Para la jornada de hoy,
nos vamos a mover por los montes de Luesia cuyo término municipal,
aporta el 44,3% de sus tierras al Espacio Protegido (4.273 hectáreas
de 9.639 hectáreas), en el que sin duda destaca su gran masa
forestal, que ocupa casi el 70% de la superficie municipal, compuesta
por encinares, robledales, pinares, aunque por su singularidad
destacan los hayedos, que son los más exteriores del Pirineo
Aragonés, que se localizan principalmente en la ladera oriental del
Monte de la Bal, que hoy en compañía de Carlos (Zancadas Ligeras),
vamos a recorrer, alargando la circular hasta el Puy Moné, cima más
emblemática de la Sierra de Luesia.
Siempre que visitamos una
zona nueva, nos gusta conocerla lo máximo posible, por lo que hoy
vamos a realizar una circular bastante extensa, así que toca
madrugar. Sobre las nueve de la mañana, llegamos a la bonita
población de Luesia, que atravesamos hasta salir a la A-1202, donde continuamos dirección Sábada/Uncastillo durante cien metros, hasta
tomar a mano derecha, una pista asfaltada que rápidamente se
transforma en tierra (indica campo de fútbol), por la que subimos paralelos al barranco de Bal, hasta alcanzar el refugio de l'Artica, donde dejamos el coche.
Antes de comenzar,
aprovechamos para estirar un poco, comer un plátano, mientras un
cariñoso burro se acerca a nosotros, en busca de comida, en el que a
pesar de su insistencia, tan solo le damos sendas pelarzas de
plátano, que se come con gusto, pero que le saben a poco, volviendo
rápidamente a hacernos compañía.
Mientras el se queda guardando el coche, nosotros iniciamos el recorrido; rodeamos por la izquierda la cerca que delimita el refugio de l'Artica, donde pacen una madre con su cría, que cuando intuyen nuestra presencia, con mucha maestría, levanta con la cabeza el madero para salir al exterior y guarecerse entre los robles.
Una vez en el otro
extremo, llegamos a una bifurcación, en el que un cartel nos indica
varios itinerarios, nosotros nos decidimos por el S3 Baldisea –
Crebolar, que va hacia la fuente l'Artica, donde giramos a la
izquierda.
Por amplio camino herboso,
atravesamos un bonito bosque, donde el camino sirve de frontera
natural entre el espectacular robledal que hay a nuestra izquierda,
en el que ahora pastan los caballos, y el pinar que hay a nuestra
derecha.
Rápidamente, el camino se
transforma en sendero, por el que caminamos, tomando de
referencia las marcas blancas y verdes del itinerario S-3, por el que alcanzamos
en apenas cinco minutos, la fuente l'Artica, que mana una fresca y cristalina agua.
En este punto, abandonamos
el S-3, que en claro descenso se dirige a la Balsidea, mientras
nosotros giramos a la derecha, para enlazar con el sendero botánico R1,
por el que dirección Norte, vamos ganando suavemente desnivel, por
un precioso bosque mixto de pinos, robles, y acebos, que poco a poco, van dan paso a las hayas, que acaban apoderándose del entorno.
Sus frondosas hojas, apenas nos dejan atisbar el
horizonte, y los rayos del sol no penetran. Chino a chano, vamos avanzando por
el precioso sendero, cubierto por las hojas, que el invierno pasado
cayeron de las copas de los árboles, y que amortiguan nuestro
caminar.
Sobre la cota 1.200
metros, la pendiente es prácticamente inapreciable, atravesamos un
terreno de falso llano, donde el sendero se estrecha de tal forma,
que casi tocamos con nuestro cuerpo los especulares robles, que
pueblan la parte alta de la majada.
Unos metros más adelante,
llegamos al Collado de Balsiruela, desde el que podemos ver la cima
del Puy Mone, fácilmente reconocible por la caseta de vigilancia
forestal que la corona, y al cual se puede acceder también en btt,
por la pista principal, que hemos utilizado para subir hasta el
refugio l'Artica.
