Decidimos no madrugar, y salimos de casa a los ocho de la mañana, a pesar de ser mediados del mes de Agosto, entre que paramos a comprar pan en La Nave y recogemos a Emilio en Biescas, se nos hace tardísimo, y llegamos pasadas las diez de la mañana.
Como el acceso al parking de las pistas, está cerrado, dejamos el coche en el Corral de las Mulas, desde allí, tras cruzar una verja, cogemos una pista asfaltada que nos lleva hasta el aparcamiento de los Sarrios, y la zona de servicios de la estación de esquí, donde podemos ver pastar a varias vacas y caballos.
Nada más pasarla, nos desviamos del camino principal, y tomamos, un estrecho sendero, debidamente señalizado, que nos lleva en su primer tramo, paralelo al cauce de un barranco, por el que circula, el agua sobrante de los ibones de Anayet, y el cual no lleva mucha caudal, ya que ha sido un año escaso precipitaciones tanto de agua, como de nieve, aunque en algún punto, podemos ver alguna poza que bien podría valer, para darnos un baño a la bajada.
Tras pasar un pequeño riachuelo, llegamos a una extensa pradera, donde aprovechamos para echar un trago, y contemplar las vistas de la zona, a nuestra espalda podemos ver la marmolera de los infiernos.
Al final de la pradera, llegamos a la zona de la garganta, donde comenzamos a ascender de forma progresiva, el sendero no tiene pérdida, ya que está muy pisado, y además forma parte del GR.11, por lo que continuamente podemos ver las características marcas blancas y rojas.
A mitad de la subida, llegamos a un corto tramo llano, donde cruzamos nuevamente el río, y enseguida retomamos la subida, que en este tramo es más pronunciada. Cuando llegamos al final de la Garganta, podemos ver la Cubeta de los Ibones de Anayet.
Superada la Garganta, llegamos a los Llanos de Anayet, una extensa pradera donde se sitúan los ibones de Anayet, a los que nos aproximamos, y nos detenemos a comer y echar un trago, mientras disfrutamos de una de las estampas más fotografiadas del pirineo aragones.
Desde los ibones, podemos ver nuestro próximo objetivo, el Pico Anayet, tras una breve pausa, retomamos el camino, rodeamos los ibones por su lado izquierdo, siguiendo el sendero, y al mismo tiempo observando la diferente flora, que hay en esta zona.
Tras
superarlo, llegamos al Cuello de Anayet, un collado, situado entre el Vértice y
el Pico Anayet, y desde el que tenemos unas fantásticas vistas del Midi d'
Ossau.
Nosotros optamos por subir directamente al Anayet, y dejar para otro día el Vértice, por lo que cogemos el sendero que nos lleva primero por la parte trasera, para luego, dirigirnos a la cara opuesta, desde donde podemos ver todo el camino recorrido.
Nosotros optamos por subir directamente al Anayet, y dejar para otro día el Vértice, por lo que cogemos el sendero que nos lleva primero por la parte trasera, para luego, dirigirnos a la cara opuesta, desde donde podemos ver todo el camino recorrido.
Después de superar este tramo, andamos unos metros, y tomamos una chimenea
de unos treinta metros de altura, y una dificulta de Iº, con muy buenos
apollos, que después de poco más de tres horas, nos deja en cima del Pico
Anayet, donde realizamos varias fotografías, algunas de ellas con el Midi d' Ossau de fondo.
La idea es
comer en la cima, pero nos encontramos, con que esta, se encuentra plagada de
hormigas con alas, que están pesadísimas, seguramente porque el día amenaza
tormenta, así que decidimos bajar, y comer en los ibones, después regresamos
por el mismo sendero al Corral de las Mulas, y de allí hasta Biescas, disfrutar de una buena cerveza, dando por finalizada está bonita ascensión.
Preciosos paisajes! Debió ser una gran aventura. Ya echábamos de menos tus relatos!!!
ResponderEliminarPreciosa la última foto, qué recuerdos, estuve hace mil años en el Pirineo y también tuvimos ocasión de ver ibones y neveros, fue maravilloso!!
ResponderEliminarAnda, hoy me he dado cuenta, leyendo tu última opinión en Ciao!, de que tienes blog. Me lo apunto para visitarte cuando escribas algo.
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