El río Flumen, es un río
aragonés tributario del río Alcanadre, que tiene como principal
afluente al río Isuela, con un recorrido paralelo hasta su cuenca,
cuyo nacimiento se ubica a 1.400 metros de altitud, en la sierra de
Bonés, que como el resto de sierras prepirenaicas exteriores, se
encuentra en una zona de transición entre la depresión del Ebro y
los Pirineos, formando parte del arco norte de la cuenca de Arguis.
Englobada al Oeste del
Parque Natural de la Sierra y Cañones de Guara, la sierra de Bonés,
posee grandes contrastes entre su vertiente Norte (umbría), poblada
por un bosque mixto de haya y pino silvestre por la que discurre el
sendero circular S-10, con su vertiente Sur (solana) dominada
principalmente por boj, erizón, además de algún que otro quejigo
(roble), en la que se ubica el contrafuerte rocoso de la Raya d'as
Tiñas.
Aprovechando que hasta
mediodía las temperaturas no superarán los 25º, para la jornada de
hoy he decidido unir ambos recorridos, trazando una pequeña circular
para disfrutar de una ruta de media jornada, visitando las tiñas,
palabra aragonesa con dos afecciones, que puede utilizarse
dependiendo de las zona, como cobertizo para guardar la paja después
de trillar o como cuadra, que se construía en el monte para guardar
de forma esporádica el rebaño, que es la que se utilizaba en está
zona de la sierra de Guara.
Como ayer tuve que
trabajar, no me apetece madrugar. Unos minutos antes de las 10 de
la mañana, llego por la autovía Mudéjar (A-23) hasta la población
de Arguis, donde podría empezar el recorrido siguiendo el “Camino
Natural de la Hoya de Huesca”, pero prefiero continuar durante un
kilómetro más por la antigua carretera del Monrepós hacia Nocito,
hasta pasar junto al poste de madera que indica el inicio del
recorrido, por lo que unos metros más adelante, en un pequeño
apeadero aparco la furgoneta.
Para aprovechar que la
temperatura es suave a estas horas, no me entretengo mucho, preparo
la mochila, echo un bocado mientras disfruto de las vistas hacia el
centenario embalse de Arguis, que con sus aguas color turquesa
rodeado de las sierras del Águila (izquierda) y Gratal (derecha),
conforman un marco incomparable, del que me despido por unos minutos,
para comenzar a perder caminando por la carretera, los pocos más de
cien metros que me separan del inicio del recorrido.
Una vez lo alcanzo,
abandono la carretera para coger a mano derecha un bonito sendero,
por el que dirección Norte/Este voy ganando suavemente desnivel
tomando de referencia las marcas verdes y blancas del sendero local
S-10 Sierra de Bonés, que comparte itinerario en esta primea parte
del recorrido de la Raya d'as Tiñas, entre una vegetación arbustiva
compuesta principalmente de boj, al que se le va sumando algún que
otro roble, más conocidos en esta zona como quejigos.
Transcurridos apenas 300
metros, llego a una bifurcación en el que se inicia el tramo
circular. Si bien se puede hacer en ambos sentidos, ahora en verano
es preferible subir por la solana de la cara sur por la que discurre
la Raya d'as Tiñas y bajar por la umbría de la cara Norte, por el collado de la Manzanera, es decir, en el sentido de las agujas del reloj.
Con esta premisa, tomo el
sendero de la izquierda, en el que bajo la copa de un quejigo paso
junto a un panel direccional que indica “Raya d'as Tiñas”, por
el que continúo subiendo dirección Norte realizando pequeñas
lazadas, pegado a viejos muros construidos en piedra seca, en cuya
base puedo disfrutar de un amplio abanico de colores, en el que sin
duda destaca el color rosáceo de la Arbeja tuberosa (Lathyrus tuberosus).
Sobre cota cota 1.230
metros, tras pasar por una gran roca que dejo a mi derecha, el sendero
gira bruscamente hacia el Oeste, para continuar por una amplia cornisa que me lleva por la parte baja de la
Solana de Artiales, tomando de referencia los hitos que hay colocados
a lo largo de está, desde la que obtengo una bonita panorámica del
embalse de Argüís, rodeado de derecha a izquierda por el pico del
Águila, el monte Piacuto o Tiacuto y picos de las Calmas (Alta y Baja)
Poco a
poco, voy recorriendo la cornisa que me lleva por la cara Sur de la sierra de Bonés, donde tan
solo algún joven quejigo me ofrece por unos segundos algo de sombra,
aunque de momento el calor no es asfixiante. Tras un recodo, observo en una ladera las ruinas
de las antiguas Tiñas que en su día sirvieron para resguardar el
ganado y que en la actualidad dan nombre a este bello recorrido que estoy
realizando, donde la vegetación arbustiva que compone la solana
(piorno, enebro y boj) se va apoderando del terreno.
