miércoles, 21 de agosto de 2019

Itinerario 17 del Parque Natural del Cap de Creus: El Paratge de Tudela "La Pedriza del Mediterráneo"


El 12 de marzo de 1998, parte de la península del cap de Creus (10.780 hectáreas) y su entorno marino (3.064 hectáreas), fueron declarados parque natural (Parque natural del Cap de Creus).

Situado en la parte más oriental de la península ibérica, es un espacio de una gran importancia biológica, geológica y paisajística, siendo el primer parque marítimo-terrestre de Cataluña, que comprende parte de los términos municipales de Cadaqués, Llança, Palau Savardera, Pau, el Port de la Selva, la Selva del Mar, Roses y Vilajuïga.

El parque, contiene dos zonas protegidas diferenciadas: la marítima y la terrestre. La zona marítima, que oscila entre las 1,3 y las 0,2 millas mar adentro, con tres reservas naturales parciales (los Farallons, el cap de Creus, entre la isla de Culleró y cala Jugadora y el cap Norfeu) y la zona terrestre, que incluye tres parajes naturales de interés nacional (cap de Gros-cap de Creus, al sur el cap de Norfeu y la serra de Rodes).

Situado al norte de la península del cap de Creus, se encuentra el paraje de Tudela, uno de los rincones geológicos más espectaculares. Un espacio natural de primer orden, dotado de una singular configuración geológica, con estructuras y afloramientos de rocas (esquistos y pegmatitas), que forman un conjunto único a nivel mundial, donde las rocas erosionadas por el viento, dan lugar a morfologías singulares, que sirvieron de inspiración al pintor Salvador Dalí, natural de Figueres, pero que en el año 1930 atraído por el paisaje, la luz y el aislamiento del lugar, se instalo en una pequeña barraca de pescadores, ubicada en el Portlligat, que nosotros vamos a descubrir en la jornada de hoy, utilizando para ello el itinerario 17 del parque natural, que atraviesa el paratge de Tudela.



Como para esta tarde, las temperaturas no son elevadas, nada más comer nos ponemos en marcha. Cogemos la furgoneta dirección Roses (sin entrar) y desde allí, la carretera que va a Cadaqués, que circunvalamos, para seguir ya por la pista asfaltada del faro del cap de Creus hasta el Paraje de Tudela, donde pagamos los 5 € que cuesta el acceso, mientras nos comentan que debemos estar unos diez minutos antes del cierre (horario en temporada baja de 10 a 18, ampliable hasta las 19 horas en temporada alta), ya que pasada la hora no podremos sacar el coche, porque bajan la barrera.

Después, dejamos la furgoneta en un pequeño aparcamiento situado junto a la caseta, cogemos la mochila y sobre las 16 horas, salimos al camino asfaltado por el que comenzamos a bajar dirección Norte, con el mar Mediterráneo de fondo, echando una mirada a nuestra derecha para observar la roca del Camell, un filón de roca plutónica, de tipo magnética, que aparenta la figura de un camello reposando paciente y mirando hacía el mar, que a la vuelta nos acercaremos para ver más de cerca.

Siguiendo el camino, descendemos cómodamente por el asfalto que recorre en su integridad el itinerario 17 del Paraje de Tudela, a medida que bajamos las vistas se van ampliando, hacia el Oeste se eleva por encima del mar la serra de l'Albera o Massis de l'Albera, en la que intuyo una de las torres del castillo de Requesens, situado sobre una colina que domina todos los valles colindantes del monte Nuelós o puig Neulós, que con sus 1.256 metros, es el punto culminante de la serra de l'Albera.

Tras un par de curvas, alcanzamos el desvío al mirador del pla de Tudela, al que accedemos por un sendero asfalto en apenas un minuto, en el que se han ubicado dos grandes cubos de hierro que enmarcan el paisaje, mirando uno de ellos al Norte donde se define la línea del horizonte, aunque a nosotros lo que más no llama la atención son las vistas hacia el mar d'amunt y los furallons des pla de Tudela, que emergen sobre el mar cerca de la línea de costa, que han sido originados por la acción erosiva de las olas, que hoy apenas los baten, y el otro cubo, que mira al levante, focalizando el pla de Tudela, presidido por la roca l'Áliga, cuya figura se asemeja a un águila, pero que desde aquí no se aprecia, ya que para ello, hay que estar en el sitio adecuado.

