Como hoy nos espera una
larga jornada tanto en coche como a pie, sobre las 7 de la mañana partimos
de Zaragoza dirección Beceite, haciendo un alto en el camino en la
bella población de Valderrobles, incluida dentro de
la “Asociación de los Pueblos más bonitos de España”, donde a pie de carretera disfrutamos de una fantástica estampa del casco antiguo declarado
por el Gobierno de Aragón como Bien de Interés Cultural, situado al
Norte del río Matarraña, que es donde nos encontramos.
Desde Valderrobles,
recorremos en coche los poco más de 7 kilómetros que nos separan de
la población de Beceite, que cruzamos por la carretera hasta llegar
a la ermita de Santa Ana, donde comenzamos a seguir las indicaciones
que a modo de cartel nos indican “El Parrissal”, saliendo a
las afueras hasta enlazar con un estrecho camino asfaltado por el
que continuamos durante 6 kilómetros, hasta llegar a una barrera que
impide el paso de vehículos, donde dejamos el coche en un
aparcamiento con una capacidad para 120 vehículos, en el que nos
encontramos con el guarda, que nos comunica que es de pago y que más
tarde nos dejarán un ticket para que a la vuelta efectuemos el pago (ahora es necesario reservar online). Compra de entradas
Para evitar las
aglomeraciones que habrá dentro de unas horas, aprovechamos que tan
solo hay un coche en el aparcamiento, para comenzar unos minutos
antes de que las manetas del reloj marquen las 9 de la mañana,
caminando por un amplio camino que discurre paralelo a las aguas de
un recién nacido río Matarraña, echando un mirada atrás para contemplar las primeras formaciones rocosas que se forman entorno a
la presa, donde el sol empieza a iluminarlas y adentrarse en esta
parte abierta de la garganta que conforman los Estrets de la
Fenellassa, por los que avanzamos atravesando los diversos túneles
escavados en la roca, que intuimos se harían para transportar el
carbón de las minas de los alrededores (Belenguera, Rogelio y
Formenta), que se reunía en el Plá de la Mina, para ser
transportada después en camiones.
Cuando apenas hemos
recorrido medio kilómetro, llegamos al desvío de las pinturas rupestres de estilo esquemático de la Fenellassa, declaradas por la
Unesco como Patrimonio de la Humanidad en el año 1998, al englobarse
dentro de la denominación de Arte Levantino, que se encuentran
protegidas por una verja metálica, a las que accedemos rápidamente
tras cruzar el exiguo cauce del río Matarraña por una pasarela de
madera.
Según reza un cartel, las
pinturas fueron descubiertas en 1.966 por Carlos Forcadell y
estudiadas posteriormente por Antonio Beltrán, donde reconoció un
conjunto de 12 figuras en color rojo, que con el tiempo algunas de
ellas han desaparecido hasta las 8 actuales, en las que tan solo
podemos apreciar un grupo de cuatro jinetes que cabalgan a pie sobre
sendos equinos.
Visitadas las pinturas,
regresamos al camino principal por el que atravesamos un nuevo túnel,
para acto seguido llegar al desvío a la Cova de la Dona, una amplia
grieta en la roca que se encuentra varios metros por encima de
nuestras cabezas, a la que accedemos subiendo por una empinada canal
terrosa, donde una vez en su interior observamos que apenas tiene
desarrollo, por lo cual solo permanecemos unos minutos en su interior
e iniciamos el descenso con cuidado, evitando dar un resbalón y
acabar en el suelo.
De nuevo en el camino,
seguimos pausadamente dirección Sur, mirando la amplia vegetación
que nos rodea, compuesta principalmente por pinos, aunque también
podemos ver algunos avellanos, arces y madroños, en el que captan
nuestra atención sus frutos anaranjados, cuyo nombre científico Unedo, nos advierte de su consumo moderado debido a que contiene alcohol, ya que su nombre proviene del verbo edo=comer; y unus=uno, es
decir “Comerse solo uno”.