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Con el centenario embalse de Arguis, comienzo a caminar por la carretera |
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Hasta llegar al inicio del sendero, que en este primer tramo comparte ruta con la circular a la sierra de Bonés |
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Por el que camino entre arbustos, principalmente boj, a los que se le van sumando algún que otro roble |
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Cuando apenas he caminado 300 metros, alcanzo un cruce donde empieza el tramo circular |
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En el que cojo el sendero que dirección Norte, va realizando pequeñas lazadas |
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Y pegado a viejos muros construidos en piedra seca |
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Sobre los que trepan las Arbejas tuberosas |
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Sobre la cota 1.230 metros, el sendero da un giro brusco hacia el Oeste, para continuar por una amplia cornisa |
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Desde la que obtengo una amplia panorámica de las sierras del Águila (izqda) y de Gratal (drcha) |
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Poco a poco, voy recorriendo la cornisa que me lleva por la cara Sur de la sierra de Bonés |
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Bajo la sombra que me ofrecen algunos quejigos |
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Tras un recodo, observo en una ladera las ruinas de unas antiguas tiñas, que dan nombre al recorrido |
Siguiendo el sendero,
atravieso una de las últimas franjas de vegetación de esta cara
Sur, donde todavía aguantan algunos quejigos entre el boj y los
piornos en flor, que con su intenso color amarillo comienzan a poblar
la solana, con la vista puesta en la cima de la Peña Gratal, que
despunta ligeramente por encima del monte Sarramiana.
Tomando de referencia los
hitos, el terreno da una pequeña tregua, la vegetación desaparece y
tan solo me dan sombra los esporádicos pinos que aguantan en un
extremo del sendero, que de vez en cuando pica ligeramente, pudiendo
disfrutar de unas fantásticas vistas hacia el embalse de Arguis, con
el pico del Águila de fondo, fácilmente reconocible por las antenas
que pueblan su cima.
Unos metros más adelante,
cuando apenas he alcanzado la hora (kilómetro 2.2), paso junto a una
laja de piedra en forma de hito que marca el inicio de una trocha a
mano izquierda, donde ya se intuye la muela que conforma la Raya d'as
Tiñas, que decido comprobar antes de coger la trocha, por
lo cual avanzó unos metros más por el sendero principal hasta
visualizarla por completo.
Aunque existe la
posibilidad de seguir por el sendero hacia el collado Marallón, está
opción se aleja de la Raya d'as Tiñas, que es mucho más bonita y
aventurera. Siendo está opción la que llevaba en mente desde el
principio, regreso sobre mis pasos hasta la laja que marca la entrada
a la trocha, por la que por terreno descompuesto y entre piornos, desciendo con cuidado evitando arañarme las piernas hasta el
comienzo de la cresta que finaliza en el pico d'o Pozo.
Ahora, continúo por la
amplia cresta sorteando los pasos más expuestos por una trocha que
entre erizones me devuelve a la cresta, caminando siempre que puedo
por el borde del acantilado, hasta alcanzar un primer saliente de
la muela, desde el que vuelvo a disfrutar de unas magníficas vistas
hacia el Sur de la Peña Gratal, al Este de parte de la ladera Sur
de la sierra de Bonés cubierta de piornos en flor, mientras en el
fondo del valle mimetizados con las margas vuelan los buitres.
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Siguiendo el sendero, atravieso una de las últimas franjas de vegetación de la cara Sur |
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Con la vista puesta en la Peña Gratal, que despunta por encima del monte Sarramiana |
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Tomando de referencia los hitos, el terreno da una pequeña tregua, la vegetación desaparece |
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Y tan solo los esporádicos pinos que nacen en los extremos del sendero me dan algo de sombra |
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Pudiendo disfrutar de unas fantásticas vistas al embalse de Arguis, con el pico del Águila de fondo |
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Unos metros más adelante, alcanzo una laja en forma de hito, que marca la entrada a una trocha |
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Que dejo por unos minutos, hasta comprobar que estoy cerca de la Raya d'as Tiñas |
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Por lo cual retrocedo para coger la trocha, por la que desciendo hasta el inicio de la cresta |
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Por la que camino, evitando las zonas más expuestas por una trocha que entre erizones |
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Me devuelve a la cresta, alcanzando un saliente, con vistas al Sur de la Peña Gratal |
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Al Este de parte de la ladera Sur de la sierra de Bonés |
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Mientras en el fondo del valle, mimetizados con las margas vuelan los buitres |
Tras las primera pausa de
la jornada, continúo caminando por la roca coronando uno a uno los salientes, en los que me voy deteniendo para contemplar las vistas.
