En poco más de una hora,
llegamos al aparcamiento del área recreativa de la fuente del
Sacristán, que a estas horas se encuentra prácticamente vacío, lo
que aprovechamos para acercarnos hasta el bucólico rincón que se forma
entorno a la fuente, rodeada de frondosas hayas, que nos ofrecen una
explosión de color, tanto en las ramas, como en el suelo, formando
una alfombra multicolor.
De regreso al coche,
preparamos las mochilas, tomamos un tentempié mientras leemos un
panel informativo sobre la primera circular que vamos a realizar,
balizada como S1 Hayedo de Peña Roya, desde el que podemos observar
un pequeño refugio construido en piedra.
La mañana es agradable,
el sol comienza a calentar, el cielo permanece despejado, así que
sobre las térmicas, tan solo nos ponemos los cortavientos. Desde el
mismo aparcamiento, iniciamos el recorrido, caminamos en suave
ascenso por la pista asfaltada de acceso al Santuario durante medio
kilómetro, hasta llegar a un pequeño aparcamiento, con capacidad
para cinco vehículos, donde abandonamos la pista.
Nos encontramos en la cota
1.252 metros, en la que apenas ganaremos desnivel en los próximos
kilómetros; dirección Norte/Oeste, continuamos por una pista
forestal cerrada al tráfico por una barrera, tomando de referencia
las marcas blancas y amarillas, que nos van guiando por medio del
espectacular hayedo de Peña Roya, que se nos muestra en su máximo
apogeo, y deleita con una gran variedad de colores, en el que no
podemos evitar adentramos unos metros, saliendo por unos minutos de
la pista principal.
Empapados de naturaleza,
observamos como un reyezuelo sencillo nos mira atentamente, mientras
en un haya contigua, un grupo de Amillaria mellea, ha parasitado el
tronco que con el tiempo acabara convirtiendo el color blanquecino de
la madera en amarillo, volviéndolo primero esponjoso y más tarde
gelatinoso, por lo que también es conocido como el hongo de la miel.
De regreso a la pista,
seguimos avanzando por ella; las espesas ramas de las hayas, engullen
por momentos la amplia pista por la que transitamos, por la que paso
a paso, nos vamos fijando en los pequeños detalles que el bosque nos
ofrece, como los rojizos frutos del serbal de cazadores, ricos en vitamina C, fueron utilizados para
combatir el escorbuto, aunque su sabor ácido debido a la presencia
de taninos, nos hace desestimar su consumo por esta vez.
Por unos instantes, salimos a un pequeño claro desde el que divisamos la figura de la
Peña Negrilla e intuimos el collado de Castilla, al cual se dirige
el sendero que sube desde el Agramonte, que cruza la pista en este
punto, que más tarde utilizaremos para enlazar el PRC-SO79 con el
S1, por el que ahora continuamos durante cien metros, hasta llegar a
la altura del barranco de Agramonte o de Castilla.
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Aparcamos el coche en el área recreativa de la Fuente del Sacristán |
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Donde más abajo, hay un pequeño refugio, construido en piedra |
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En el que empezamos a caminar por la pista de acceso al Santuario, hasta enlazar con una pista forestal |
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Por la que continuamos |
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Tomando de referencia las marcas blancas y amarillas |
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Que nos van guiando por medio del espectacular hayedo de Peña Roya, que en otoño |
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Ofrece una amplia paleta de colores |
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Donde un reyezuelo sencillo, nos mira atentamente posado en la rama |
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Y en una haya contigua, un grupo de Amillaria mellea, ha parasitado el tronco |
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De vuelta a la pista principal, avanzamos fijándonos en los pequeños detalles |
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Como los rojizos frutos del serbal de cazadores, ricos en vitamina C |
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Por unos instantes, salimos a un claro donde podemos ver la Peña Negrilla |
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Unos metros más adelante, llegamos a la altura del barranco de Agramonte |
En este punto, la pista realiza un giro a la izquierda de 360º, marcado con un
panel indicativo, que nosotros de momento obviamos, aunque regresaremos más
tarde a este lugar, para continuar con la circular.
Ahora, cogemos el
sendero que nace a mano derecha, marcado en su
entrada con un hito, por el que pasamos a tierras sorianas,
descendiendo un primer tramo con el piso descompuesto, que rápidamente se transforma en un precioso sendero, el cual nos introduce de lleno en el denso
hayedo, donde los rayos del sol apenas penetran, he iluminan las
hojas de las hayas, realzando los colores.