Sin apenas percatarnos,
tras un giro a la izquierda llegamos al inicio de la circular, donde
da comienzo el PR-TE153 que sube hasta les Moletes d'Arany, que
nosotros utilizaremos para regresar.
Unos metros más adelante
alcanzamos la explanada del Plá de la Mina, en la que antaño se recogía el carbón de las minas que comprendían desde la franja del
mas Roig al coll del Redó y que según nos ha comentado el guarda,
todavía se pueden ver parte de las instalaciones de la mina Rogelio,
situada en la margen izquierda del río Matarraña, a 128 metros por
encima del cauce, donde el carbón se bajaba a través de un cable
aéreo, pero que nosotros a simple vista no podemos ver.
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De camino a Beceite, paramos para contemplar a orillas del río Matarraña, el casco histórico de Valderrobles |
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Una vez en el aparcamiento, cogemos un amplio camino de tierra, por el que seguimos paralelos a un recién nacido río Matarraña |
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Echando una mirada atrás, para ver las primeras formaciones rocosas que se forman entorno a la presa |
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Ya iluminadas por el sol, mientras vamos atravesando les Estrets de la Fenellassa |
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Por una sucesión de túneles, construidos para el acarreo del carbón, hasta que llegamos al desvío a las pinturas de la Fenellassa |
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A las que accedemos tras cruzar por una pasarela el cauce del río Matarraña |
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Donde observamos a cuatro jinetes que cabalgan a pie sobre sendos equinos |
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Visitadas las pinturas, regresamos al camino, atravesamos un nuevo túnel |
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Para acto seguido, llegar al desvío a la Cova de la Dona, a la que subimos por una canal terrosa |
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En la que permanecemos unos minutos, ya que apenas tiene desarrollo |
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Hasta bajar al camino, donde vamos mirando la vegetación, en el que destacan los frutos del madroño |
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Cuando el camino efectúa un giro a la izquierda, llegamos al inicio de la circular, donde nace el PR-TE153 |
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Y unos metros más adelante, al Plá de la Mina, en el que intentamos ver las instalaciones de la Mina Rogelio |
Siguiendo el camino
principal, pasamos junto a un refugio que se encuentra cerrado,
mientras vamos circunvalando lo que ahora es el área recreativa del
Plá de la Mina, hasta alcanzar de nuevo el cauce del río Matarraña,
que forma en este lugar una extensa badina de aguas cristalinas y
calcáreas, en las que todavía hay algunas colonias de cangrejo de
río autóctono (Austropotamobius pallipes), que sorteamos pegados a
la roca, a través de dos troncos unidos que modo de pasarela nos
permite caminar por encima de las aguas, asiéndonos a una sirga que
nos sirve para mantener el equilibrio.
Una vez superado, nos
adentramos en el primer tramo de la espectacular garganta que forma
el río, caminamos por un suelo liso de piedra, observando como los
bolos de caliza han invadido el cauce del río, alternando su curso y
formando pequeñas pero bonitas cascadas, a las que nos vamos
acercando, alternando tramos de pasarelas con otros en los
que debemos avanzar por el mismo cauce, realizando sencillos vadeos
ya que el río al ser verano baja con un caudal bastante menguado.
Cuando apenas hemos
concluido el primer kilómetro (kilómetro 1.3), las pasarelas desaparecen
por unos minutos, la garganta que atravesamos se abre ligeramente
aunque no pierde altura, permitiendo ver un par de moletes que
apuntan hacia el cielo, observando como el pinar por el que nos
adentramos comienza a poblar el curso del río y todo el entorno,
ofreciendo una agradable sombra lo que nos permite avanzar a buen ritmo,
siempre paralelos al curso del río al que no tardamos en llegar.
