Lathraea y Circaea lutetiana) y de distribución boreoalpina (Poa chaixii).

Para la jornada de hoy, en compañía del amigo Andrés, vamos a recorrer este magnífico espacio natural, que tiene como punto culminante, el Cabezo de la Mata, que podríamos denominar como <<el balcón del Moncayo>>, pero, en vez de comenzar desde la Fuente de los Frailes, lo haremos desde la población de Litago, para disfrutar si el tiempo lo permite, de una de las estampas más <<pirenaicas>> del Moncayo.


Como las previsiones meteorológicas, son algo inciertas, quedamos a las 9 en el cementerio de Litago, donde circunvalamos la población mientras observo como una boina cubre la cima del Moncayo, así que hoy, no tendremos la foto de postal.

Una vez al otro lado, aparcamos los coches, nos saludamos porque no nos veíamos desde antes de la pandemia e iniciamos el recorrido, caminando los primeros compases por el camino de la Mata, hasta alcanzar una bifurcación, donde comenzamos el tramo circular, tomando el ramal de la derecha (volveremos por el camino de la Mata) por el que continuamos caminando paralelos al barranco de Valmediano, con la mirada puesta en el objetivo del día, el cabezo de la Mata y justo detrás, tapado por las nubes, el cordal del Moncayo, que va desde el collado de Bellido hasta la peña Negrilla.

En apenas veinte minutos, llegamos a el embalse de Valmediano, rodeado en su parte superior por un bonito pinar, desde el que disfrutamos de la estampa que conforma con el cabezo de la Mata y el Moncayo, tapado por las nubes, que, unido a la altura del sol, hace que no se reflejen en sus aguas, aunque, para conseguir ese efecto, ya sabíamos que este no era el mejor lugar, sino, el embalse del Prado, que se encuentra a unos kilómetros de aquí, en el término municipal de Lituénigo.

Como la idea, es volver por la zona, trazando una circular más ambiciosa, para recorrerla en bicicleta, tras hacernos unas fotografías, regresamos al camino principal, que se bifurca en dos, tomando el camino de la Noguera (cogiendo el otro, se podría trazar una circular para unirla con la ruta de los embalses de Lituénigo), que rápidamente se introduce en el pinar, trazando un par de largas lazadas, desde la que observamos los torreones que conforman las Peñas de Herrera, hasta posicionarnos unos metros por encima del barranco del Apio, que en este tramo, apenas lleva caudal, debido a que cerca de la carretera de acceso al Parque Natural, sus aguas son desviadas para la captación de agua.

Unos metros más adelante, cruzamos la carretera, para acto seguido, introducirnos en el área protegido del Monte de la Mata, donde hacemos el primer descanso de la jornada, para echar un trago, mientras observamos como la primavera todavía no ha entrado (los robles no tienen hoja) y el entorno, a pesar de que ayer llovió, necesita mucha agua, algo que se nota en los musgos, que están bastante marchitos.

Circunvalamos la población de Litago, mientras observo la boina que cubre la cima del Moncayo
Una vez al otro lado, iniciamos el recorrido por el camino de la Mata
Hasta alcanzar una bifurcación, donde tomamos el ramal de la derecha (volveremos por el camino de la Mata)
Por el que continuamos paralelos al barranco de Valmediano
Con la mirada puesta en el objetivo del día, el cabezo de la Mata
En apenas veinte minutos, llegamos al bucólico rincón que conforma el embalse de Valmediano con el cabezo la Mata
Y el macizo del Moncayo como telón de fondo
Tras hacernos unas fotografías en tan bello entorno
Regresamos al camino principal, que se bifurca en dos
Tomando el camino de la Noguera
Que rápidamente se adentra en el pinar
Trazando un par de lazadas, desde la que vislumbramos
Los torreones que conforman las Peñas de Herrera
Hasta posicionarnos por el encima del barranco del Apio 
Unos metros más adelante, cruzamos la carretera de acceso al Parque Natural, donde los robles todavía no tienen hoja
Y se nota la falta de agua, a pesar de las lluvias de ayer
Especialmente en los musgos, que están marchitos