Una vez disfrutadas las vistas, regresamos al camino principal, por el que bajamos tan solo unos metros, hasta coger el desvío hacia el mirador de la Gran Sala, un balcón hacia el pla de Tudela, en el que se han mantenido parte de los antiguos muros que hoy se utilizan a modo de exposición, explicando la historia de este lugar, que en los años sesenta, estuvo ocupado por las instalaciones de la ciudad de vacaciones del Club Mediterranée, que con la creación en el año 1998 del Parque Natural del Cap de Creus, a partir del año 2007 se creo un plan de destructuración que finalizó en el año 2010, lo que demuestra claramente que si se quiere por parte de los políticos, se puede revertir los destrozos que se han hechos en las costas españolas.

Permanecemos unos minutos oteando el horizonte, leyendo los paneles informativos, para regresar sobre nuestros pasos hasta el camino asfaltado, por el que seguimos bajando hasta llegar cerca de la línea de costa, donde los chicos con mi mujer se van hacia la cala Culip, mientras yo me desvío unos metros, cogiendo un sendero de tierra que me adentra en un terreno áspero, donde las blanquecinas pegmatitas y las rocas grisáceas o negras de los esquistos, ofrecen unos espectaculares contrastes de color, en las que tan solo sobreviven algunas especies vegetales como los enebros, almácigos que nacen sobre las afloraciones de esquistos, además de especies invasoras como las chumberas, que han conseguido adaptarse a las fuertes rachas de viento de la tramontana, que me recuerdo mucho a nuestro querido cierzo, a las condiciones salinas y la hostilidad de las rocas.

Al final del sendero, alcanzo la línea de acantilados, sobre el que se sitúa el mirador de l'illa de Portaló, desde el que disfruto de unas bonitas vistas hacia el islote de esquistos, que emerge entre el mar d'Amunt y la costa más articulada del cap de Creus, en la que navegan varias embarcaciones con la serra d'Albera de fondo, provenientes de la cercana cala d'Agulles, que se encuentra en la zona más profunda de los acantilados.

Desde el aparcamiento, cogemos el camino asfaltado por el que bajamos dirección Norte
Echando una mirada a nuestra derecha, para ver la roca del Camell, que reposa mirando hacia el mar
Al igual que nosotros lo hacemos hacia el Oeste, para ver como emerge sobre el mar, la serra de l'Albera
Tras un par de curvas, llegamos al desvío del mirador del pla de Tudela, al que accedemos en un minuto
En el que se han ubicado dos grandes cubos, uno mirando al Norte, donde se define la línea del horizonte
Aunque a nosotros nos llama más la atención, las vistas del mar d'amunt y los furallons des pla de Tudela
Y el otro cubo, mirando al levante, focalizando el pla de Tudela, presidido por la roca l'Áliga
Tras disfrutar de las vistas, regresamos al camino, por el que bajamos unos metros hasta tomar a mano derecha
El desvío al mirador de la Gran Sala, en el que se conservan parte de los muros del antiguo Club Mediterranée
De vuelta al camino, bajamos por el hasta cerca de la línea de costa, donde yo cojo un sendero de tierra
Que me adentra en un terreno áspero, donde las pegmatitas y los esquistos, ofrecen unos bonitos contrastes
En el que tan solo sobreviven algunas especies vegetales, como los enebros, almácigos o las chumberas
Al final del sendero, alcanzo la línea de acantilados, sobre el que se sitúa el mirador de l'illa de Portaló
Un islote de esquistos, que emerge sobre el mar d'Amunt, en el que navegan con la serra d'Albera de fondo

Tras disfrutar de las vistas, regreso al camino asfaltado por el que desciendo unos metros, hasta que este gira en sentido Sureste, paralelo a la abrupta línea costera del cap de Creus, en el que observo más de cerca los furallons del pla de Tudela y mirando al horizonte, un velero que surca las aguas del mar d'Amunt.