Cerca del final de la cresta, rodeo con cuidado un bloque de roca
seccionado en dos partes que me deja en la parte alta de la cresta,
que se desarrolla por encima de la conocida Pared de Bonés, en la
que se han instalado en los últimos años una escuela de escalada
compuesta por 31 vías de una dificultad media de 6b, que dividida en
dos sectores con una dificultad que oscila entre los de V+ de la vía
Sendero Límite, hasta los 7a de las vías Bloka y Maldita sea mi
Suerte, son utilizadas para la escalada en adherencia.
Con la vista puesta en los estratos verticales de roca caliza que conforman la cara Oeste del
pico Peiró, que con sus 1.579 metros cuenta en su cara Norte con uno
de los hayedos más meridionales de la provincia de Huesca, alcanzo
lo que supongo es la cima del pico d'o Pozo, ya que no veo ningún
hito en la zona, en el que rápidamente capta mi atención el ruido de las hélices de un helicóptero, que al igual que los buitres
sobrevuela la silueta de la Peña Gratal.
Sin apenas detenerme,
retrocedo por la cresta hasta llegar a la altura del bloque de roca,
donde comienzo a descender monte a través dirección Norte, lo más
directo posible hacia el visible collado Morallón, disfrutando del
skiline que conforman las diferentes sierras que se alargan hacia el
Oeste, pasando junto a los muros de piedra que delimitaban la
Paridera de la Hoya del Reguera, desde la que disfruto de las vistas
hacia la Peña Oroel y sino fuera por el mar de nubes que cubre esa
zona de los pirineos, deberían ser visibles algunos importantes
picos como el Bisaurín y la corona del Aspe (Llena de la Garganta,
Llena del Bozo o el Aspe).
Unos metros más adelante,
enlazo con el sendero principal que he abandonado hace un rato para
seguir por el cordal de la Raya d'as Tiñas, por el que voy tomando de referencia los hitos hasta llegar a la encrucijada de
caminos que supone el collado de Morallón (cota 1.479 metros), en el
que los piornos en flor se apoderan del entorno, creando un bello
contraste de colores con el verde de los erizones.
Marcado con un rústico panel
direccional de madera que indica Arguis/Bonés, me encamino hacia
este último por un amplio sendero que estratégicamente va salvando
el pinchudo y espeso manto vegetativo que lo rodea, evitando
despistarme para no aproximarme a los extremos, donde algún
esporádico pino me hace sombra, en el que a medida que voy ganando
desnivel de forma suave, los bojes empiezan a hacer acto de
presencia, alcanzando justo cuando el reloj marca las once, el collado de la sierra de Bonés,
que se encuentra marcado con un palo (cota 1.580 metros).
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Tras la pausa, continúo coronando uno a uno los salientes |
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En los que me voy deteniendo para disfrutar del paisaje |
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Cerca del final de la cresta, rodeo un bloque de roca seccionado en dos |
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Una vez al otro lado, sigo por el cordal con vistas a los estratos verticales que forman la cara Oeste del Peiro
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Hasta alcanzar lo que parece la cima del pico d'o Pozo, que no se encuentra marcado |
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Donde capta mi atención el sonido de las hélices de un helicóptero, que sobrevuela el monte Sarramiana |
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Al igual que los buitres. Sin apenas detenerme, inicio el regreso hasta comenzar el descenso |
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Con la mirada puesta en el skiline que conforman las sierras que se alargan al Oeste |
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Pasando junto a los muros de la Paridera de la Hoya del Reguera, desde la que veo la Peña Oroel |
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Unos metros más abajo, enlazo con el sendero principal, por el que alcanzo el collado Morallón |
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Por el que me encamino por un amplio sendero que atraviesa un espeso manto de piorno y erizones |
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En el que de forma esporádica, da sombra algún pino, hasta alcanzar el collado de la sierra de Bonés, marcado con un palo |
Ya en la cara Norte de la
sierra de Bonés, inicio un tenue descenso atravesando pequeños corros de pinar, que indican claramente que la
solana poco a poco va dando paso a la umbría, aunque todavía los
piornos en flor dominan las partes bajas de la ladera, lo que permite
disfrutar de un bonito contraste con las aguas turquesa del embalse
de Arguis, donde tirando de zoom puedo ver entre el monte Piacuto y
las Calmas, las llanuras de la Hoya de Huesca.
