lunes, 22 de abril de 2019

Circular a la Pedriza desde Canto Cochino (collado de la Ventana, Pared de Santillana, collado de la Dehesilla y el Yelmo)


La sierra de Guadarrama, es una alineación montañosa perteneciente a la mitad este del sistema central, integrada casi en su totalidad desde el año 2013 en el Parque Nacional de la Sierra de Guadarrama, que recibe el nombre del río Guadarrama, palabra que proviene del árabe Uad-ar-rámel, que significa río del arenal.

Con una longitud de 80 kilómetros, se extiende entre las provincias de Madrid, Segovia y Ávila. Comienza en el valle del río Alberche, que la separa de la sierra de Gredos y termina en el puerto de Somosierra, siendo su máxima altitud con 2.428 metros, el pico Peñalara, que hace de división entre las cuencas del Duero, al noroeste y del Tajo, al sureste.

En la vertiente Sur, dentro del término municipal de Manzanares el Real, al noroeste de la Comunidad de Madrid, se encuentra una gran masa de rocas magnéticas, de grandes dimensiones, consolidada en la corteza terrestre a gran profundidad, conocida como La Pedriza, formada por numerosos arroyos, praderas, canchales, paredes rocosas y riscos, que durante millones de años la acción de los elementos han moldeado, haciendo de este lugar un taller de escultura al aire libre.

Aprovecho que tengo unos días de fiesta, para acercarme este fin de semana hasta Manzanares el Real, donde el amigo Carlos (Zancadas Ligeras), buen conocedor de esta parte de la sierra de Guadarrama, me ha preparado una amplia circular, con la idea de ver el mayor número de formaciones, además de subir a las cimas del risco de la Pared de Santillana y al Yelmo.



La noche ha sido fresca, me levanto a las 8 de la mañana, desayuno, arreglo la furgoneta y preparo la mochila mientras Carlos llega desde Madrid. Poco a poco, el aparcamiento de Canto Cochino se va llenando, cerca de las 08:30 iniciamos la marcha bajando hasta el cauce del río Manzanares, observando como lentamente el sol se va levantando, dejando a la sombra a la Tortuga a la que se puede acceder por su conocida vía ASA (IV+, 160 m.), mientras los primeros rayos iluminan las puntas de los Riscos de la Pedriza Posterior.

Una vez junto al río, lo cruzamos por sendas pasarelas hasta alcanzar los Barracones, punto en el que comenzamos la circular, donde convergen el GR.10 y el sendero local PR-M2, más conocido como la Autopista, por la que continuamos por amplio camino de tierra que se bifurca en dos, tomando el ramal de la derecha que rápidamente nos adentra en un bonito pinar, ¡anda pero si en la Pedriza no solo hay piedras!.

Paralelos al cauce del arroyo de la Ventana, observo que hay un sendero que va pegado a la margen izquierda del arroyo, nosotros continuamos por Autopista tomando de referencia las marcas blancas y amarillas, en el que al pie del camino aparecen los primeros bolos, redondeadas rocas de granito cuyo origen está en la erosión de la parte inferior de un domo, mientras entre los pinos capta nuestra atención un grupo de cabras montesas que caminan sobre unas terrazas y en la parte inferior, una gran roca con la forma de una cabeza de perro.

Poco a poco vamos ganando desnivel, cuando alcanzamos el segundo kilómetro llegamos a una bifurcación, en la que a nuestra izquierda tenemos la opción de subir al Cancho de los Muertos y unos metros más adelante, a mano derecha, un nuevo sendero que va al refugio de Giner de los Ríos, descartando ambas opciones para seguir por el camino principal.

En algunas ocasiones, el pinar clarea, pudiendo disfrutar de tres de las figuras más representativas de esta zona de la Pedriza, el Pájaro, los Guerreros y el Platillo Volante. Tras un ligero descenso, llegamos junto al cauce del arroyo de la Ventana, donde abandonamos el PR-M2 que se dirige al Norte hacia las Torres de la Pedriza, para tomar un sendero a mano derecha por el que cruzamos el arroyo de la Ventana.