Para ser sábado, mientras estamos sentados, no vemos pasar ni un solo vehículo, pero, mejor para nosotros, que vamos a disfrutar del recorrido casi en soledad, aunque está parte baja del Parque Natural, está menos transitada, ya que la mayoría, se concentra en Agramonte, la Fuente de la Teja, la Fuente del Sacristán y como no, en la cima del Moncayo, que para la gran mayoría, parece que ser el único punto de interés de esta Parque Natural, algo, que siempre me ha desconcertado.

Después, continuamos caminando, adentrándonos en el espectacular paraje que conforma el Monte de la Mata, dominado por el roble albar (Quercus petraea), que muestra aquí su mayor población en la región, donde se mezclan con algunos ejemplares de acebo, un árbol o arbusto, que, para hechiceros y druidas, era un árbol sagrado, símbolo de protección, que atraía a la prosperidad y a la suerte.

Si nos fijamos en sus hojas, las que se encuentra cerca del suelo, están rodeadas de espinas, para protegerse ante la depredación animal, desapareciendo a medida que van cogiendo altura, mientras poco a poco, vamos ganando desnivel, alternando largos tramos de ligera subida con otros más pronunciados, así que nos lo tomamos con tranquilidad, que hemos venido a disfrutar.

Sobre la cota 1190 metros, el camino desaparece entre la vegetación y las piedras, dando paso a un terreno con barro, donde la humedad se hace más latente. El musgo, se muestra más esponjoso, mientras avanzamos tomando de referencia los hitos que hay colocados en las zonas más confusas, aunque, orientarse no es complicado, ya que, debemos ir remontando el barranco del Apio, también denominado en los mapas, como barranco de la Nevera o río Viejo, que ofrece rincones con mucho encanto.

Unos metros más adelante, salimos a una pista, que muere aquí, desde el que observamos entre las ramas, el cabezo de la Mata, que no se encuentra muy distante de nuestra posición. Como ya tenemos superado casi todo el desnivel, aprovechamos para hacer un descanso activo, disfrutando de la flora de la zona, con las flores de un cerezo y las hojas de una fresera (Fragaria), que todavía no tiene fruto.

En este mismo lugar, nace un sendero, por el que seguimos remontando el barranco del Apio, que vadeamos un poco más arriba e iniciamos una corta diagonal, donde observamos como la línea de pinos, está cada vez más cerca, síntoma, de que estamos llegando a la base del Cabezo de la Mota, mientras el amigo Andrés, me dice que no me mueva, señalándome con el dedo, la ubicación de un carbonero común (Parus major), que logro fotografiar, para acto seguido, continuar con la ascensión, hasta alcanzar el camino del Mojón, por el que avanzamos hasta alcanzar el collado de Juan Abarca, donde tomamos una senda, que, entre la vegetación, nos lleva a la base del cabezo de la Mata, donde alternamos tramos de senda con sencillas trepadas, en las que nos entretenemos fotografiando la flora (narcisos), haciendo una composición de las ginestas con la sierra de la Nava Alta.

Cuando llevamos unas tres horas de caminata, alcanzamos el vértice geodésico del Cabezo de la Mata, en el que Andrés me hace una de sus composiciones, captando entre mi brazo, una de las Peñas de Herrera, a las que se les unen, la sierra de la Nava Alta (en lo hondo se ve el refugio de cazadores Hernanikoa), todo el conjunto de embalses que componen la zona de Litago y Lituénigo, más otras sierras, que desde aquí no logramos identificar, mientras el Moncayo permanece con la boina.