En este tramo, vemos como
las aguas ocupan toda la garganta pero el caudal es bastante escaso,
así que aprovechamos las zonas de lecho seco para cambiar a la
margen izquierda (orográfica) y seguir remontando el curso del
río, por un tablón pegado a la roca que nos permite pasar una
pequeña badina, para acto seguido cambiar a la margen derecha
haciendo equilibrismo sobre un estrecho tronco que atraviesa el cauce
del río, que nos hace sudar tinta para no acabar metiendo las
zapatillas en el agua.
Tras este entretenido
paso, seguimos por el lecho seco del río disfrutando del entorno,
donde la roca erosionada por los elementos ha formado una simpar de agujas y formaciones rocosas conocidas en la zona como Les Gúbies, impresionante!,
mientras el río va trazando pequeños meandros, que debemos superar
unas veces por bloques de piedra colocados para tal efecto y otros
buscando las zonas con menos agua, cosa que no resulta difícil, ya
que el río Matarraña en verano acusa mucho el estiaje.
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Rodeando el Plá de la Mina, llegamos al río Matarraña, que forma una extensa badina |
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Que sorteamos por dos troncos unidos, que nos permiten caminar por encima de las aguas |
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Una vez superado, nos adentramos en la garganta, donde grandes bolos de caliza, han invadido el cauce |
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Modificando su curso y formando preciosas cascadas |
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Donde vamos alternando tramos de pasarelas |
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Con otros que realizamos sencillos vadeos, hasta superar el primer kilómetro |
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Donde las pasarelas desaparecen, la garganta se abre |
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Lo que nos permite ver un par de moletes que apuntan al cielo |
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Y observar como el pinar que empezamos a atravesar, puebla todo el entorno, hasta salir al río |
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Donde el agua cubre toda la garganta, por lo que pasamos a la margen izquierda, para seguir remontando su cauce |
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Para acto seguido volver a cambiar de margen, haciendo equilibrismo en un estrecho tronco |
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Ya en la margen izquierda, caminamos por el lecho seco del río Matarraña |
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Disfrutando del entorno, donde la roca moldeada por los elementos, ha formando un simpar de formaciones |
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Mientras el río va trazando diversos meandros, que superamos a veces por unos bloques de piedra |
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Y otras vadeándolo, buscando siempre las zonas con menos agua |
Ya en la margen derecha,
abandonamos el cauce del río para internarnos de nuevo en el pinar,
siguiendo un sendero que nos va alejando del cauce, aunque
rápidamente nos lleva de nuevo hasta él, en un precioso tramo donde
la garganta se estrecha formando un espectacular rincón, donde
observamos como las aguas del río Matarraña se van filtrando, lo
que nos permite avanzar por medio de lecho del río, buscando las
zonas de graba, hasta localizar un tronco en un extremo del
desfiladero por el que salvamos una lámina de agua.
Sin mojarnos un ápice las
zapatillas, continuamos caminando pegados al cauce del río que va
formando pequeñas badinas, que superamos por sendas pasarelas
absortos en el entorno, alternándolas con tramos de sendero que nos
introducen en el pinar, hasta alcanzar la badina principal; la badina
Negra, de aguas color turquesa que no hacen honor a su nombre, en la
que vemos varios grupos de barbos colirrojos (Barbus haasi), que
indican la limpieza de estas aguas, que cruzamos por una larga
pasarela de madera, que nos deja en un caos de bloques de caliza,
donde vamos saltando de bloque en bloque como las cabras hispánicas
que pueblan la zona de los Puertos de Beceite, siendo la colonia más
importante de toda la península ibérica.
Una vez en la margen
derecha, caminamos unos metros más por una última pasarela, hasta
coger un sendero que dirección Este nos mete en el pinar,
paralelos al cauce del río que definitivamente deja de llevar agua, deteniéndonos de vez en cuando para mirar al horizonte y contemplar las alargadas agujas que se han formando por la disolución del agua
en la roca caliza, conocidas como les Gúbies del Parrissal, cuyo
nombre proviene porque en esta zona durante décadas crecieron parras silvestres, en las que observamos como se posan varios grupos de
buitres leonados.