Tras una pequeña subida,
alcanzo un bloque de roca marcado con un hito, en el que tengo la
posibilidad de continuar por el cordal hacia el Oeste, siguiendo las
trazas de una trocha que se cierra entre erizones hasta la cima del
pico Bonés y regresar por la fuente de Fuen Latar, que es uno de los
nacimientos del río Flumen, aunque con el calor que comienza hacer,
además de que no llevo pantalones largos, prefiero dejarlo para otra
ocasión, ya que llevo en mente subir otro día al pico del Águila
por la Raya d'as Tiñas.
En este punto, el cambio
de vertiente se hace más notable, la vegetación arbustiva de la
solana da paso a las verdes campas de la umbría de la cara Norte,
poblada por un delicioso pinar, en el que me adentro en suave
descenso con vistas al Macizo de Monte Perdido, que se va despojando de
las nubes que lo cubrían a primeras horas de la mañana.
Moldeados por los
elementos, voy dejando a derechas e izquierdas bonitos ejemplares de
pino, tomando de referencia los hitos que hay colocados a lo largo del sendero que no tiene pérdida. Cuando alcanzo la llanura, paso
junto a un banco de madera situado a la sombra de dos pinos, en el
que aprovecho para descansar mientras almuerzo, observando como las
polillas disfrazadas de mariposa revolotean entre las malas hierbas.
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Ya en la cara Norte de la sierra de Bonés, inicio un tenue descenso |
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Atravesando pequeños corros de pinar, donde los piornos en flor |
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Dominan las zonas bajas, ofreciendo un bonito contraste con las aguas turquesa del embalse de Arguis |
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Y tirando de zoom, puedo ver entre el Piacuto y las Calmas, las llanuras de la Hoya de Huesca |
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Tras un pequeña subida alcanzo unos bloques de roca, en el que puedo seguir por el cordal o por la cara Norte |
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Opción que elijo, para iniciar el descenso entre un bonito pinar |
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Disfrutando de las vistas hacia el Macizo de Monte Perdido |
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Que moldeados por los elementos |
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Ofrecen una agradable sombra en esta mañana de verano |
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Por el que avanzo pausadamente |
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Tomando de referencia los hitos que hay colocados a lo largo del sendero que no tiene pérdida |
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Hasta llegar a la llanura, donde paso junto a un banco situado a la sombra de dos pinos |
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En el que descanso, observando a las polillas disfrazadas de mariposa, revolotear entre las malas hierbas |
Luego, regreso al sendero
por el que rápidamente enlazo con la pista que viene desde la fuente
de Fuen Latar, por la que continúo en suave descenso a buen ritmo,
evitando permanecer mucho tiempo en este pequeño tramo donde no tengo
sombra, hasta llegar al desvío de la ermita de la Magdalena, que
puedo visualizar en lo alto de un pequeño cerro, a la que me acerco
rodeando una balsa, siguiendo un tenue sendero que a ratos se
difumina.
Realizada entre los siglos
XVI al XVIII, en la actualidad ha perdido su carácter religioso y
solo se utiliza como refugio de pastores y senderistas, por lo que tan
solo echo un vistazo a su interior por la ventana, ya que el acercarme hasta este
humilde construcción, solo ha sido una escusa para intentar
buscar el nacimiento del río Flumen, que por lo visto en muchas
páginas no es fácil de encontrar, así que ayer en casa sobre el
mapa tracé un recorrido para tratar de encontrarlo.
Con el track cargado, me
dirijo monte a través hacia el cauce del río Flumen, buscando
siempre las zonas más despejadas de vegetación, hasta encontrar lo
que parece un pequeño barranco por el que desciendo de forma directa
hasta el cauce del río Flumen, donde el ruido de un jabalí capta mi
atención aguas arriba, echando a correr el animal nada más notar mi
presencia.
Intentando no mojarme las
zapatillas, cruzo a la margen izquierda del río, por el que
siguiendo una senda que va paralela al curso del río, voy remontando
su cauce que atraviesa las conocidas campas de Bonés, que es una
esponja natural salpicada por boj y pinos, en los que me voy fijando,
hasta que definitivamente encuentro uno con una talla de la
virgen María con su hijo en brazos, que marca el nacimiento del río
Flumen, cuya fuente se encuentra entubada justo a mis pies, por lo que
aprovecho para reponer agua.