Como los chicos van muy adelantados, me lo tomo con tranquilidad, avanzo pausadamente disfrutando del entono, acercándome a una molde de pegmatita, en la que se aposenta una pareja de gaviotas, que alza el vuelo al notar mi presencia, sobrevevolando una de las principales esculturas naturales que conforman el paratge de Tudela, l'Aliga, que desde está perspectiva no se ve con claridad, pero una vez alcanzo una placa metálica sujeta al asfalto, que indica el lugar correcto desde donde verla, se aprecia con mayor nitidez la figura de un águila con las alas despegadas, aunque como en todos estos casos, la imaginación cuenta mucho.

Puerta de entrada a este taller natural, que es el paratge de Tudela, camino por terreno llano adentrándome en un entorno rocoso que me envuelve por unos momentos, eliminando las vistas al mar. Poco a poco, el terreno se vuelve más afable, la suave pendiente me va sacando de está pequeña hoya, en tanto. la mirada se me va a uno y otro lado del camino, buscando otras formas caprichosas, hasta localizar en la parte superior una roca con la forma de una cabeza de un rinoceronte, que caprichosa es la naturaleza o que libre es la imaginación!

Una vez alcanzo un punto elevado, el mar aparece de nuevo, echo una mirada atrás y otra al horizonte, donde observo como el camino dibuja un tobogán, por el que alterno tramos de bajada con otros de ascenso, hasta alcanzar el torrent de Francaló, que unos metros más abajo desemboca en una pequeña cala, situada cerca de la illa de Francaló, que juntas conforman un rincón de lo más cautivador.

En este mismo punto, el itinerario ofrece una alternativa para la vuelta, regresar por el sendero del Rec de Francaló, que en ascenso atraviesa un monte formando íntegramente por esquistos, que da un aspecto volcánico a la zona, que valoraremos a la vuelta.

Situado en la parte baja del tobogán, de momento continúo hacia la bahía de Culip, comienzo a subir una larga rampa, que en la parte final me permite disfrutar de otros animales rocosos, como la cabeza de un gorila o un águila, que a pesar de no estar marcada en el itinerario, se aprecia mucho mejor que la roca l'Áliga.

Tras disfrutar de las vistas, regreso al camino asfaltado, por el que continúo dirección Sureste
Paralelo a la abrupta línea de costera, en el que observo más de cerca los furallons del pla de Tudela
Como los chicos van muy adelantados, yo avanzo pausadamente, acercándome a una mole de pegmatita
En la que se aposenta una pareja de gaviotas, que sale volando al notar mi presencia
Sobrevolando una de las principales esculturas naturales que conforman el paratge de Tudela, la roca l'Áliga
Puerta de entrada a este taller natural, camino por terreno llano, adentrándome en un entorno rocoso
En el que poco a poco voy saliendo,  localizando una roca con la forma de una cabeza de rinoceronte
Una vez alcanzo un punto alto, echo una mirada atrás
Y otra al horizonte, donde el camino traza un tobogán, por el que alterno tramos de bajada, con otros de subida
Hasta alcanzar el torrent de Francaló, que unos metros más abajo desemboca en una pequeña cala
En este punto, para la vuelta, tenemos la posibilidad de regresar por el sendero del Rec de Francaló
Pero de momento, continúo subiendo hasta llegar a la parte superior, donde veo la cabeza de un gorila
Y la figura de un águila, que a mi forma de ver, está se aprecia mucho mejor que l'Águila

Ya en la distancia, se alza el faro del cap de Creus, que indica la proximidad de la bahía de Culip, hacia la cual me dirijo, realizando un corto sube y baja, donde me detengo en la parte central, para disfrutar de la que es sin duda, una de las calas más bonitas de este parque natural, la cala Culleró, de aguas cristalinas de color azul turquesa, en la que me divierto contemplando a una pareja de cormoranes moñudos, ave típica que se mueve por estos litorales rocosos, que se están sumergiendo en busca de comida.