Después, continuamos caminando por el espectacular paraje que conforma el monte de la Mata
Dominado por el roble albar, que muestra aquí, su mayor población, que se mezclan con los acebos
Mientras poco a poco, vamos ganando desnivel, alternando tramos suaves con otros más pronunciados
Sobre la cota 1190 metros, el camino desaparece, avanzamos por un pasillo natural, tomando de referencia algunos hitos
Aunque resulta fácil orientarse, ya que debemos ir remontando el barranco del Apio, que ofrece rincones con mucho encanto
Unos metros más adelante, salimos a una pista, que muere aquí, observando entre las ramas, el cabezo de la Mata
Como ya tenemos casi todo el desnivel ganado, hacemos un descanso activo, disfrutando de un cerezo en flor
Y las hojas de una fresera (Fragaria), todavía sin fruto
En este mismo lugar, nace un sendero, por el que seguimos remontando el barranco del Apio
Que vadeamos e iniciamos una corta diagonal, con la línea de pinos cerca
Mientras el amigo Andrés, me señala con el dedo, la posición de un carbonero común (Parus major)
Para acto seguido, continuar la ascensión
Hasta salir al camino del Mojón, por el que avanzamos hasta el collado de Juan Abarca
Donde tomamos un sendero, que, entre la vegetación, nos lleva a la base del cabezo de la Mata
Alternando tramos de sendero
Con sencillas trepadas
En las que nos entretenemos, fotografiando los narcisos
Y haciendo una composición de las genistas con la sierra de la Nava Alta
Cuando llevamos unas tres horas, alcanzamos el vértice geodésico del cabezo de la Mata
Un perfecto mirador, donde destacan las Peñas de Herrera, la sierra de la Nava Alta
El conjunto de embalses de Litago y Lutuénigo (en días despejados se verían los pirineos)
Y otras sierras circundantes, que no logramos identificar
Además del cordal del Moncayo,  que permanece tapado por la boina

Si bien podríamos comer aquí, sopla un viento fresco, que no es muy agradable, así que, comeremos en el barranco de Morca, donde podremos reponer agua, por lo que retrocedemos sobre nuestros pasos, hasta alcanzar la encrucijada que compone el collado de Juan Abarca, donde esta vez sí, continuamos en sentido descendente por el camino del Mojón, observando en un letrero, que han balizado varios recorridos de Trail Running, para acto seguido, continuar caminando hacia el barranco de Valdemanzano, tomando de referencia las marcas blancas y rojas del GR.90, flanqueado por un bonito pinar, que se entremezcla con los acebos, hasta alcanzar el barranco de Morca, donde al sol, reponemos agua, comemos y charlamos un rato.

Media hora más tarde, abandonamos el camino del Mojón que se dirige al collado de Bellido, para tomar un sendero, por el que iniciamos el descenso hacia la central hidroeléctrica de Morca, pegados al cauce del barranco de Morca, que, a pesar de la sequía lleva un caudal aceptable. Mirando alrededor, comprobamos que hemos perdido el claro sendero, echando un vistazo al reloj, veo que discurre por la margen derecha, así que, vadeamos el cauce por las piedras y seguimos bajando por el sendero, vislumbrando entre las ramas de los pinos, el cabezo de la Mata.

A diferencia del barranco del Apio, aquí, la humedad se hace más latente, la vegetación es más abundante: el barranco, forma bonitos rincones y la pendiente, es suave, lo que proporciona un agradable descenso, deteniéndonos de vez en cuando para disfrutar de la naturaleza y comprobar, lo curiosa que resulta, como en el caso de las hepáticas, que separadas por un palmo de terreno, pueden ser azules o blancas (también las hay rosas), mientras las hojas de unos cerezos, dan la bienvenida a la Central Hidroeléctrica de Morca, construida en los años 50, en los corrales de Morca, una zona dedicada a la ganadería, por su abundancia de pastos y agua.

