El Valle de Ordesa, está ubicado en el Pirineo Central de Huesca, en la comarca del Sobrarbe, que, hasta principios del siglo XIX, los únicos que lo conocían, eran contrabandistas, pastores y cazadores, gente que no sabía escribir o no se preocupaba de hacerlo, así que fuera de los valles, nadie tenía noticias de la existencia de este y otros enclaves del pirineo.
Catalogado por la UNESCO, como Patrimonio de la Humanidad, el 16 de agosto de 1918, impulsado por el español; Pedro Pidal, marqués de Villaviciosa, fue declarado Parque Nacional <<Valle de Ordesa>>, que se amplió y recalifico el 13 de julio de 1982, quedando el actual Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido, que con una superficie de 15.608 ha, engloba los términos municipales de Bielsa, Fanlo, Puértolas, Tella-Sin, Torla-Ordesa y Broto.
En las zonas altas, destaca una parte de la cresta Norte, desde el Monte Perdido (3355 metros) hasta los Gabietos (3034 metros), toda una sucesión de picos de más de 3000 metros, en la se abre una impresionante grieta, la Brecha de Rolando, paso natural entre Francia y España, mientras en las zonas bajas, el Valle de Ordesa, un espectacular valle glaciar en forma de <<U>>, situado al suroeste del Macizo del Monte Perdido, por cuyo fondo el río Arazas, va descendiendo en una sucesión de cascadas.
La primera, comienza en el inicio del valle, en el Circo de Soaso, conocida como <<La Cola de Caballo>>, que se abre en un abanico blanco que se desliza roca abajo, pasando por las Gradas de Soaso, una sucesión de cascadas escalonadas, hasta las cascadas del Estrecho, la Cueva y Arripas, siendo estas tres últimas, las que voy a visitar con mis padres, subiendo por la margen izquierda, para regresar por la margen derecha del río Arazas.Entre operaciones y confinamientos, llevo casi tres años sin hacer ninguna actividad con mis padres. Aprovechando un viernes que tengo fiesta por ERTE, decido que ya es hora de que salgan de la rutina, así que planeo un recorrido, que cumpla con tres requisitos: corto, sin grandes subidas y con sombras, así que decido que iremos hasta la Pradera de Ordesa, para realizar la circular hasta la cascada del Estrecho.
Mis padres, me comentan de comer de restaurante, mirando un poco por internet, veo que los precios son desorbitados para un día entre semana, está claro que la hostelería ha sufrido mucho en la pandemia, pero quien no, por lo que me niego rotundamente en pagar el gusto y la gana, así que llevamos una tortilla de patata con algo de embutido, y en La Nave, compramos el pan con una torta de manzana, de la que damos cuenta allí mismo.
Pasadas las 10, llegamos a la Pradera de Ordesa, que para ser un día entre semana se encuentra a reventar (no quiero imaginar cómo estará el fin de semana). Unos minutos más tarde, comenzamos a caminar atravesando el aparcamiento, hasta enlazar con el Camino de Soaso, por el que rápidamente nos adentramos en un espectacular hayedo-abetal, por el que caminamos plácidamente, alternando tramos de bosque con pequeñas explanadas, conocidas en la zona como <<lañas>>, pasando junto a la hornacina de la Virgen del Pilar.
Encrucijada de caminos, obviamos el sendero que sube hacia la Faja de Racón y las clavijas de Cotatuero, para continuar por terreno despejado, paralelos a la margen derecha del río Arazas, observando las proas, torreones y diversas formas, que adopta la muralla rocosa de la Sierra de las Cutas, hasta adentrarnos definitivamente en el bosque, que nos protegerá del sol hasta el final del recorrido, admirando algunas hayas de gran porte, un árbol de crecimiento lento pero que puede llegar a los 40 metros de altura, con unas raíces superficiales, que hace que no sea fácil, que bajo su copa, crezca la hierba, además de producir un componente tóxico para otras plantas.
Tomando de referencia las marcas blancas y rojas del GR.11, continuamos caminando ya en ligero ascenso, atravesando un espeso bosque en el que apenas entra la luz del sol, cruzando el barranco de las Ollas, que forma una bonita cascada antes de desembocar en el cauce del río Arazas, en el que a medida que vamos ganando desnivel, oímos como sus aguas “rugen más”, síntoma de que estamos cerca de la cascada de Arripas, que visualizamos desde un mirador situado a pie del camino, aunque molesta la cantidad de gente que se agolpa, así que decidimos subir un poco más arriba de la fuente de Arripas, donde casi en soledad, la vemos con mayor claridad, seccionada en varias alturas, que se expande como un abanico en el salto principal, por lo que también es conocida como la cascada del Abanico.