Desde el aparcamiento de Canto Cochino
Iniciamos el recorrido, observando la Tortuga
Mientras el sol va iluminando, las agujas que conforman los riscos de la Pedriza Posterior
Hasta llegar junto al río Manzanares, que cruzamos por sendas pasarelas de madera, hasta los Barracones
Punto en el que comenzamos la circular, tomando la la Autopista, que rápidamente nos adentra en un pinar
Por el que avanzamos en suave ascenso paralelos al cauce del arroyo de la Ventana
En el que a nuestro paso, aparecen los famosos bolos
Mientras entre los pinos
Capta nuestra atención un grupo de cabras montesas
Y en la parte inferior, una enorme roca con forma de cabeza de perro
Cuando el bosque clarea, aparecen tres de las figuras más representativas de esta parte de la Pedriza
El Pájaro (izquierda), los Guerreros (derecha)
Y el Platillo Volante
Tras un ligero descenso, alcanzamos el cauce del arroyo de la Ventana, que cruzamos
Dejando el sendero principal, que se dirige al Norte, hacia las Torres de la Pedriza

Ya en la margen derecha, comenzamos a ganar desnivel de forma rápida, siguiendo el sendero que va remontando el arroyo de la Ventana, por el que seguimos atravesando el pinar bajo la protección del Pájaro, que se deja ver en contadas ocasiones.

A medida que vamos ganando desnivel, el pinar va clareando, los pinos comienzan a dar paso a la gayuba y el panorama se va abriendo, disfrutando de unas fantásticas vistas hacia el Oeste, de la cresta que forman las Milaneras y Tres Cestos, con el Patriarca en medio.

Tras un giro de 90º, el sendero nos encamina hacia la Cuerda de los Pinganillos, en el que sobre sus afiladas rocas los buitres se posan esperando las térmicas. Poco a poco, la pendiente se va suavizando, ante nuestros ojos aparece el Risco de la Ventana que en un lateral dispone de un vivac, antesala de nuestro primer objetivo de la jornada, el collado de la Ventana, al que llegamos en apenas cinco minutos, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas, además de algunos hitos.

Como ya hemos superado las dos horas de caminata y la mayor parte del desnivel del recorrido (unos 800 metros), a resguardo del viento, aprovechamos para descansar un rato, comer, mientras disfrutamos de la majestuosa pared del Cerro de los Hoyos, que hace de frontera natural con la Pedriza Posterior, del mar de nubes que cubre las zonas bajas y de una de las estribaciones rocosas de la Cuerda Larga, la sierra de la Cabrera.

Ya en la margen derecha, continuamos remontando el arroyo de la Ventana, por un sendero
Que sigue atravesando el pinar, bajo la protección del Pájaro
A medida que vamos ganando desnivel
El pinar va clareando
Los pinos dan paso a la gayuba, abriéndose el panorama 
Pudiendo disfrutar hacia el Oeste, de la cresta que conforma las Milaneras y Tres Cestos
Tras un giro de 90º
El sendero nos encamina hacia la Cuerda de los Pinganillos
Donde los buitres se posan sobre sus afiladas agujas, a la espera de una buena térmica
Poco a poco, la pendiente se va suavizando 
Ante nuestros ojos aparece la figura del Risco de la Ventana, antesala de nuestro siguiente objetivo
El collado de la Ventana, al que llegamos tomando de referencia las marcas blancas y amarillas
En el collado, aprovechamos para descansar disfrutando de la pared natural del Cerro de los Hoyos
Y de una de las estribaciones rocosas de la Cuerda Larga, la sierra de la Cabrera

Si hasta el momento nos hemos dedicado a ganar desnivel caminando por un precioso pinar, observando las diferentes esculturas naturales, ahora, es tiempo de recorrer la parte alta, la más atlética, en la que nos tocará agacharnos, estirarnos y probar la adherencia de nuestras zapatillas en la roca. Así que sin más dilación, nos ponemos en marcha hasta enlazar con la Senda del Termes por la que discurre el PR.1, que dirección Sur nos encamina hacia un pequeño pasillo en la roca, con un precioso mar de nubes de fondo, que tras atravesar nos deposita en la cara Norte de la Pared de Santillana, custodiada por un pequeño mogote.