La idea, era proporcionar energía eléctrica a la empresa Textil Tarazona S.A. y vender el excedente a la red general. Con el tiempo, pasó a manos de Eléctricas Reunidas de Zaragoza, que, a años más tarde, se integró en ENDESA y desde 2009. forma parte del grupo Acciona. En su día, generó muchas dudas por la escasez de agua y hoy, vemos como la balsa de captación está medio vacía.

Antes de continuar, retrocedemos unos metros hasta el barranco de Valdemanzano, donde Andrés, me enseña el inicio de un sendero que sube directamente al refugio de Valdemanzano, trazando una circular muy interesante para el otoño, para acto seguido, continuar caminado por la carretera que desemboca en la pista asfaltada que sube al Moncayo, que, recorremos tan solo un centenar de metros, hasta localizar a mano derecha, el camino de la Mata, por el que nos adentramos de nuevo en el pinar, por un camino bastante roto, que se ve, ha tenido tiempos mejores, ramificándose en dos, por lo que seguimos todo recto, fijándonos en la gayuba, pero sobre todo, en un pino de lo más curioso.

Unos metros más abajo, enlazamos con el GR.90, que nos ha de acompañar hasta Litago. El piso. cambia por completo, por lo que caminamos tranquilamente, disfrutando de un entorno más de ribera, con campos de cultivo y echando una mirada atrás, para observar por última vez el cabezo de la Mata con el Moncayo, hasta alcanzar Litago, donde damos por finalizada está bonita circular, en la que, para ser sábado, tan solo nos hemos cruzado con tres personas en todo el recorrido.

Ahora, es hora de despedirse, esperemos, no transcurra tanto tiempo, porque siempre es agradable ver a los amigos. En la parte alta, me detengo un instante, para fotografiar las Peñas de Herrera y de camino a casa, hago lo propio con la población de Trasmoz, 
dominada por su castillo, que, al estar en tierras fronterizas, fue uno de los enclaves más disputados por los reinos de Aragón y Navarra, aunque actualmente, es más conocido por sus brujas y aquelarres, que hace que una población que no llega al centenar de habitantes, llene sus calles.

Si bien podríamos comer aquí, sopla un viento algo molesto, así que regresamos sobre nuestros pasos
Hasta alcanzar la encrucijada que compone el collado de Juan Abarca
Donde esta vez sí, seguimos en sentido descendente por el camino del Mojón, hacia el refugio de Valdemanzano
Tomando de referencia las marcas blancas y rojas del GR.90, hasta llegar a la altura del barranco de Morca, donde paramos a comer
Media hora más tarde, abandonamos el camino para tomar un sendero, por el que iniciamos el descenso
A la Central Hidroeléctrica de Morca, pegados al barranco del Morca
Observando entre las ramas de los pinos,el cabezo de la Mata
A diferencia del barranco del Apio, aquí, la humedad es más latente, la vegetación es más abundante
Formando rincones con mucho encanto
Y la pendiente es suave, lo que proporciona un agradable descenso, deteniéndonos de vez en cuando
Para ver las curiosidades que ofrece la naturaleza, como en el caso de las hepáticas, que en un palmo de terreno, pueden ser de color azul
O blancas (también pueden ser rosas)
Hasta llegar a la Central Hidroeléctrica de Morca, donde nos acercamos un momento al barranco de Valdemanzano
Para acto seguido, continuar caminando por la carretera, que desemboca en la pista de acceso al Moncayo
Que recorremos apenas un centenar de metros, hasta coger el camino de la Mata, que se adentra en el pinar
Fijándonos en la gayuba
Y sobre todo, en el extraño tamaño del tronco de un pino, enlazando un poco más abajo, con el GR.90
Donde el piso cambia por completo y avanzamos por un entorno de ribera, entre campos de cultivo
Echando una última mirada al cabezo de la Mata y el Moncayo
Hasta llegar a Litago, donde finalizamos esta bonita circular y circunvalamos la población
Parando en la parte alta, para fotografiar las Peñas de Herrera
Y de camino a casa, la población de Trasmoz, dominada por su castillo

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