Siguiendo el sendero, este
desaparece entre un caos de roca, que salvamos por un puente colgante
que en su parte intermedia se mueve bastante y que nos permite pasar
al otro lado, para continuar alternando tramos totalmente llanos con
otros en ligero ascenso, por un espectacular bosque de quejigos,
donde ya podemos intuir la brecha en la roca que conforman els
Estrets, pasando junto al desvío al Pas del Romeret situado al lado
de una cascada de toba, que dejamos para más adelante.
De momento nos vamos a ver
els Estrets, por lo que bajamos hasta el lecho del del río repleto
de grandes bloques de caliza, que han formado un laberinto por el que
nos desenvolvemos siguiendo unas flechas amarillas, que nos obligan a realizar sencillas trepadas, hasta llegar a la entrada dels Estrets
del Parrissal, donde el río Matarraña fluye encajonado entre
paredes de más de 60 metros de altura, aunque hoy este tramo baja seco,
habiendo tan solo algunas pozas residuales que sorteamos por la
margen derecha del río, ayudándonos de unas cuerdas que a modo de
pasamos nos permiten salvar la poza principal, para seguir por este
tremendo desfiladero de unos 20 metros de anchura, hasta llegar la
salida, justo en el punto en el que se junta con la variante del Pas
del Romeret.
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Siguiendo un sendero nos adentramos en el pinar hasta salir al río Matarraña, que forma un precioso rincón |
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Pasando por un tronco una lamina de agua, donde el río va formando pequeñas badinas |
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Que superamos por sendas pasarelas |
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Absortos en el paisaje que nos envuelve |
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Alternándolas con tramos de sendero que nos introducen en el pinar |
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Hasta alcanzar la badina principal; la badina Negra, que cruzamos por una larga pasarela |
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Que nos deja en un caos de bloques |
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Donde vamos saltando de bloque en bloque |
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Una vez en la margen derecha, seguimos por una pasarela |
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Hasta coger un sendero que dirección Este nos lleva por el interior del pinar, paralelos al río Matarraña |
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Deteniéndonos de vez en cuando para mirar al horizonte y observar les Gúbies del Parrissal |
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Alternando tramos llanos con otros en subida, por un espectacular bosque de quejigos |
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Por el que bajamos hacia el lecho del río, en el que realizamos sencillas trepadas |
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Hasta llegar al inicio dels Estrets, que recorremos íntegramente hasta la confluencia con el Pas del Romeret |
Más adelante, seguiremos
remontando el curso del río Matarraña, pero ahora retrocedemos por
el desfiladero para ir en busca del desvío del Pas del Romeret, que
nos permitirá tener una visión aérea de els Gúbies del Parrissal,
disfrutando paso a paso en total silencio, roto por el algarabío de
los primeros grupos que comienzan a llegar cerveza en mano, gritando
como si les fuera la vida en ello.
Intentando mantener la
calma, nos alejamos dels Estrets, está vez por la margen derecha
donde se ha formado un pasillo que pasa bajo una oquedad, que nos
permite salvar con mayor comodidad el laberinto de rocas, enlazando
con el sendero por el que ascendemos durante unos metros, hasta
llegar a la altura de la cascada de toba, donde en un roca vemos
pintado en rojo “El Pas del Romeret”, por lo cual abandonamos el
sendero para continuar dirección Norte/Este monte a través, asiéndonos a las ramas de los arbustos que pueblan la empinada
ladera, tomando de referencia unos puntos rojos y las estrellas
azules de la travesía circular de Estels del Sud, que durante cinco
jornadas recorre el Parque Natural de los Puertos de Tortosa-Beceite.
Chino a chano vamos
ganando desnivel, entre las ramas de los esbeltos pinos, podemos entrever las agujas calcáreas de los Gúbies del Parrissal, que
dejamos a nuestras espaldas para continuar subiendo por una sucesión
de pasillos equipados con grapas, que nos permiten avanzar de forma
rápida y segura, obteniendo a medida que subimos unas vistas más
claras de les Gúbies.