Si bien su vertical cara Sur requiere ser ascendida por las clásicas vías de escalada, la cara Norte resulta más sencilla, ya que en la parte central tiene una larga chimenea, por la que comenzamos a ascender asiéndonos a la roca, que ofrece buenos apoyos tanto para pies como manos, con pasos que no superan el IIº, por la que sin muchas dificultades llegamos a tan solo unos metros de la cima, en la que nos llama la atención como una enorme roca se mantiene en un perfecto equilibrio, asombroso!.

Ahora, tan solo nos queda caminar sorteando los rocas a uno y otro lado, alcanzando la redondeada cima de la Pared de Santillana, desde la que contemplamos el cordal que conforman las Cuatro Damas y la Cara, además de otro de los objetivo del recorrido, el Yelmo, que Carlos sabiamente ha incluido dentro de la circular, pero no ha tenido en cuenta que cuando uno visita por primera vez un lugar, todo cuesta más, no por el esfuerzo sino por el tiempo que se pierde en las múltiples paradas para disfrutar del entorno y fotografiarlo, veremos que pasa …

Tras otear el paisaje, iniciamos el descenso, nos aproximamos hasta la entrada de la chimenea, por la que destrepamos uno pegado al otro, para evitar que en caso de arrastrar una piedra está coja velocidad e impacte con fuerza en el compañero y en mi caso, disfrutando de la adherencia clásica de la Pedriza, donde compruebo como las zapatillas agarran en la roca más de lo que parece.

Una vez abajo, recuperamos la senda del Termes, por la que vamos rodeando la Pared de Santillana, atravesando por el único punto posible la muralla natural que conforma está, con la linea de acantilados. Tras realizar una sencilla trepada, el horizonte se expande, pudiendo contemplar el mogote de los Suicidas que domina un canchal, por el que vamos avanzando como las cabras, saltando de roca en roca, dejando atrás la desafiante y vertical cara Sur de la Pared de Santillana, con su vía Sur Clásica (115 metros y V+), apta solo para expertos escaladores acostumbrados a manejarse en la técnica de la adherencia, tal habitual por estos lares pero inusual en el resto de la península.

Sin más dilación, enlazamos con la Senda del Termes, por la que continuamos con un precioso mar de nubes
Hacia un estrecho pasillo en la roca, que tras atravesar
Nos deposita en la cara Norte de la Pared de Santillana, custodiada por un pequeño mogote
Por la que comenzamos a trepar por su chimenea central, con pasos que no superan el IIº
Hasta salir a unos metros de la cima, donde llama la atención un enorme bloque en equilibrio
Desde el que caminamos sorteando las rocas, hasta alcanzar la cima de la Pared de Santillana
En la que disfrutamos de las vistas hacia el cordal que conforma la Cara y las Cuatro Damas
Al Yelmo, al que queremos ascender si el tiempo nos lo permite
Y al Cerro de los Hoyos, de donde venimos
Tras otear el paisaje, descendemos por la chimenea
Hasta alcanzar la base de la Pared de Santillana, donde recuperamos la Senda del Termes
Por la que vamos rodeando la Pared de Santillana, atravesando por el único punto posible la muralla natural
Tras una sencilla trepada, el horizonte se expande, pudiendo contemplar el mogote de los Suicidas
Que domina un canchal, en el que vamos saltando como las cabras de roca en roca
Dejando atrás la desafiante y vertical
Cara Sur de la Pared de Santillana

A la sombra de un roble, bajo la protección de la cara Sur de la Pared de Santillana, hacemos un receso en el camino para echar un trago de agua, antes de comenzar el largo descenso hacia el visible collado de la Dehesilla, cuya cercana visión engaña, ya que si bien en distancia está cerca, el laberinto de rocas que conforma la Pedriza nos va a obligar a dar mil y una vueltas.