Pero si algo destaca de este rincón geológico, son las numerosas estructuras de deformación de las rocas, debido principalmente a su orientación Norte, que hace que cuando sopla la tramuntana, junto con la acción del agua salada y el paso del tiempo, se hayan aglutinado un sin fin de formaciones, siendo la más emblemática del paratge de Tudela y del Cap de Creus, la roca Cavallera, que inspiro a Salvador Dalí para pintar el famoso cuadro surrealista, el Gran Masturbador, en el año 1929.

Siguiendo el camino, subo pausadamente, deteniéndome de vez en cuando a pie de camino, intentando identificar algunas rocas, como la roca del Conill (conejo) y otras de invención propia, como un dromedario o una tortuga, puerta de salida de este taller natural, en el que aprovecho para leer la cita de Salvador Dalí "Esta parte entre el Camell y el Águila, que tú conoces y amas tanto como yo mismo, es y debe continuar para siempre siendo geología pura, sin nada que pueda mixtificarlo; me hago una cuestión de principio: Es un paraje mitológico que está hecho para Dioses más que para los hombres, y debe continuar tal y como es."

Esperando que así sea, echo una última mirada atrás, para disfrutar de este magnífico rincón geológico, que se ha formando en torno a la cala Culleró, donde la paleta de colores de los acantilados con la silueta de un velero de fondo, resulta indescriptible.

Cerca de mi destino, camino unos metros por terreno llano, abandono el asfalto para posicionarme en un saliente, desde el que disfruto en todo su esplendor de la bahía de Culip, en la que fondean varias embarcaciones, mientras la voy rodeando hasta llegar al mirador de la cala Culip, que realmente permite ver la cala Gentils, donde los chicos me esperan en el embarcadero, para darnos un baño y practicar snorkel, a la que accedo por una escalera.

Ya en la distancia, se alza el faro del cap de Creus, que indica la proximidad de la bahía de Culip
Hacia la cual me dirijo, realizando un corto sube y baja, parando en la parte central, para ver la cala Cullaró
En la que me divierto, viendo a una pareja de cormoranes moñudos, sumergiéndose en busca de comida
Aunque lo más significativo, son las estructuras de deformación, en la que destaca la roca Cavallera
Que inspiro a Salvador Dalí, para pintar el Gran Masturbador. Foto sacada de la web Museo Reina Sofía
Siguiendo el camino, subo pausadamente, identificando otras formaciones, como el Conill
Y otras de invención propia, como la figura de un dromedario o una tortuga
Antes de continuar, echo una mirada atrás para disfrutar de la paleta de colores que ofrecen los acantilados
Para seguir ya por terreno llano, hasta un saliente, desde el que disfruto de la bahía de Culip
Que rodeo hasta alcanzar el mirador de la cala Culip (cala Gentils)
A la que accedo por unas escaleras
Para darnos un baño y practicar snorkel

Permanecemos una hora en la cala, al final como empieza a ser costumbre, me llevo de regalo una picadura de pez araña, aunque por suerte está vez ha sido en el brazo y no como en otra ocasión, que lo pise.

Recogemos todo, echamos un trago de agua y subimos hasta el mirador de la cala Culip. Antes de regresar al aparcamiento, dejo el camino principal, para tomar a mano izquierda una trocha por la que avanzo entre matorral bajo, hasta llegar a la parte superior de la cala Culip, adornada con su característica barraca, que debido a que posee un acceso más complicado, tiene menos afluencia.

Si bien la trocha continúa bordeando la cala hasta subir al aparcamiento inferior del faro del cap de Creus, lo que es una buena opción para realizar una circular más larga, empezando desde el faro, evitando así el tener que pagar los 5 €, además de que estar pendiente del reloj, yo regreso hasta el mirador donde me espera la familia.