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Desde Zaragoza, vamos hasta la bella población de Torla con el Mondarruego de fondo |
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Por la que accedemos a la Pradera de Ordesa, en la que comenzamos a caminar, hasta enlazar |
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Con el Camino de Soaso, en el que alternamos largos tramos de bosque, con <<lañas>> |
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Hasta alcanzar la hornacina de la Virgen del Pilar, encrucijada de caminos, donde continuamos |
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Paralelos por la margen derecha del río Arazas, disfrutando de las proas |
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Torreones |
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Y demás formaciones de la Sierra de las Cutas, hasta adentrarnos |
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Definitivamente en un precioso hayedo-abetal |
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Admirando algunas hayas, que pueden alcanzar los 40 metros de altura |
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Con unas raíces superficiales, que captan la atención |
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Tomando de referencia las marcas blancas y rojas del GR.11, continuamos en ligero ascenso |
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Cruzando el barranco de las Ollas, que forma una cascada antes de desembocar en el río Arazas |
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Mientras a medida que vamos ganando desnivel, oímos como sus aguas "rugen más" |
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Síntoma de la cercanía de la cascada de Arripas, a cuyo mirador llegamos, aunque debido a la gente |
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Preferimos subir un poco más arriba de la fuente de Arripas, para disfrutarla en soledad |
Antes de continuar, elevamos la mirada para disfrutar de los paredones calizos de la sierra de las Cutas, por los que discurre la faja de Pelay, que queremos recorrer en parte, este otoño, para subir por un paso equipado a la Punta Acuta y descender por el sendero de los Miradores de Ordesa, hasta enlazar con el Camino de Turieto, por el que cerraremos el circulo, una actividad que vi en su día al amigo Mariano.
Luego, regresamos al camino, para seguir ya por terreno llano, hasta que se bifurca en dos, punto en el que abandonamos el GR.11 que se dirige de forma directa a la Cola de Caballo, para tomar el ramal que va a las cascadas de la Cueva y del Estrecho, por el que descendemos hasta un cruce de caminos, al que regresaremos a la vuelta para cruzar por el puente de Arripas, a la margen izquierda del río Arazas
De momento, continuamos por la margen derecha, avanzando por un camino que rápidamente se transforma en un bonito sendero, que se bifurca en dos, tomando primero el ramal de la derecha, por el que, con cuidado, descendemos para acceder al mirador de la cascada de la Cueva, en el que nos toca hacer fila, aunque la espera merece la pena, ya que la cascada debido al deshielo, además de las últimas lluvias, baja a rebosar.
Ahora, recuperamos los metros perdido hasta el sendero principal, donde toca acometer una corta pero dura rampa, en la que mi padre dice “por ahí no subo”, así que subo yo primero para enseñarle el punto en el que finaliza la subida. Al final, decide subir despacio, evitando dar un tropezón con alguna raíz o resbalar, ya que la humedad se hace notar, hasta alcanzar el camino acondicionado por el que llegamos al amplio mirador de la cascada del Estrecho, donde una ligera brisa, pulveriza sobre nosotros el agua de la cascada.
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Antes de continuar, echamos una mirada a las alturas, para disfrutar de los paredones calizos |
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De la sierra de las Cutas, por los que discurre la faja de Pelay |
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Para acto seguido, continuar caminando ya por terreno llano, hasta que el camino se bifurca en dos |
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Tomando el ramal que va a las cascadas de la Cueva y del Estrecho, por el que bajamos hasta un cruce |
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Al que regresaremos, pero de momento, vamos por el camino que se transforma en sendero |
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Por el que descendemos primero, con cuidado, para acceder al mirador |
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De la cascada de la Cueva, que debido al deshielo |
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Y las últimas lluvias, baja a rebosar |
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Ahora, recuperamos los metros perdidos, hasta el sendero principal |
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Donde toca remontar una dura pero corta rampa |
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Hasta alcanzar el camino acondicionado, por el que accedemos |
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Al mirador de la cascada del Estrecho, donde la brisa pulveriza el agua sobre nosotros |
Nos ha costado hora y media llegar al último mirador, así que permanecemos unos minutos disfrutando de las vistas. Después, regresamos sobre nuestros pasos hasta la encrucijada, donde esta vez sí, tomamos el camino por el que descendemos hacia el cauce del río Arazas, a la sombra del hayedo, que de vez en cuando, entre sus ramas, permite ver el cercano valle de Otal, en el cual destaca la Peña Otal, que subí hace algunos veranos con el amigo Carlos, ¡Cuánto se te echa de menos!