Como ahora vamos a estar protegidos por el viento, aprovecho para quitarme el abrigo, después, iniciamos el descenso por una senda apenas imperceptible que se pierde entre un mar de rocas, salpicado con algún solitario roble, donde tenemos que estar parando constantemente para avistar las marcas blancas y amarillas del PR.1, que estratégicamente se encuentran colocadas en este intrincado tramo del recorrido, en el que nos toca agacharnos para pasar por un túnel natural formado por la unión de varios bloques de granito, que nos saca de este atlético tramo, que ofrece una pincelada de lo que es la esencia de la Pedriza.

Nada más salir, recuperamos la senda que rápidamente nos adentra en una mancha de pinos, en el que aprovechamos que el terreno nos es favorable para trotar un poco, hasta que salimos a cielo abierto, dejando atrás el mogote de los Suicidas y la Pared de Santillana, para adentrarnos en una plaza custodiada por el mogote conocido como la Bola de Navajuelos y la Bota, en el que me quedo con la boca abierta ante la inmensidad que nos rodea, impresionante!

Sin duda, el lugar acongoja, nos encontramos rodeados de altivas paredes de granito que nos hace parecer una pulga, mirando en rededor, trato de buscar la salida que parece que no existe, pero Carlos me indica una pequeña oquedad a mano izquierda entre los bloques, marcada con las marcas blancas y amarillas, que si bien se puede salvar por arriba, yo prefiero hacerlo arrastrándome entre las rocas, oye que para eso he venido!, saliendo al Jardín de Navajuelos, donde vemos las figuras de las Llamas, el Torro ... en el que hacemos una pequeña pausa para seguir disfrutando de tan magnífico circo rocoso, en el que los bolos se amontonan unos con otros, de una forma perfecta, aunque tarde o temprano alguno acabará rodando hacia el fondo.

Ensimismado ante la magnitud de lo que estoy contemplando, Carlos me avisa que aún no estamos en el Ecuador del recorrido, el reloj en cambio corre más de lo que nos gustaría, pero es que entre las múltiples paradas que hago para sacar fotos, admirar el paisaje y que avanzar por este terreno resulta entretenido pero lento.

A la sombra de un roble, hacemos un receso. Después, iniciamos el descenso por una senda
Que se pierde en un mar de rocas, salpicado con algunos robles, donde nos detenemos buscando 
Las marcas amarillas y blancas del PR.1, que en este intrincado tramo
Nos guían hacia el visible collado de la Dehesilla
En el que nos toca agacharnos para atravesar un túnel natural, formado por la unión de bloques de granito
Que nos saca a una bonita mancha de pinos, en la que recuperamos la senda
Hasta salir unos metros más adelante a cielo abierto
Dejando atrás la Pared de Santillana y el Mogote de los Suicidas
Para adentrarnos en una plaza
Presidida por el imponente mogote conocido como la Bola de Navajuelos
Y la Bota
Mirando en rededor, trato de buscar una salida que parece que no existe, pero Carlos me indica 
Una pequeña oquedad, marcadas con las marcas blancas y amarillas
Por la que salimos al Jardín de Navajuelos, en el que vemos las Llamas y el Torro

Sin más dilación, nos ponemos en marcha deslizándonos por la roca hasta llegar al suelo, donde continuamos en ligero ascenso por una trocha que nos adentra en un robledal cubierto de bloques de granito, en los que nos vamos guiando tomando de referencia los hitos o las marcas de pintura del PR.1, en el que de vez en cuando nos toca realizar algún paso atlético, estirándonos bien de piernas.

Chino a chano vamos avanzando, alcanzamos una pequeña replaceta donde entre las ramas de los árboles podemos disfrutar de la cuerda que conforma la Cara y las Cuatro Damas, por las que más tarde deambularemos, aunque antes nos alejamos unos metros de la senda, para subir por una oquedad, donde nos encontramos frente a frente con un buen ejemplar de macho cabrío que nos mira con desconfianza, alejándose de nosotros para mantener una distancia prudencial.