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Desde el refugio de l'Artica, iniciamos el recorrido, rodeando la cerca que lo protege por la izquierda |
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Hasta llegar a un cruce, desde el que parten varios itinerarios; nosotros cogemos el S-3 |
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Donde cogemos un herboso camino, por el que atravesamos un bello robledal |
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En el que pastan los caballos |
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Rápidamente, el camino se transforma en un precioso sendero, que seguimos |
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Hasta la fuente de l'Artica, donde abandonamos el itinerario S-3 |
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Y enlazamos a mano derecha, con el sendero botánico R1 |
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Por el que comenzamos a ganar desnivel, por medio de un precioso hayedo |
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Donde las frondosas ramas de las hayas, apenas dejan entrar los rayos del sol |
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Sobre la cota 1.200 metros, las hayas dan paso a los robles |
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Y unos metros más arriba, llegamos al Collado de Balsiruela |
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Donde podemos ver el Puy Moné, fácilmente reconocible, por la caseta forestal que hay en su cima |
Desde el collado, tenemos la posibilidad de acceder de forma directa al Puy Moné, tomando un sendero que sube
por la loma, hasta enlazar con la pista que viene desde el refugio, a
la altura de la Punta de Cabo Bal, para más tarde recorrer toda la
loma cimera hasta su llegar a la amplia cima del Puy Moné; opción que descartamos, ya que
le vamos a dar una vuelta de tuerca a la circular, e ir hasta la zona
conocida como la Mata del Pueyo, para ver un tejo milenario, y
descansar en la fuente del Pueyo.
Así que en el collado, retrocedemos unos metros hasta coger el camino, por el que
dirección Norte/Este vamos perdiendo suavemente desnivel, hasta
alcanzar una curva a la derecha, donde lo abandonamos, y cogemos una
senda poco clara en su entrada,
por la que vamos atravesando una zona de carrascas, robles y matorral
bajo, tomando de referencia las marcas blancas y azules, que seguimos
desde la fuente l'Artica.
Cerca del cauce de un
barranco, el camino se rompe, realizamos un sencillo destrepe, que no
ofrece mayores complicaciones, que afianzar bien los pies, ya que el
piso resbala.
Superado, caminamos unos metros hasta cruzar el cauce
seco del barranco, e iniciamos el ascenso, alternado tramos de
bosque, con otros a cielo abierto, donde el sol todavía no calienta
en exceso, por el que finalmente enlazamos con la pista de la Mata
del Pueyo, por la que caminamos durante cincuenta metros, hasta
alcanzar una encrucijada de caminos, donde por el momento cogemos el sendero que va hacia la fuente del Pueyo, para regresar haciendo una corta circular hasta este mismo punto.
Dirección Sur, caminamos unos metros hasta llegar al inicio del sendero, marcado como la Fuente del Pueyo, donde rápidamente nos introducimos en un espectacular y frondoso bosque de hayas, en el que se ubica un enorme ejemplar te tejo, que esta catalogado como Árbol Monumental, en el que nos detenemos un
instante para observarlo, eso si, sin tocarlo, ya que salvo la
envoltura que cubre sus frutos, es un árbol venenoso, porque
contiene un alcaloide tóxico, llamado taxina.
Tras la pausa, continuamos por medio del hayedo, absortos con tanta belleza,
aprovechando la buena sombra y el frescor que el bosque nos
proporciona. Poco a poco, vamos descendiendo, después de una última
bajada algo más pronunciada, salimos a la pista de la Mata del Pueyo,
donde justo a la salida, se ubica la fuente del Pueyo, en la que nos
detenemos para descansar, comer, y reponer agua,
mientras disfrutamos de las vistas que tenemos de la Punta del Siete,
donde a la vuelta no caminaremos muy lejos.
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Desde el collado, retrocedemos unos metros, hasta coger un camino, por el que continuamos |
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Hasta llegar a una curva a la derecha, donde cogemos una senda poco nítida en su comienzo |
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Por la que nos introducimos en un bosque de carrascas, robles, y matorral bajo |
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En el que os fijamos en los detalles, en forma de flores |
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Tomando de referencia las marcas blancas y azules |
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Por el que enlazamos con la pista de la Mata del Pueyo |
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E iniciamos una pequeña circular hacia la fuente del Pueyo |
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Adentrándonos en un espectacular hayedo |
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En el que a pie del sendero, vemos un enorme Tejo catalogado como Árbol Monumental |
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Tras la pausa, seguimos por el hayedo en suave descenso |
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Hasta salir a una pista de tierra |
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Donde se ubica la fuente del Pueyo, en la que nos detenemos para descansar, comer, y reponer agua |
Con energías renovadas,
volvemos a la pista, caminamos durante cien metros por ella, hasta
tomar una tímida trocha que nace a nuestra izquierda, marcada con
un hito en su entrada, por la que vamos rodeando el hayedo, entre
espino albar, cuya flor blanca, da el toque de color a la zona.
En apenas cinco minutos,
llegamos a la encrucijada de itinerarios. En esta ocasión, cogemos el sendero botánico R3, por el que en suave ascenso, vamos andando dirección Norte, virando poco a poco hacia el Este, por un viejo
camino que desaparece a media ladera, tomando de referencia las
marcas blancas y azules, hasta alcanzar la punta de la loma, en la
que se ubica el mirador de Puy Fonguera, desde el que obtenemos unas
fantásticas vistas de la muralla natural que conforma la Sierra de
Santo Domingo, sobre la que se eleva, el pico Santo Domingo, máxima
elevación de la sierra.
