miércoles, 23 de abril de 2008

Calatañazor

Me unen lazos con la provincia de Soria, ya que mi padre es de un pequeño pueblo de esta provincia, además tenemos un amigo que es de Vinuesa, por lo que prácticamente todos los años, hacemos una visita a la provincia.

Como normalmente mis visitas las aprovecho para pescar, en las aguas cristalinas del Revinuesa o en el embalse de la cuerda del pozo, aprovechando la mañana del domingo, decidimos visitar Calatañazor, un pueblo con mucho encanto, declarado en 1962 Conjunto Histórico-Artístico Nacional en 1962.

El nombre de Calatañazor viene de un pequeño asentamiento (sin descubrir), cerca de la actual situación de esta población, su nombre viene del "Qal`at an-Nusur" que significa Castillo de Águilas. Esta población coge fuerza, ya que según cuenta la leyenda (no aparece documentado), aquí fue donde Almanzor, general de los ejércitos del califa cordobés Hisham II, hasta el momento imbatido y volviendo hacia la Al-Andalús, después de luchar en la rioja, pasa por esta población, donde se produce “la batalla de Calatañazor”, pierde su talismán de imbatible y cae derrotado, muriendo poco después en la cercana población de Medinacelli. De ahí el dicho de “donde Almanzor perdió su tambor”

A Calatañazor se puede llegar desde varios lugares, nosotros lo hacemos por el habitual, tomando desde Soria, la N-122 dirección el Burgo de Osma, y después enlazamos con la comarcal SO-P 5023 que nos lleva enseguida a Calatañazor.
Debido a que se encuentra ubicado en un cerro, dejamos el coche, en un pequeño aparcamiento situado, a las afueras, cerca de la Ermita de la Soledad, en la que destaca su ábside románico y su portada que parece recién restaurada por el buen estado en que se encuentra.
Tras una breve visita, cruzamos las murallas, que dan acceso a Calatañazor, a partir de este punto, nos da la impresión de haber retrocedido en el tiempo, viendo sus casas construidas con piedra y adobe, y sus calles empedradas.
La calle mayor, es la principal calle de esta población, caminar por ella, cuesta lo suyo, por su piso empedrado, y su pronunciada pendiente, algo que se agradece es la escasez de coches, que circulan por ella, ya que tan solo se puede aparcar en la carretera o en la plaza mayor, mientras caminamos podemos ver varios restaurantes donde disfrutar de la gastronomía de la zona, en la que destacan los platos de carne, como el cabrito, la caldereta o el picadillo (esta que te mueres de bueno), los embutidos y los productos del bosque, como las setas, en el que el rey, es el Boletus Edulis.




A mitad de la calle, podemos ver la Iglesia de Nuestra señora del Castillo, construidas entre los Siglos XII y XVI, de origen románico en el exterior,que nos recuerda mucho a la fachada del monasterio viejo de San Juan de la Peña. Del exterior destacamos su portada y encima de ella el óculo, de su interior nada podemos decir, ya que tan esta como la vez anterior estaba cerrada.
Continuando subiendo por la calle mayor, algunos habitantes del pueblo, nos invitan a pasar a sus casas, para ver su pequeño museo, a ya cuando la calle mayor nos lleva a lo más alto del pueblo, podemos ver un grupo de casas con soportales, donde se agrupan varias tiendas donde poder llevarnos un suvenir o compras productos típicos de la zona, de la que recomiendo encarecidamente sus quesos, el chorizo y la cecina, sin desmerecer las mermeladas caseras o alguna pieza de cerámica.





La calle mayor, nos lleva hasta la Plaza Mayor, donde los lugareños y algún turista aprovechan para aparcar el coche, en este punto podemos ver el rollo, un elemento arquitectónico que se utiliza para catalogar la categoría administrativa del lugar, que también se puede ver en la cercana población de Vinuesa.
En esta misma plaza, vemos la estatua de Almanzor, el victorioso general, que cuenta la leyenda que fue derrotado en Calatañazor, aunque no hay datos reales acerco de esto, si que es cierto que murió en Medinacellí, además de estos dos puntos de interés en la plaza mayor, se encuentra el ayuntamiento.
Aprovechamos que desde la plaza mayor, se forman varias calles, para callejear y disfrutar del ambiente tranquilo de Calatañazor, que a pesar de vivir del turismo, no está masificado, como otras poblaciones como el caso de Santillana del Mar (agobiante en verano), después volvemos a la plaza mayor y desde allí, andando unos metros por una pista de tierra, llegamos hasta los restos del Castillo, que hace indicar la importancia que tuvo en su tiempo, esta pequeña población, sin lugar a dudas un punto estratégico, ya que desde este, se tiene una amplia panorámica de toda la vega.
Del castillo no hay muchos datos, se dice que se construyo entre los S.IX – X, aunque puede ser anterior, caminamos entre sus ruinas, de lo que tan solo se salvan algunas de sus torres, la mejor conservada, es la torre del homenaje, que viendo su estado, nos queda claro que no hace mucho que ha sufrido una restauración, el acceso al castillo el gratuito, y la visita es libre.
Desde un extremo del castillo, podemos ver una pequeña necrópolis, con tumbas construidas en piedra, que cuesta comprender como han aguantado el paso del tiempo, por los crudos inviernos que hay en esta zona, a la necrópolis, podemos acceder, por un sendero que parte cerca del castillo, pero como se nos echa el tiempo encima, y desde el castillo se ve bastante bien, decidimos no bajar.






Como hemos salido algo tarde, el tiempo se nos echa encima, y de vuelta al coche, damos un último paseo por sus calles, para descubrir detalles en sus casas, como algunos escudos heráldicos, las chimeneas en forma triangular, sus portalones de madera, que tanto me recuerda cuando iba a casa de mis abuelos en un pueblo de Soria.
Para próxima visita, nos dejamos para visitar la pedanía de Avioncito de Calatañazor, y dar un paseo por su sabinar donde se puede ver especies de más de veinte metros de altura y ocho centímetros de grosor.


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