Tras este agradable encuentro, regresamos al sendero principal, echamos una mirada atrás, para acto seguido continuar dirección Este atravesando un estrecho pasillo, donde extendiendo las manos podemos tocar las rocas con las manos. Nada más sortear este bonito paso, el sendero empieza a perder desnivel de forma pronunciada, por lo cual descendemos pausadamente asiéndonos a los troncos o ramas de los robles que salen a nuestro paso y apoyando las manos sobre las rocas, para evitar resbalarnos con los famosos garbancitos de la Pedriza, que junto con las hojas caídas de los robles, hacen que el sendero sea una pista de patinaje.

De la nada, aparece ante nosotros los dos monolitos gemelos que conforman el Risco Mataelvicial, en el que observamos el diedro y las fisuras por las que discurre la vía Mayayo (100 metros y 6a), a cuya base nos acercamos hasta que el sendero realiza un giro hacia el Sur, gateando por un pasadizo rocoso, en el que los robles ganan presencia.

Una vez al otro lado, aparece de nuevo la cresta que conforma la Cara y las Cuatro Damas, además de nuestro siguiente objetivo, el collado de la Dehesilla, hacia el que vamos bajando por el sendero que va perdiendo inclinación, hasta salir cielo abierto, dejando atrás el robledal para llegar al collado de la Dehesilla, también llamado la Silla, frontera natural entre la Pedriza anterior y la posterior, en el que aprovechamos la sombra de una encima para descansar, mientras disfrutamos de las vistas, estamos a 1.453 metros.

Sin más dilación, continuamos en suave ascenso por una trocha que nos adentra en un robledal
Siguiendo las marcas blancas y amarillas del PR.1 o los hitos, hasta alcanzar una replaceta
Donde entre las ramas de los árboles, podemos disfrutar del cordal que conforman
La Cara (derecha) y las Cuatro Damas (izquierda), por la que más tarde deambularemos
Pero antes nos alejamos unos metros, para toparnos de frente con un macho cabrío, que toma distancia
Tras este agradable encuentro, regresamos al sendero principal, echamos una mirada atrás
Para acto seguido, continuar dirección Este atravesando un estrecho pasillo
Nada más sortearlo, el sendero comienza a perder desnivel de forma pronunciada
Por lo cual, descendemos pausadamente asiéndonos a los troncos o ramas de los robles
Pasando junto a la base del Risco de Mataelvicial
Hasta que el sendero realiza un giro hacia el Sur, gateando por un pasadizo rocoso
Una vez al otro lado, aparece de nuevo el cordal que conforma la Cara y las Cuatro Damas
Además del collado de la Dehesilla, hacia  el que vamos bajando por el sendero que va perdiendo inclinación
Dejando atrás el robledal, para salir a cielo abierto y alcanzar el collado de la Dehesilla 
En el que paramos a descansar, mientras disfrutamos de las vistas

Si al comienzo del recorrido el protagonista fue el extenso bosque que puebla la parte baja de la Pedriza, en el anterior han sido los pasos atléticos y la adherencia, con los que hemos tenido que superar tanto por arriba como por abajo los bloques de granito, mientras que en el siguiente tramo, vamos a disfrutar de una amplia colección de esculturas naturales, que nos obligará a ir con los ojos y la mente abierta, para ver e imaginar lo que cada una de ellas representa.

Encrucijada de senderos, en el collado de la Dehesilla se nos abren varias opciones, nosotros cogemos el sendero que dirección Sur/Este nos ha de llevar hasta el collado próximo a la Cara y las Cuatro Damas, por el que comenzamos a subir tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PR.1 o los múltiples hitos que hay apostados a lo largo del sendero, en el que enseguida me percato del cambio de vegetación en esta zona de la Pedriza Anterior, donde la gayuba, el brezo y las jaras pueblan las laderas.

Poco a poco la pendiente va aumentando, el sendero comienza a describir una serie de giros, perfectamente balizados con los que vamos ganando desnivel de forma pausada pero cómoda, pudiendo echar de vez en cuando una mirada atrás para disfrutar de las vistas hacia la Pedriza Posterior que se van ampliando, donde la Pared de Santillana se hace visible, al igual que Tres Cestos y las Milaneras, mientras la Cuerda Larga permanece oculta entre las nubes.