Tras un último pasillo
equipado con cadena, accedemos al punto más elevado del Pas del
Romeret, donde la panorámica se amplia 360º, quedándonos paralizados ante la magnitud de lo que estamos contemplando, así que
aprovechamos para realizar un descanso y disfrutar un rato del
paisaje, donde según cuenta una leyenda, en el año 1835 apareció
una hiena en los Puertos de Beceite, el llop blanc o lobo blanco, que
tenía la costumbre de adentrarse en los cementerios, desenterrar
los cadáveres y arremeter contra los niños, matando a cuatro de
ellos, siendo abatido por Juan Antonio de la Torre de un certero
disparo en la canal de En Pavía.
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Después retrocedemos sobre nuestros pasos, hasta la entrada |
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A els Estrets del Parrissal, donde salvamos por la margen derecha el laberinto de roca |
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Disfrutando de las vistas hacia les Gúbies del Parrissal, enlazando con el sendero por el que subimos |
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Hasta llegar al desvío al Pas del Romeret, donde abandonamos el sendero, para continuar tomando de referencia unos puntos rojos |
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Y las estrellas azules de la travesía del Estels del Sud |
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Chino a chano vamos ganando desnivel, entre las esbeltas ramas de los pinos, podemos entrever las agujas |
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Que dejamos a nuestras espaldas, para continuar subiendo por una serie de pasillos, equipados con grapas (paso visto desde arriba) |
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Obteniendo a medida que subimos, unas vistas más claras de les Gúbies |
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Tras un último pasillo equipado con cadena, llegamos al punto más elevado del Pas del Romeret |
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Donde disfrutamos de unas vistas de 360º de les Gúbies del Parrissal |
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Quedándonos paralizados ante la magnitud de lo que estamos contemplando, ¡impresionante! |
Cuando uno está
disfrutando el tiempo pasa volando, aunque nos gustaría estar más
rato es hora de bajar hasta el río Matarraña, así que tras echar
un último vistazo al entorno, comenzamos el descenso destrepando un
par de resaltes equipados con grapas que nos permite salvar la
muralla.
Nada más bajar el
segundo, enlazamos con un sendero tapado por la vegetación en la
entrada, pero que rápidamente se vuelve más nítido, por el que
tomando de referencia los puntos rojos descendemos suavemente durante
unos metros, entre rocas y pinos que cubren la ladera de la montaña,
quitando la sensación de vacío, aprovechando sus ramas como marco
natural para fotografiar les Gúbies del Parrissal.
A medida que vamos
perdiendo desnivel, la pendiente se va acentuando, el piso de tierra
no ayuda, por lo cual vamos bajando con cuidado para evitar resbalar
y acabar en el suelo, atravesando una pequeña mancha de quejigos,
por la que asiéndonos en sus troncos, llegamos a la cabecera de dos
largos resaltes equipados ambos con una larga cadena y grapas, que a
pesar de la verticalidad que tienen, no ofrecen mayor dificultad que
ir bajando por ellas como si se tratara de una escalera, ayudándonos también de las múltiples
presas naturales que ofrece la roca.
Superado el segundo
resalte, continuamos perdiendo desnivel de forma pronunciada,
realizando sencillos destrepes apoyando tan solo las manos y usando algún tramo equipado con cadena que nos ayuda a no resbalar, hasta
llegar a un último resalte de tres o cuatro metros de altura equipado
con cadena y grapas, que salvamos sin ninguna complicación,
accediendo después de tres horas de caminata al cauce del río
Matarraña, en el punto en el que hace un rato retrocedimos por el
desfiladero que forman els Eltrets, para ir a coger el desvío del Pas
del Romeret.