Ante tanta belleza, nos
detenemos una y otra vez para admirar la naturaleza, la tranquilidad
del lugar invita a relajarnos; entre las ramas, aparece por primera
vez la figura del Moncayo o Monte Cano (Mons Caunus), como lo llamaban
los romanos, por semejar las nieves de su cima, las blancas canas de
un anciano, aunque en la Edad Media, la expresión Monte Cano se
corrompe y deriva a Monte de Caco, que la tradición popular
relacionaba al colosal macizo del Moncayo, con el famoso ladrón
mitológico Caco, cuya cueva se puede visitar en la coqueta población
de los Fayos, que bien merece una visita.
Poco a poco, el sendero se
transforma en un amplio camino, por el que nos vamos alejando del
cauce del barranco de Agramonte. Cuando alcanzamos el cuarto
kilómetro, sobre la cota 1.280 metros, enlazamos con el camino por
el que discurre el PRC-SO79, donde continuamos tomando de referencia
las clásicas marcas blancas y amarillas, que nos llevan en ligero
descenso, por el medio del hayedo de Peñarrajada.
La paz que hasta ahora
había reinado en el bosque, se rompe con la presencia de varios
grupos que nos vamos cruzando, cuyo recorrido han iniciado desde la
localidades de Vozmediano o Aldehuela de Ágreda, hacia la que nos
dirigimos, aunque no llegaremos hasta su núcleo urbano.
De vez en cuando, el denso
bosque clarea, entre las ramas, podemos intuir las tierras del valle
del Ebro, que inusualmente para las fechas que nos encontramos, están despojadas de la molesta niebla, pero por el momento, la calima no nos deja disfrutar de las vistas que deberíamos tener del pirineo.
Chino a chano, nos vamos
acercando al punto más bajo del recorrido, donde las hayas comienzan
a perder protagonismo, en detrimento de los longevos acebos, que
pueden llegar a vivir hasta quinientos años, que dan nombre a la
zona por la que vamos caminando, y a los que evitamos acercarnos, ya
que sus pecioladas hojas, rodeadas de unas finas espinas, ofrecen una depilación natural, que no deseamos probar.
Sobre la cota 1.200
metros, llegamos a un cruce de caminos, que sirve de punto de
inflexión de esta segunda circular, donde tenemos varias
alternativas, de la que elegimos la pista que va hacia el Sanatorio
de Agramonte, que se encuentra a cinco kilómetros.
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Donde abandonamos la pista y cogemos un sendero a mano derecha |
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Por el que pasamos a tierras sorianas y nos introducimos en el espeso hayedo |
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En el que los rayos del sol, apenas penetran, he iluminan las hojas |
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Viendo por primera vez, entre las ramas, la figura del Moncayo o Monte Cano |
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Poco a poco, el sendero se transforma en un amplio camino |
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Hasta que sobre la cota 1280 metros |
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Enlazamos con el PRC-SO79 |
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Por el que nos adentramos en el hayedo de Peñarrajada o Canalejas |
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Cuando el bosque clarea
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Podemos ver entre las ramas, las tierras del valle del Ebro |
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En ligero descenso, nos vamos acercando al punto más bajo del recorrido |
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Donde las hayas pierden presencia y dan paso a los acebos |
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Hasta llegar a un cruce de caminos |
Llevamos dos horas
disfrutando del otoño, pero los estómagos comienzan a pedir
alimento. Como conozco prácticamente todo el recorrido, vamos a
parar más adelante, ya que hay un delicioso rincón, que nos hará
recrear los sentidos, mientras comemos.
Dicho y hecho, desde el
cruce, nos incorporamos a la pista que viene desde la Cueva de
Ágreda, por la que continuamos en ligero descenso dirección Este,
durante medio kilómetro, entre matorral bajo, compuesto
mayoritariamente por acebos, y algún ejemplar joven de haya, hasta
llegar a un nuevo cruce, donde tenemos la posibilidad de acercarnos
hasta la población de Aldehuela de Ágreda, punto en el que se
inicia la ruta circular correspondiente al PRC-SO79 Hayedos delMoncayo, que realice con mi mujer hace un par de otoños.