El día es esplendido, nos apetece quedarnos largo rato en el mirador, pero toca seguir, ya
que aún nos queda más de la mitad del recorrido, así que desde el
mirador de Puy Fonguera, enfilamos el amplio y herboso cordal, por el
prácticamente sin ganar ni perder desnivel, llegamos a la Punta de
Cabo Bal, máxima elevación de la Sierra de Luesia, dejando a nuestra derecha, el desvío que más tarde
cogeremos para enlazar con la senda de Mal Paso.
Como las vistas son casi
idénticas, apenas nos detenemos para echar un vistazo a la Sierra de
Santo Domingo desde la muga, que hace de punto geodésico. Después,
seguimos por el cordal en suave descenso, con cuidado de no resbalar
por la hierba, hasta enlazar con la pista que sube al Puy Moné, por
la que caminamos durante apenas cincuenta metros, hasta llegar a la
última rampa, donde preferimos no caminar por la agreste pista, y
subir hasta al Puy Moné, por la ladera de la montaña, que resulta
mucho más agradable para nuestras piernas.
Tras algo más de dos
horas (2h 15'), alcanzamos la amplia cima del Puy Moné, donde
hacemos una parada para echar un trago, comer un plátano, y
disfrutar más en profundidad de la Sierra de Santo Domingo, donde
podemos distinguir de izquierda a derecha, la Raya Alta, la apertura
que rompe la muralla, conocido como el Portillo de Longas y la cresta
baja de los Tablados.
Como telón de fondo,
vemos los pirineos occidentales, donde a pesar de estar
parcialmente nublado, distinguimos algunas de sus cimas, como la Peña
Ezkaurre, Peña Forca, Bisaurín o el Aspe, además de la Sierra
de Leyre, ya en la vecina Navarra.
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Desde la fuente, caminamos por la pista durante cien metros, hasta tomar a mano izquierda una trocha |
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Por la que vamos rodeando el hayedo, entre espino albar |
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Hasta llegar de nuevo a la encrucijada, donde esta vez cogemos el sendero botánico R3 |
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Donde continuamos en suave ascenso, por amplio camino hasta media ladera |
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Que desaparece en la parte final, avanzando monte a través |
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Hasta alcanzar el mirador de Puy Fonguera |
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Desde el que disfrutamos de una amplia panorámica de la Sierra de Santo Domingo |
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Luego, enfilamos el ancho y herboso cordal |
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Por el que rápidamente, alcanzamos la Punta de Cabo Bal |
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Sin apenas detenernos, seguimos por el cordal, hasta enlazar con la pista que sube al Puy Moné |
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Hasta enlazar con la pista que sube al Puy Moné |
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Donde caminamos unos metros, para dejarla y continuar por la loma, hasta la cima del Puy Moné |
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En cuya aplanada cima, se ubica un puesto de vigilancia contra incendios, donde nos sentamos a la sombra |
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Mientras disfrutamos más en profundidad de la Sierra de Santo Domingo, y del Pirineo Occidental |
Permanecemos unos minutos
más en la cima, charrando con el guarda, que nos desvela algunas
zonas que no conocemos. Después, regresamos sobre nuestros pasos
hasta la Punta de Cabo Bal, donde descendemos unos metros observando
la loma de conglomerado por la que discurre la senda de Mal Paso, a
cuya entrada llegamos en apenas un minuto, en la que convergen el sendero botánico R3 y el GR.1, sendero de gran recorrido, que desde las
ruinas de Ampurias (Gerona), hasta el Puerto de Palos (Cantabria),
recorre durante 1.074,5 kilómetros, numerosas localidades que
durante la Edad Media, fueron importantes plazas fronterizas.
En este punto, abandonamos
el amplio cordal, que más adelante a nuestro regreso retomaremos, y
cogemos la senda que a nuestra izquierda, nos adentra en un precioso
quejigal, donde podemos ver algunos guillomos ya en flor, por el que
en fuerte descenso, vamos perdiendo desnivel, dirección Norte/Este,
atravesando algunas zonas de claros, hasta que finalmente a la altura
de un preciso tilo, llegamos al inicio de la cresta de Mal Paso, que
recibe este nombre, porque antaño, este era un paso en el que las
caballerías, se las veían tiesas para pasar.
A nuestra derecha, vemos
la cresta que recorre la loma de Escorrola, por la que más tarde
subiremos, mientras comprobamos como el GR.1, y la senda botánica se
separan, descendiendo está última, hacia el barranco de Ambite.