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Tras echar un vistazo al entorno, iniciamos el descenso al río Matarraña |
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Destrepando un par de resaltes equipados con grapas |
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Enlazando con un sendero tapado por la vegetación en su inicio |
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Pero, enseguida se vuelve más nítido |
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Tomando de referencia los puntos rojos |
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Entre rocas y pinos, cuyas ramas utilizamos como marco natural para fotografiar les Gúbies del Parrissal |
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A medida que perdemos desnivel la pendiente se acentúa, atravesando una mancha de quejigos |
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Por la que llegamos a la cabecera de dos resaltes (primer resalte) |
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Bastante verticales, equipados con una larga cadena y grapas |
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Por los que descendemos como si de una escalera se tratase (segundo resalte) |
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Después, continuamos perdiendo desnivel, realizando sencillos destrepes, ayudándonos de las cadenas para no resbalar |
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Hasta que llegar hasta un último resalte, equipado con cadena y grapas |
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Que superamos, para llegar de nuevo tras tres horas al cauce del río Matarraña |
Ahora, seguimos caminando
dirección Sur por medio del lecho seco del río Matarraña, cubierto
a ambas márgenes por un denso pinar que puebla todo el desfiladero,
rodeando a izquierdas o derechas algunas pozas residuales que
mantiene el río, disfrutando del paisaje en total soledad, ya que la mayoría de personas que vienen se quedan en els
Estrets y observando como paso a paso van apareciendo nuevo grupos de
agujas, espectacular!
Nada más pasar una
pequeña poza, abandonamos el cauce del río para coger a mano
derecha un sendero marcado con un hito, por el que nos adentramos en
el pinar, trazando una línea recta que nos permite salvar uno de los
numerosos meandros que forma el río, por lo cual aprovechamos la
comodidad del piso para aumentar el ritmo, aunque no tardamos mucho en
salir de nuevo al cauce del río, en un amplio tramo cubierto por
grandes bloques, en el que realizamos una trepada en el punto marcado
con una estrella azul.
Una vez superado,
caminamos unos metros más por el cauce del río, que a cada paso
comienza a llenarse de piedras de buen tamaño que ralentizan el
paso, pero que evitamos por un nuevo tramo de sendero, que nos lleva por encima cauce, donde aprovechamos una punta
despejada de vegetación para disfrutar de las vistas, mientras
descansamos y echamos un bocado.
Tras la pausa, retomamos
el sendero que en ligero descenso nos devuelve al cauce del río, que
en esta parte está formado por un caos de rocas, por el que vamos
avanzando buscando las zonas más despejadas, realizando sencillas
trepadas en las que tan solo debemos apoyar las manos, más por precaución para evitar resbalar que por su dificultad, dejando a
mano derecha el desvío a la Font de Ferrera que más adelante enlaza
con el GR.8 para llegar al refugio Font Ferrera, punto final de la
segunda etapa de la travesía de Estels del Sud.
Nosotros, continuamos unos
metros más atravesando el caos de rocas, hasta que este desaparece a
la altura de un meandro, donde el río continúa dirección Sur hacia el
barranco de Millers, por el que discurre el GR.8.
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Ahora, seguimos caminando por medio del lecho seco del río Matarraña |
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Cubierto a ambas margenes por un denso pinar, donde observamos nuevas formaciones de agujas |
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Nada más pasar una pequeña poza residual, tomamos a mano derecha un sendero marcado con un hito |
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Por el que nos adentramos en el pinar, trazando una línea recta que nos permite salvar un meandro |
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Hasta salir de nuevo al cauce del río, en un amplio tramo cubierto de grandes bloques |
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En el que realizamos una trepada, en el punto marcado con una estrella azul |
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Una vez superado, continuamos por el cauce del río hasta cruzar una badina, donde cogemos un sendero |
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Que nos lleva por encima del cauce. En un saliente, realizamos una pausa para disfrutar de las vistas |
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Después, regresamos al sendero por el que descendemos de nuevo al río, cubierto por grandes bloques |
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En el que avanzamos buscando las zonas más limpias y realizando sencillas trepadas |
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Dejando a nuestra derecha el sendero que se dirige a la Font Ferrera, Y continuar por el lecho del río, atravesando el caos de roca |
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Hasta que este desaparece a la altura de un meandro, donde el río prosigue hacia el barranco de Millers |
En este punto, para subir
de forma más directa, tomamos un sendero a mano izquierda marcado
con un hito en la entrada, por el que en fuerte ascenso vamos
saliendo poco a poco del desfiladero paralelos al barranco d'Espada,
realizando pequeñas lazadas para reducir el esfuerzo, donde a tramos
la densa vegetación que puebla ambos lados del sendero apenas nos
deja disfrutar el entorno.