Hacer este tramo, nos
supone un plus de cuatro kilómetros, que alargaría en exceso la
ruta, además de que hay otras opciones para visitarlo, por lo cual, decidimos
dejarlo para mejor ocasión, y seguimos por la pista
principal, en la que convergen el GR.260 y el
PRC-SO79.
Rápidamente, nos
adentramos de nuevo en el hayedo, en poco más de cinco minutos,
llegamos al refugio de las Canalejas, que está abierto, pero se
encuentra en un estado lamentable. Junto a él, se ubica la fuente de
las Canalejas, que al igual que el resto de fuentes, mana un hilillo
de agua, normal, en un otoño tan poco lluvioso.
Tras echar un vistazo al
interior del refugio, retornamos a la pista, continuamos por ella
disfrutando de los colores del otoño, dejando a nuestra izquierda el
camino de Aldehuela, por el que se puede bajar hasta Agramonte y a
Vozmediano, población desde la que se puede iniciar una circular que
visita el nacimiento del río Queiles, va hasta Aldehuela de Ágreda
y recorre esta parte del hayedo para regresar a Vozmediano.
Nosotros, seguimos durante
un kilómetro más, hasta que vemos como un camino a mano derecha se
bifurca de la principal, unos metros antes de llegar, un pequeño
tramo de escalones nos saca de la pista, y nos introduce de lleno en
el interior del hayedo, donde hay colocada una mesa de picnic, en la
que paramos a comer, mientras nos deleitamos del paisaje que tenemos
en rededor.
Con los estómagos y
sentidos rebosantes, regresamos a la pista principal, caminamos
unos metros hasta llegar a la bifurcación, donde tenemos
la posibilidad de seguir por ella hasta el Sanatorio de Agramonte,
aunque nosotros nos queremos alejar de la masificación e imbuirnos
en la naturaleza, así que cogemos el camino que nace a nuestra
derecha, por el que continuamos en ascenso, tomando de referencia
las marcas blancas y amarillas del PRC-SO79.
Dirección Sur, seguimos
ganando desnivel paralelos al cauce del barranco de Agramonte, al que
nos acercamos durante unos minutos, en un punto de captación de
aguas donde realizamos una fotografías. Después, regresamos al
sendero principal, por el que vamos ganando suavemente desnivel,
hasta llegar a la altura de un panel informativo del “Hayedo del
Moncayo”.
En este punto, podríamos
seguir subiendo hasta enlazar con el camino por el que hemos unido
ambas circulares, pero nosotros queremos disfrutar de unos momentos
de paz y soledad en armonía con la naturaleza, así que en este
punto, cogemos una tímida trocha, cubierta de una alfombra de hojas,
por la que nos introducimos en el hayedo, hasta alcanzar de nuevo el
cauce del barranco de Agramonte, que vadeamos por las piedras.
Una vez en la otra margen,
entramos en tierras zaragozanas, caminamos unos metros bosque a
través, buscando las zonas más limpias, asombrados ante la visión
de varias hayas de gran porte desplomadas enteras sobre el suelo,
hasta enlazar con una antigua pista, que rápidamente se pierde entre
la maleza.
Ahora nos queda conectar
con el sendero S1, que dejamos a la altura del barranco de Agramonte,
así que desde el final de la pista, comenzamos a remontar la fuerte
ladera en la que se asienta el hayedo de Peña Roya, por la que
realizamos varias lazadas para aminorar la sensación de dureza, y
deteniéndonos en repetidas ocasiones, para disfrutar de los colores
del otoño, que es al final a lo que hemos venido.
Tras una última parada,
en la que aprovechamos para picotear, nos ponemos en marcha virando
hacia el Este, hasta salir al sendero que de forma directa, sube
desde el Sanatorio de Agramonte al Collado de Castilla, por el
que de forma más moderada, vamos ganando desnivel, hasta enlazar con
la pista por la que discurre el S1, al que regresamos después de
algo más de una hora, desde que lo abandonamos.
Nos quedan unos cinco
kilómetros hasta la fuente del Sacristán, así que seguimos por la
pista, que a la altura del barranco de Agramonte describe una
pronunciada curva a la izquierda, que nos cambia de sentido, y eleva por encima del hayedo de Peña Roya, donde las hayas son de
menor porte, debido a que es una zona más abierta, que permite la
entrada del sol, que nos deja disfrutar de las vistas hacia los pirineos.