Cerca del collado, el terreno se vuelve más agreste, el claro sendero que hasta ahora seguíamos se difumina a tramos entre la roca, teniendo que realizar algún paso atlético, en el que de nuevo probamos la adherencia de las zapatillas en la roca, alcanzando sin muchos problemas un pequeño collado que da paso a un amplio valle, en el que nos adentramos siguiendo la senda Maeso, que nos permite descubrir un sinfín de esculturas naturales talladas a base de viento, agua, hielo y el paso del tiempo, en el que Carlos me va dando a conocer el nombre de cada una de ellas, saliendo a nuestro paso, la Cara, las Cuatro Damas, Snoopy, Caperucita con el embalse de Santillana de fondo, la Punta Blanquita, el Acebo o el Arco de Cuchilleros.

Desde el collado de la Dehesilla, cogemos el sendero que siguiendo las marcas blancas y amarillas del PR:1
Nos ha de llevar hasta el pequeño collado próximo a la Cara y las Cuatro Damas
Donde me percato como en esta parte los robles, han dado paso a la gayuba, el brezo y las jaras
Poco a poco la pendiente se va acentuando, el sendero comienza a describir una serie de giros
Con los que vamos ganando desnivel, ampliándose las vistas hacia Tres Cestos, las Milaneras
Y la Pared de Santillana
Cerca del collado, el sendero se difumina teniendo que realizar algunos pasos atléticos
Hasta que vuelve aparecer, unos metros antes de llegar al collado
Próximo a la cresta que conforman
Las Cuatro Damas (izquierda), la Cara (derecha)
Y Snoopy
Donde continuamos por la senda Maeso
Disfrutando de este museo al aire libre, con Caperucita y el embalse de Santillana de fondo
La Punta Blanquita
El Acebo o el Arco de Cuchilleros

Atónito ante lo que mis ojos van captando, dejamos atrás el Arco de Cuchilleros avanzando lentamente por la senda que nos va acercando al Yelmo, cuya pradera alcanzamos, pudiendo tener la opción de continuar bajando hasta la Gran Cañada o desviarnos para subir al Yelmo, opción por la que finalmente nos decantamos tras enumerar los pros y las contras.

Así que desde la pradera del Yelmo, abandonamos la senda principal para coger otra a mano derecha, que entre vegetación arbustiva nos lleva por medio las caras Norte y Este del Yelmo, por la que cruzamos una pequeña llanura de tierra, donde comenzamos a remontar una secuencia de placas de granito con bastante soltura, ya que poco a poco me he ido acostumbrado a la adherencia, bordeando el Yelmo, hasta llegar a la base de la chimenea de su cara Norte, que como suele ser habitual se encuentra bastante concurrida.

En realidad, más que una chimenea es una fisura en la roca de unos 25 metros de longitud, que tiene fama por lo estrecha que es. Nada más bajar un grupo, nos introducimos en ella, la primera sensación es que no es tan estrecha como dice la gente, eso, o es que yo soy bastante delgado y me desenvuelvo cómodamente en su interior, avanzando sin apenas complicaciones empleando la técnica de oposición, utilizando pies y manos, siempre con tres apoyos en la roca, que con su estrechez, además de los buenos agarres que ofrece en algunos puntos la roca, pasamos al otro lado, más rápido de lo esperado, aunque seguro que con la roca mojada o con hielo, la cosa cambiará.

Una vez fuera de la chimenea, enlazamos con una amplia placa tumbada, por la que avanzamos hasta su parte final, en la que realizamos una sencilla trepada que nos deja a los pies del vértice geodésico del Yelmo, desde el que obtenemos una amplia panorámica hacia la zona de la Pedriza Posterior y el embalse de Santillana.