A medida que vamos ganando
desnivel, el bosque comienza a clarear, aprovechamos unos de estos
claros para observar como las afiladas agujas van dando paso a un
terreno más lineal, compuesto por una sucesión de lomas redondeadas
cubiertas por una densa masa forestal, que ahora nos da una tregua,
al caminar por una zona de falso llano por la que atravesamos un
delicioso bosque mixto de pinos, carrascas, bojes y helechos.
Tras un último repecho,
enlazamos con el camino de la Senia, por el que salimos dirección
Oeste del bosque, atravesando viejos campos de labor, hasta alcanzar
los restos de la Caseta de Maçana, donde la larga subida que hemos
superado y el sol que aprieta a estas horas, comienzan a pasarnos
factura, por lo cual en cuanto encontramos el primer árbol en el
camino, hacemos una pausa para descansar.
Con energías renovadas, retornamos al camino que rápidamente nos introduce de nuevo en el
pinar, cosa que agradecemos, hasta que cuando el GPS marca el
kilómetro 10 (cota 1.223 metros) , alcanzamos un cruce de caminos en
el que se encuentra el pozo de agua del Povet d'en Borras, que aunque
está en desuso se mantiene en muy buen estado.
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Para subir de forma más directa, cogemos un sendero a mano izquierda marcado con un hito |
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Por el que en fuerte ascenso vamos saliendo poco a poco del desfiladero |
 |
Realizando cortas lazadas para reducir el esfuerzo |
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Donde a tramos la densa vegetación, apenas nos deja disfrutar del entorno |
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A medida que ganamos desnivel, el bosque clarea, en uno de estos claros, vemos como el paisaje va cambiando |
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Hasta que enlazamos con el camino de la Senia, por el que dirección Oeste |
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Atravesamos viejos campos de labor |
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Pasando junto a la Caseta de Maçana |
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De la que tan solo queda un amasijo de piedras |
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Pero ofrece unas bonitas vistas y donde el sol |
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Y la larga subida, comienza a pasarnos facturas |
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Haciendo un descanso a la sombra de un árbol |
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Después, retornamos al camino, que rápidamente nos introduce en el pinar, por el que caminamos
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Hasta llegar a un cruce de caminos, en el que se ubica el pozo de agua del Povent d'en Borras |
Desde la intersección
tenemos la posibilidad de ir hasta el collado de la Belenguera, dando
un rodeo por el GR.8 (±1
hora) o siguiendo el PR-TE153 hacia les Moletes d' Arany, que es la
opción que nosotros manejamos desde un principio.
Así
que tomando de referencia las marcas blancas y amarillas, continuamos
en ligero descenso atravesando el pinar, que de vez en cuando entre
sus ramas, nos dejan ver las primeras muelas rocosas que conforman el
macizo de las Moletes d'Arany, donde aprovechamos que el terreno nos
es favorable para trotar un rato.
Poco
a poco, el sendero nos va acercando al borde del acantilado, las
vistas se abren lo que nos permite disfrutar de una amplia panorámica
hacia las agujas que conforman les Gúbies del Parrissal y casi a pie
de sendero, de un curioso arco geotécnico, en el que nos detenemos para contemplarlo, aunque acercarse a él no es sencillo, debido a que los
escasos metros a los que nos encontramos se encuentran plagados de
vegetación arbustiva, con la que nos toca pelearnos y salir
perdiendo, haciéndome un ocho en la pierna con una rama.