Unos metros más abajo, alcanzamos el puente de Arripas, por el que cruzamos a la margen izquierda del río, abandonando por un instante el camino principal, para tomar un sendero por el que accedemos al mirador de los Bucardos, que, con forma de proa, se eleva por encima de las aguas del río Arazas, ofreciendo unas bonitas vistas del curso superior del río, además de las paredes del Mondarruego y el Tozal del Mallo.
Como mi padre tiene vértigo, prefieren regresar al camino donde me esperan, punto en el que nos reagrupamos, para comenzar juntos el descenso en total soledad, caminando por un espectacular bosque, asentado en una de sus laderas por un murete de piedra, que la naturaleza se ha encargado de decorar, con musgo y liquen, observando en los escasos claros que ofrece, las terrazas de la Fraucata.
Ya en terreno llano, enlazamos con el camino adaptado que viene desde la Pradera de Ordesa, que finaliza en una replaceta que sirve de mirador, donde observamos la parte superior de la cascada de Cotatuero, que, con una caída vertical de 200 metros, divide las paredes de la Fraucata y el Gallinero, en el que admiramos las torres que conforman su muralla.
Luego, continuamos caminando por el camino acondicionado, que atraviesa este maravilloso bosque de hadas, donde las hojas tiene un color verde fosforito, en el que vemos como una ardilla corretea ajena a nuestra presencia, deteniéndonos en la “Piedra de las Siete Faus”, que sirvió a los guardas como referencia en el año 1918, cuando el valle de Ordesa fue declarado Parque Nacional, sobre la que hoy todavía se conserva una de las siete hayas que crecieron sobre la roca, que según comenta un letrero “no muy recias pero si altaneras”.
Al igual que marcaba el límite, ahora, indica que estamos llegando al final del recorrido, así que, tranquilamente, vamos disfrutando del hayedo, que comparte protagonismo con el rio Azaras y la Peña Otal, hasta alcanzar el puente de los Cazadores, por el que cruzamos a la margen derecha, finalizando el recorrido unos metros más adelante, no sin antes echar un vistazo atrás, para disfrutar de la sierra de las Cutas, por la que discurre la faja de las Flores.
En vez de bajar al pueblo, nos quedamos en la Pradera de Ordesa, plantamos la manta en la hierba, que está húmeda por la lluvia del día anterior y sacamos unas jarras de cerveza del bar-restaurante de la pradera, que bebemos mientras devoramos la tortilla de patata. Después, café en Broto y vuelta a casa, ¡tenemos que repetir!.
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Después, regresamos sobre nuestros pasos hasta la encrucijada, donde esta vez sí |
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Tomamos el ramal que baja al río Arazas, que forma pequeños saltos de agua |
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Mientras entre las ramas, vemos el cercano valle de Otal, en el que destaca la Peña Otal |
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Unos metros más abajo, alcanzamos el puente de Arripas, por el que cruzamos a la margen izquierda |
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Abandonando por unos instantes el camino principal, para acercarnos al mirador de los Bucardos |
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Que ofrece unas bonitas vistas del curso superior |
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Y el Tozal del Mallo |
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De vuelta al camino, comenzamos el descenso por un bonito hayedo, asentado en una de sus laderas por un murete |
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Observando en los escasos claros que ofrece, las terrazas de la Fraucata |
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Hasta enlazar con el camino adaptado que viene de la Pradera de Ordesa, que finaliza en una replaceta |
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Desde la que observamos la parte superior de la cascada de Cotatuero, que divide las paredes de la Fraucata |
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Y el Gallinero, en el que admiramos las torres que conforman su muralla |
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Luego, continuamos caminando por el espectacular hayedo, en el que se ubica |
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La Piedra de las Siete Faus, donde se conserva una de las siete hayas originarias |
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Para acto seguido, avanzar tranquilamente por el bosque, que comparte protagonismo con el río Arazas y la Peña Otal |
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Hasta alcanzar el puente de los Cazadores, por el que cruzamos a la margen derecha |
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Finalizando unos metros más adelante el recorrido, no sin antes disfrutar de la sierra de las Cutas |