Alegre con este
descubrimiento, regreso sobre mis pasos disfrutando de este bonito
tramo que forma el río Flumen, con vistas a la sierra de Guara en
la que sin duda destaca su máxima elevación, el Tozal de Guara. Una
vez en la pista, enlazo con recorrido circular S-10 Sierra de Bonés,
en el que me cruzo con los primeros senderistas que están haciendo el
recorrido a la inversa.
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Luego, regreso al sendero por el que camino |
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Enlazando con la pista que viene desde la fuente de Fuen Latar, por la que desciendo |
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Hasta llegar al desvío de la ermita de la Magdalena, a la que accedo rodeando una balsa |
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Siguiendo un sendero que a ratos se difumina por la vegetación |
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Sin acceder a su interior, me voy en busca del nacimiento del río Flumen, bajando por un barranco |
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Por el que llego de forma directa al cauce del río |
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Que vadeo, para continuar por una senda que lo remonta por la margen izquierda |
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Atravesando las campas de Bonés, una esponja natural de bojes y pinos, en los que me voy fijando |
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Hasta encontrar uno que tiene una talla de la virgen María, que indica el nacimiento del río Flumen |
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Cuya fuente se encuentra entubada justo a mis pies, por lo que aprovecho para beber |
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Después, regreso sobre mis pasos, disfrutando de este bello tramo que forma el río |
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Y de las vistas hacia la sierra de Guara, presidida por el Tozal de Guara |
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Una vez en la pista, enlazo con el recorrido circular S-10 Sierra de Bonés |
Durante medio kilómetro
voy rodeando hacia el Este las lindes del pinar, hasta que a mano
derecha sobre la cota 1.390 metros (kilómetro 7.5) nace un sendero que se adentra en el bosque, que es la opción que
manejo para cerrar la circular, aunque bien podría continuar por la
pista hasta llegar al Mesón Nuevo y desde allí bajar por el Camino
Natural o subir al pico del Águila.
Como esa opción la quiero
realizar otro día, hoy tomo el sendero marcado con un hito por el
que me adentro en un bonito bosque, inicialmente compuesto por bojes
y pinos, que enseguida dan paso a un precioso hayedo, en el que
disfruto caminando por una alfombra de hojas que cubre el amplio
sendero, al frescor que me proporcionan las vetustas hayas, aunque
como suele ser habitual, lo bueno se acaba pronto. En apenas unos
minutos, el bosque empieza a clarear hasta salir a cielo abierto,
donde me detengo un instante junto a un pequeño mirador, para
disfrutar de las vistas hacia los Pirineos y la sierra del Águila.
En este mismo punto, el
sendero traza un giro de 90º a la derecha para ganar de nuevo la
cara Sur de la sierra de Bonés, donde erizones, enebros y piornos
vuelven a adueñarse de las laderas, acompañados tan solo de algún
esporádico pino y quejigo, cuyas ramas me sirven para protegerme del
calor mientras las utilizo como marco natural, para fotografiar el embalse de Arguis.
A medida que voy perdiendo
desnivel, la pendiente se va suavizando hasta acabar casi en un
terreno llano por el que tras atravesar una pequeña masa de quejigos,
alcanzo el cruce de senderos donde está mañana inicie el tramo
circular. Ahora, desando los 300 metros que me quedan para llegar a la
carretera que va hacia Nocito y una vez en ella, camino en subida
hasta el apeadero, donde tras cuatro horas doy por finalizada esta
bonita circular, por una sierra de Bonés totalmente desconocida para
mi, a la que seguro regresaré para recorrerla a pie o en bicicleta.
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Hasta coger un sendero a mano derecha, marcado con un hito |
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Por el que me adentro en un bosque de pinos |
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Que enseguida da paso a un precioso hayedo, por el que camino por una alfombra de hojas |
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Al frescor que me proporcionan las vetustas hayas |
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Aunque rápidamente el bosque clarea y llego a un mirador |
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Desde el que disfruto de nuevo de las vistas hacia la sierra de Tendeñera |
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Y la sierra del Águila, donde asoman las antenas que pueblan el pico del Águila |
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En este punto, el sendero traza un giro de 90º, que me permite ganar la cara Sur de la sierra de Bonés |
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Por la que desciendo entre erizones, piornos, bojes y quejigos |
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Que me ofrecen sombra, mientras utilizo sus ramas como marco natural, para fotografiar el embalse de Argüís |
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A medida que voy perdiendo desnivel, el terreno se vuelve más afable, tras atravesar una masa de quejigos |
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Alcanzo el cruce de senderos, donde está mañana inicie el tramo circular |
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Retrocediendo, los pocos más de 300 metros hasta la carretera, con la mirada puesta en el embalse de Argüís |