En suave ascenso, la pista
se transforma en un amplio camino, por el que seguimos avanzando,
tomando de referencia las marcas blancas y amarillas, hasta salir a
la pista de acceso al Santuario, que sin duda es el tramo más feo
del recorrido, ya que a estas horas el trasiego de vehículos es
alto.
Para evitar comernos el polvo que levantan a su paso, decidimos correr este tramo que es en bajada. A la carrera, descendemos hasta llegar a la cota 1.490 metros, donde la pista llanea y nos introduce en un pinar de repoblación; unos metros más adelante, alcanzamos el Prado de
Santa Lucia, en el que se ubican los restos de una antigua ermita,
donde aprovechamos que pega el sol, para hacer un último descanso.
Después, cogemos el
sendero que se encuentra pegado a los restos de la ermita, que
dejamos a nuestra izquierda; en suave descenso, comenzamos a perder
desnivel por un bonito sendero, por el que nos adentramos en una
pinar de pino silvestre, en el que nos detenemos un instante, para ver
los restos del pozo de nieve del Prado de Santa Lucia, donde la nieve
se introducía por unas ventanas o vanos, se apelmazaba e intercalaba con paja, para hacerla en paneles y transportarla hacia
las neverías o tiendas.
De vuelta al sendero,
continuamos bajando por el pinar, tomando de referencia las marcas
blancas y rojas del GR.90, por el que vamos cruzando la pista de
acceso al Santuario. Cerca de la fuente del Sacristán, los pinos
vuelven a dar paso a las hayas, donde nos recreamos en este último
tramo, llegando después de casi cinco horas a la fuente del
Sacristán.
Contentos, nos vamos al
coche, realizamos unos estiramientos, y nos bajamos a la zona
recreativa. Junto al cauce de un barranco, nos comemos sendos bocadillos de lomo, mientras rememoramos los mejores momentos, y pensamos en futuros objetivos.
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Donde salimos a la altura del barranco de Agramonte, donde la pista describe una pronunciada curva a la izquierda |
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Que nos eleva por encima del hayedo de Peña Roya, dejando ver el valle del Ebro y los pirineos |
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Por terreno llano, la pista se transforma en un amplio camino |
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Donde las hayas van perdiendo porte |
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Siguiendo las marcas blancas y amarillas, salimos a la pista de acceso al Santuario |
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Por la que descendemos hasta la cota 1490 metros, donde llanea y nos introduce en un pinar de repoblación |
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Unos metros más adelante |
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Llegamos al Prado de Santa Lucía, en el que se ubican los restos de una ermita
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Desde el Prado de Santa Lucía, cogemos el sendero por el que nos adentramos en el pinar |
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Pasando junto al pozo de nieve del Prado de Santa Lucía |
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De vuelta a el sendero, vamos cruzando la pista de acceso al Santuario |
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En varias ocasiones, donde los pinos poco a poco |
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Van dando paso a las hayas
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En las que nos recreamos, bajando por un precio sendero |
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Cubierto por una alfombra de hojas
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Hasta llegar después de cinco horas, a la fuente del Sacristán, donde cerramos la circular
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Historias del ayer a día de hoy contadas, solapando estaciones.
ResponderEliminarHermosos árboles en cualquier época del año que, especialmente en otoño, se muestran esplendorosos.
Pasear entre ellos, arrastrar los pies semi-enterrándolos en sus alfombras ocres de hojas hechas, aspirar el aroma del bosque de hayas. Experiencias que llaman a ser repetidas cada otoñada.
Bella excursión la que hicimos, Eduardo, y que ahora sale a la luz, cuando las casi desnudas ramas encaran el invierno.
Salud y Montaña, y nos vemos en breve para marchar en pos de lo inédito.
Hola Carmar.
EliminarPasear por el bosque siempre es una delicia para los sentidos, y más si es en buena compañía, pero si que es cierto que el otoño es una estación especial, que este año apenas hemos podido disfrutar.
Nos vemos la semana que viene.
Salud y montaña!
Hola Eduardo¡
ResponderEliminarQue bien que fuisteis en un momento perfecto para disfrutar de esos bosques, las fotos son espectaculares.
Salud y suerte¡
Fer
Hola Fer.
EliminarEl otoño es una estación efímera, que no es fácil coger en su máximo esplendor, cuando se consigue, la satisfacción es total.
Un saludo y felices fiestas!