Atónito por lo que estoy viendo, dejamos atrás el Arco de Cuchilleros
Avanzando lentamente hacia el Yelmo, cuya pradera alcanzamos
Para tomar a mano derecha otra, que entre vegetación arbustiva nos lleva entre las caras Noreste
Por la que cruzamos una pequeña llanura
Donde comenzamos a remontar
Una secuencia de placas tumbadas de granito
Bordeando el Yelmo, hasta alcanzar el inicio de la chimenea Norte
En la que nos adentramos, avanzando en su interior utilizando la técnica de oposición
Y ayudándonos de los agarres naturales que nos ofrece la roca, saliendo de la chimenea
Y alcanzando una placa tumbada, desde la que divisamos el vértice geodésico del Yelmo
Al que llegamos tras realizar una trepada y desde el que disfrutamos de las vistas hacia la Cuerda Larga
La Pedriza Posterior
Y el embalse de Santillana

Son las tres de la tarde, permanecemos el tiempo justo para realizar las pertinentes fotografías, después, iniciamos el descenso hasta la entrada de la chimenea, que atravesamos de nuevo por oposición, recuperamos las mochilas que habíamos dejado para poder pasar más cómodamente, para acto seguido regresar sobre nuestros pasos, bajando con firmeza por las placas de granito, hasta alcanzar la pradera del Yelmo.

Aunque podríamos continuar unos metros más hacia el Este hasta enlazar con la senda Maeso, para bajar por el PR.1 a la Gran Cañada. Preferimos seguir dirección Sur/Oeste atravesando la pradera del Yelmo, para ver el manantial del Risco de la Fuente, situado bajo la espectacular cara Sur del Yelmo, donde mentalmente vamos recorriendo las vías Calavera (V 130 metros) y Hermosilla (V+ 130 metros), en las que vemos como varias cordadas están escalando, además de un grupo de cabras que lo hacen de manera natural, pasando olímpicamente del gentío que se aglutina en esta zona del Yelmo, acostumbradas a convivir con los escaladores.

Siguiendo el sendero que pasa en su integridad por la base de la cara Sur del Yelmo, comenzamos a descender dirección Sur/Oeste por un terreno mixto de roca y vegetación arbustiva, en el que el sendero se transforma en una trocha, por la que tenemos que ir ojo avizor para no perderla, ya que a tramos las jaras que tienen un buen porte invaden la trocha, que en ocasiones perdemos, al echar una mirada atrás para admirar la cara Sur del Yelmo, en la que vemos por donde discurre una de sus vías clásicas, la Valquiria (V+130 metros), además de los riscos de la Torre Valentina y el Murciélago. 

El calor a estas horas comienza a ser latente, las piernas acusan el esfuerzo, Carlos me ofrece una pastilla de glucosa para evitar que los cuádriceps poco acostumbrados a tantos estiramientos se agarroten. Echo un trago de agua y continuamos ya más relajados por la trocha principal, de la que van saliendo un sinfín de ramales hechos por el paso de los animales, que al final nos acaban equivocando, abandonando de manera fortuita la trocha principal.

Mirando con atención, comprobamos que apenas nos hemos desviado unos metros, al mismo tiempo que observamos como la Cañada Real se encuentra muy cerca de donde estamos, aunque debemos de salvar un resalte, así que sin pensárnoslo mucho decidimos continuar monte a través, buscando las zonas más despejadas de vegetación, mientras disfrutamos de las vistas hacia el embalse de Santillana, alcanzando con más problemas de los esperados la Gran Cañada, donde enlazamos de nuevo con el PR.1 que se dirige a Canto Cochino.

Desde la cima, descendemos hasta la chimenea que atravesamos por oposición
Recuperamos las mochilas, para acto seguido regresar sobre nuestros pasos, bajando por las placas de granito
Hasta alcanzar la pradera del Yelmo, donde cogemos el sendero que dirección Suroeste
Que atraviesa la pradera del Yelmo, para ver el manantial del risco de la Fuente
Situado bajo la cara Sur del Yelmo, en la que vamos recorriendo mentalmente las vías Calavera o Hermosilla
En las que vemos a varias cordadas y a un grupo de cabras que escalan de forma natural
Ajenas al gentío que se aglutina en esta cara del Yelmo
Siguiendo el sendero, comenzamos a descender por un terreno mixto de rocas y vegetación arbustiva
En el que el sendero se transforma en una trocha, invadida por las jaras, en la que tenemos que ir ojo avizor
Que en ocasiones perdemos al echar una mirada atrás, para admirar la cara Sur del Yelmo y su vía Valquiria
Además de otros riscos cercanos
Como la Torre Valentina (centro) y el Murciélago (derecha)
Como estamos cerca, decidimos bajar monte a través, disfrutando de las vistas hacia el embalse de Santillana
Hasta llegar con más dificultades de las esperadas a la Cañada Real