Antes de partir, echamos una última mirada a la bahía de Culip, dominada por el faro del cap de Creus y el bar-restaurante al que más tarde iremos a refrescarnos, desde el que se puede disfrutar de una cerveza con una de las mejores puestas de sol de la costa Brava.

De momento, nosotros regresamos sobre nuestros pasos, observando los detalles de las rocas, hasta alcanzar el desvío hacia el rec de Francaló, donde podemos acortar el recorrido y hacer una pequeña variante por un sendero más agreste, pero mi mujer va con sandalias de montaña, por lo cual, para evitar algún corte con una roca, decidimos continuar por el camino asfaltado que atraviesa el pla de Tudela, en el que descubrimos otras figuras, como la del Lleó marí (león marino), que se nos había pasado.

Una vez llegamos al final del pla de Tudela, mi mujer con los chicos inician la subida al aparcamiento, mientras yo abandono el camino principal, para coger un sendero a mano derecha, por el que guiándome por unas barreras metálicas que sirven para no salirse del sendero establecido (es una reserva natural), alcanzo sin mucho esfuerzo el mirador de Pauperris, en el que rápidamente dos figuras rocosas que me recuerdan la forma de un oso, captan mi atención.

Unos metros más arriba, corono la punta de Pauperris, amplio mirador desde el que disfruto hacia el Sur de todo el pla de Tudela, con las curiosas formas de las rocas esculpidas por los elementos y al Norte, hoy debido a la bruma, tan solo la serra de l'Albera, pero en días despejados se pueden ver varias cumbres de los pirineos, como el Canigó.

Queda algo menos de media hora para el cierre, así que no me entretengo mucho, bajo con cuidado hasta el camino principal, por el que remonto la última subida, dejando a izquierda y derecha, los miradores de la Gran Sala y del pla de Tudela, haciendo un pequeño descanso, en la única sombra que me ofrecen una pareja de enjutos pinos.

De nuevo en marcha, remonto el camino hasta llegar a la altura de Es Camell, donde esta vez sí, dejo el camino principal, para contemplar más de cerca está figura rocosa con forma de camello, y unos metros más adelante, otra roca que se asemeja a la de un león marino, donde disfruto de una amplia panorámica del pla de Tudela, en el que coincido con uno de los guardas que mira el reloj, mientras me dice que falta una pareja que dejo a primera hora el coche.

Yo, inicio el camino de regreso hasta el aparcamiento, donde me espera la familia, recogemos todo, nos montamos en la furgoneta para irnos a tomar algo al bar de faro del cap de Creus y después, vuelta a Empuriabrava, donde vemos teléfono en mano a la pareja que ha llegado tarde, les va a salir cara la broma!


Tras el baño, subimos las escaleras y a mano izquierda, tomo una trocha por la que me acerco 
Hasta la parte superior de la cala Culip, de menor ocupación al tener un acceso más difícil
Después, regreso al mirador, para echar una última mirada a la bahía de Culip
E iniciamos el retorno al aparcamiento, regresando sobre nuestros pasos por el camino asfaltado
Observando los detalles en las rocas
Y descubriendo otras figuras, que se nos han pasado a la ida, como el Lleó mari (León marino)
Hasta llegar al final del pla de Tudela, donde cojo un sendero por el que subo hasta el mirador de Pauperris
En el que rápidamente captan mi atención dos rocas con forma de "oso"
Unos metros más arriba, corono la punta de Pauperris
Amplio mirador, desde el que disfruto hacia el Sur del pla de Tudela
Con las curiosas formas de las rocas esculpidas por los elementos
Y al Norte, de la serra de l'Albera 
Luego, desciendo con cuidado hasta el camino asfaltado, que remonto 
Hasta hacer una pausa, bajo la protección de una pareja de pinos
De nuevo en marcha, subo hasta cerca del aparcamiento, donde está vez sí, me acero a visitar Es Camell
Y unos metros más adelante, una roca con forma de león marino
Desde la que tengo unas bonitas vistas al pla de Tudela, para acto seguido, regresar al aparcamiento
Para irnos a refrescar, al bar del faro del Cap de Creus

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