Hola Eduardo, sin duda un fantástico recorrido. ¡Qué suerte tenemos de tener el Moncayo a un tiro de piedra!
ResponderEliminarHola Ángel.
EliminarPues si, fue un acierto unir las dos circulares, y caminar a tramos bosque a través.
La verdad que tener un Parque Natural a una hora de la ciudad, es una maravilla, además que por suerte o desgracia, la mayoría de las personas solo relacionan el Moncayo con el pico, perdiéndose un entorno fantástico.
Un saludo y felices fiestas!
Precioso recorrido Eduardo.Internarte en un bosque y escuchar sus sonidos , disfrutando del momento ,te carga las pilas...
ResponderEliminarSaludos montañeros y que el nuevo año venga cargado de saluz,ilusión y nuevos proyectos.
Hola CHEBACA.
EliminarCaminar por los bosques siempre es una delicia para los sentidos, y en otoño con la diversidad de colores que ofrece esta estación, aún más. Uuno después de terminar, como bien dices, sale con las pilas cargadas, para seguir afrontando los próximos días.
Salud, montaña y felices fiestas!
Hola Eduardo.
ResponderEliminarCuriosamente estoy haciendo la entrada del Moncayo para colgarla en las próximas semanas, donde subimos a la cima desde el parking antes del santuario. Era imperdonable que aún no conociera el Moncayo, por lo que cogí al chico y a Maru y nos fuimos un finde de este otoño (hace un mes) y subimos con la suerte de tener nieve en la parte alta y donde había que utilizar crampones. Las hayas acaban de tirar la hoja, pero aún así esos bosques estaban preciosos.
Una maravilla el Moncayo, y esta ruta tuya de disfrutar del bosque lo atestigua.
Un saludo.
Hola Toni.
EliminarNo quería yo meterte prisa con la entrada del Moncayo, pero me apetece verla pronto, y que no se pierda en el tiempo, como me pasa a mí :)
Ese aparcamiento se llama Haya Seca, si el bosque mantiene la hoja, la ascensión más bonita es empezando desde abajo, desde el aparcamiento de Agramonte, de esta forma puedes disfrutar de los diferentes bosques, que conforman la cara norte del Moncayo.
Ahora que ya tenéis la cima, para la próxima podéis hacer este recorrido, o el barranco de la Morana, para mi, la joya de este Parque Natural.
Un saludo.
Hola Eduardo.
ResponderEliminarVaya pasada de ruta otoñal por los bosques del Moncayo. Creo que no hay cosa que transmita más magia en la montaña que un bosque caducifolio en plena explosión crómatica, y si encima es bajo el encanto del Moncayo...
Aprovecho la ocasión para desearte un feliz año nuevo, y que este venga cargado de salud y de muchas rutas como esta.
Un saludo!!
Hola Dani.
EliminarLa verdad que cogimos el hayedo en su máximo apogeo. Caminar por estos bosques, siempre es una delicia, y más en el otoño.
Yo espero que además de salud, mengue el trabajo, porque no tengo tiempo para nada, en estos últimos meses apenas he podido salir al monte.
Salud, montaña y felices fiestas!
Hola Eduardo:
ResponderEliminarNo se puede decir nada más a todo lo que se ha dicho. Caminar por ese hayedo tiene que ser una maravilla para los cinco sentido, y poder disfrutar a cada paso de ese entorno, una delicia.
Nosotros lo tenemos a 4h. de coche, es una pena, a Sandra y a mi nos encantaría poder visitar ese lugar y poder hacer tu ruta, aunque a nosotros con lo que nos gusta la fotografía, seguro que nos costaba unas 8h realizar todo el recorrido, ja ja jaaaaa.
Felicidades de nuevo por esta gran ruta y feliz año nuevo.
Hola Eulogio.
EliminarEl Parque Natural del Moncayo, ofrece una gran diversidad de paisajes, y sin duda los hayedos de la cara Norte, permiten disfrutar de unos paseos impresionantes.
Si algún día venís os aseguro que os gustará, además los alojamientos por esta zona no son caros, y se puede disfrutar de un buen fin de semana por la zona.
Para mi el tiempo empleado en una ruta, no es importante, nosotros por ejemplo en esta de las cinco horas, estuvimos en movimientos tres horas y medía, el resto lo perdimos admirando el paisaje, haciendo fotografías, y descansando.
Feliz año.