Como
siempre llevo un pequeño botiquín en la mochila, hago una cura de
emergencia para detener la hemorragia, después, regresamos al sendero
por el que avanzamos unos metros por el pinar, hasta que a mano
izquierda marcado con un hito, lo abandonamos por unos minutos, para
hacer una subida directa por el pinar hasta coronar el vértice
geodésico de la Moleta de Arany (o Aran según que mapa se mire) que
con sus 1.226 metros parece ser la más elevada de todo el macizo,
donde disfrutamos por última vez de las vistas hacia el desfiladero
que forma a su paso el río Matarraña.
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En la intersección tenemos la posibilidad de ir hacia el Collado de la Belenguera, por el GR.8 o por el PR-TE153 |
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Opción está última que es la que cogemos, por lo que continuamos siguiendo las marcas blancas y amarillas |
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Atravesando el pinar, que de vez en cuando entre sus ramas |
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No dejan ver las primeras muelas rocosas que conforman el macizo de les Moletes d'Arany |
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Donde aprovechamos que el sendero nos es favorable para trotar un rato, acercándonos a los acantilados |
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Obteniendo una amplia panorámica |
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Y casi a pie de sendero, de un curioso arco geotécnico |
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Después, avanzamos unos metros por el pinar, hasta que marcado con un hito a mano izquierda |
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Iniciamos la subida directa hacia la Molete d'Arany |
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Desde cuyo vértice geodésico |
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Disfrutamos de las vistas hacia el desfiladero que forma el río Matarraña |
Sin
apenas detenernos, regresamos al sendero principal, por el que
continuamos bajando tomando de referencias las marcas blancas y
amarillas, observando como sobresale una muela que por su ubicación
creemos que se trata del mirador de la Roca Morera y otras curiosas
formaciones, en las que echando un poco de imaginación, una de ellas
parece una cara, hasta que sobre la cota 1.062 metros alcanzamos el
collado de la Belenguera, en el que se juntan las dos variantes del recorrido que parten desde el Povet d'en Borras.
Perfectamente
marcado, cogemos el sendero que se dirige al Plá de la Mina, por el
que comenzamos a descender paralelos al barranco de la Faixa Vedada,
por un sendero con el piso con mucha piedra suelta, en el que tan
solo algún esporádico pino nos ofrece algo de sombra, donde de vez
en cuando echamos una mirada atrás para disfrutar de una nueva
perspectiva dels Estrets del Parrissal.
Cerca
del Plá de la Mina, la pendiente se acentúa, el sendero nos
introduce en el pinar, donde empieza a trazas largas lazadas, que
nuestras rodillas agradecen, hasta alcanzar después de ocho horas el
área recreativa del Plá de la Mina, donde cerramos la circular y
nos acercamos a una fuente situada junto al cauce del río Matarraña,
en la que cogemos un poco de agua, para recorrer el escaso kilómetro
que nos queda para llegar al aparcamiento, regresando por el camino
que pasando bajo los túneles nos permite atravesar els Estrets de la
Fenellassa.
Cuando
el reloj marca la 17:00 horas (8 horas y 16 minutos), alcanzamos definitivamente el
aparcamiento, donde tras realizar una tanda de estiramientos, nos
ventilamos sendos bocadillos de lomo acompañados de sus respectivas
cervezas, mientras sonreímos al ver a uno de chavales que trabaja
en la zona, echar un vistazo a nuestro coche, no vaya a ser que os
vayamos sin pagar, ya que hemos sido de los primeros en venir y somos
de los últimos en irnos.
Previo paga de la tasa, regresamos a Zaragoza con la idea de volver otro verano, está vez con los chicos para hacer el recorrido habitual hasta els Estrets, en el que sin duda se lo pasarán de lo lindo, pero eso ya será otra historia ...