En este punto, conectamos con el PR.1 que pasa junto al Elefantito, para continuar dirección Oeste atravesando la pradera por un sendero que rápidamente se bifurca en dos,  tomando el ramal de la derecha balizado con las marcas blancas y rojas del GR.10, por el que comenzamos a descender disfrutando de las vistas hacia la Cuerda de los Porrones, los picos de la Maliciosa, la Bola del Mundo y de la Cuerda Larga.

Siguiendo el sendero, atravesamos un bonito paso entre bloques de granito, que nos deja a los pies del “Cochino” de Canto Cochino, mientras a nuestra derecha observamos un grupo de formaciones rocosas en la que nos llama la atención un bolo en equilibrio y el espolón Oeste de la Peña Sirio (V- 190 metros), cuyo curioso nombre fue dado por los hermanos Kindelán, que junto con Pablo Martínez en el año 1913 realizaron la primera ascensión reconocida, ya que desde su chozo situado en la otra vertiente veían salir la estrella Sirio tras este risco, en el que ahora se posan los buitres.

A medida que vamos perdiendo desnivel, la pendiente se va acentuando, el sendero por el que bajamos a estas horas se encuentra bastante concurrido, por lo que vamos alternándolo con algunas torrenteras con el firme bastante descompuesto, desde las que ya podemos ver unos metros más abajo el aparcamiento de Canto Cochino, al que poco a poco nos vamos acercando, cruzando la senda Maeso que va paralelo al cauce del arroyo de la Ventana, que pasamos por una pasarela de madera, para continuar por amplio sendero a la sombra de algunos pinos, que nos ofrecen una necesaria sombra a estas horas, hasta alcanzar los Barracones donde cerramos el círculo.

Ya, tan solo nos queda desandar 200 metros hasta Canto Cochino, así que cruzamos por la pasarela el río Manzanares, cogemos la pista asfaltada por la que subimos del aparcamiento inferior al superior, finalizando tras casi ocho horas esta bonita, atlética e interesante circular, por uno de los parajes que hace tiempo quería recorrer, esperando que esta sea la primera de otras que la precedan, no sin antes echar una última mirada en derredor, para disfrutar del Cancho de los Muertos y de la Tortuga, ahora si iluminados por el sol.


En este punto, atravesamos la pradera, hasta alcanzar una bifurcación, donde tomamos el ramal de la derecha
Por el que comenzamos a descender, disfrutando de las vistas hacia la Maliciosa, la Bola del Mundo ...
Tomando de referencias las marcas blancas y rojas del GR.10, que atraviesa un paso entre rocas
Que nos deja a los pies del "Cochino", de Canto Cochino
Mientras a nuestra derecha, nos llama la atención un bolo en equilibrio
Y el espolón Oeste de la Peña Sirio
Sobre el que se posan los buitres
A medida que vamos perdiendo desnivel, la pendiente se acentúa, el sendero se encuentra concurrido
Por lo que vamos alternándolo con algunas torrenteras, desde las que vemos Canto Cochino
Al que nos vamos acercando; cruzando el arroyo de la Ventana
Para continuar bajo la sombra de los pinos, por amplio sendero hasta los Barracones, cerrando el círculo
Ya, tan solo nos queda desandar el camino, así que cruzamos por una pasarela, el cauce del río Manzanares
Para coger la pista asfaltada por la que subimos a Canto Cochino, en el que echamos una última mirada al Cancho de los Muertos
Y a la Tortuga

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