Nosotros, continuamos por
la senda principal; nos metemos de lleno en la amplia cresta de Mal
Paso, que desde arriba parecía más complicada, pero una vez aquí,
hay una senda muy clara, que la recorre por el medio, sin ninguna
dificultad, por la que vamos avanzando, disfrutando de las hermosas
vistas que tenemos de la Sierra de Santo Domingo, tomando de
referencia una pequeña elevación, a la que poco a poco nos vamos
acercando.
Próximos a ella, la senda
se difumina, aunque parece que se puede ir hasta ella, nos extraña
que con lo bien marcado que esta todo el recorrido, llevamos un rato
sin ver mojones. Retrocedemos unos metros, comprobamos como una
tímida senda sale hacia la derecha (izquierda cuando se llega de
frente a este punto), que decidimos seguirla, y efectivamente a los
pocos metros, nos topamos con un mojón, que corrobora nuestra
teoría.
Ya en la senda correcta,
está gira a la derecha, se transforma en un claro sendero, por el
que comenzamos a rodear la loma de conglomerado, alternando tramos de
matorral bajo, con otras de un precioso bosque, afeado por las
continúas cintas de la FAM, que han colocado para marcar una carrera
de montaña, que discurre por la Sierra de Santo Domingo y los
montes de Luesia.
Sobre la cota 1.100
metros, llegamos al Collado Erica la Fosa, a nuestra izquierda,
tenemos la posibilidad de bajar hasta el Pozo Pígalo, opción que
descartamos, ya que alarga en exceso el recorrido. Además existe
un recorrido circular bastante atractivo, que se inicia desde el
mismo Pozo Pigalo, que nos apetece realizar otro día, así que cruzamos
un contador de ganado, y nos detenemos un instante en el collado, para
echar un trago de agua.
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Después, regresamos por la loma hasta la Punta de Cabo Bal |
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Observando la loma de conglomerado, por la que discurre la senda de Mal Paso |
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Unos metros más adelante, llegamos al inicio de la senda, en la que confluyen el GR.1 y la senda botánica R3 |
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En la que continuamos bajando entre bojes, que dan paso |
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A un precioso bosque de quejigos, en el que bajamos con cuidado |
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Hasta salir a cielo abierto, a la altura de un bonito tilo, en el que comienza la cresta de Mal Paso |
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Por la que continuamos por una bonita senda, con vistas a la Sierra de Santo Domingo |
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Y a la loma de Josepín |
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Cerca de una pequeña elevación, la senda se divide en dos; tomamos la de la izquierda |
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Que tras girar a la derecha, se transforma en un claro sendero |
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Por el que vamos alternando tramos de matorral bajo |
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Con otros de bosque |
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Hasta llegar al Collado de Erica la Fosa, donde tenemos la posibilidad de bajar al Pozo Pígalo |
Hidratados, caminamos unos
metros dirección Norte por el collado, donde a lo lejos podemos ver
el cortafuegos por el que discurre, parte del itinerario que desde
Biel, sube hasta el Pico Santo Domingo, cuya entrada, hayamos
rápidamente a nuestra derecha, en una preciosa senda, por la que
discurre el GR.1, que no aparece como tal en los mapas; que
entendemos que será una variante que sube desde Biel, por la cual
comenzamos a descender suavemente, tomando de referencia las clásicas
marcas blancas y rojas.
Roble, pino, y boj,
componen en su mayor parte la vegetación de está porción de la
Sierra de Santo Domingo, por la que ahora transitamos. De vez en
cuando el bosque se abre, dejando entrever la gran masa forestal, que también
componen los montes de Biel, que se han ido formando, en torno al río
Arba de Biel.
A medida que vamos
perdiendo desnivel, la vegetación va cambiando, poco a poco, los
pinos se van apoderando de las zonas bajas, hasta copar todo el
entorno que nos rodea. Cuando alcanzamos el kilómetro diez, llegamos
al desvío a la Peña Predicadera, donde aprovechamos para hacer una
larga parada para comer, y echar un trago, a la sombra de los pinos.
Después, regresamos a la
senda principal, por la que continuamos en suave descenso, hasta
alcanzar un muro roca donde la senda comienza a describir sucesivas
lazadas, que nos llevan hasta el fondo del barranco de la Carbonera,
en el que la senda se transforma, en un amplio camino herboso, por el
cual vadeamos el cauce del barranco, que al no llevar apenas agua, no
presenta ninguna dificultad.
Ya en la otra margen,
seguimos por el camino herboso durante medio kilómetro, dejamos a
nuestra derecha un largo muro de piedras, que delata que antaño,
aquí hubo algún tipo de construcción; unos metros más adelante llegamos a una bifurcación,
perfectamente señalizada, teniendo la posibilidad de ir hasta Biel por el GR.1, o hasta el Puy Moné por Escorrola.
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Desde el collado, tomamos una senda por la que discurre el GR.1, entre un bosque mixto |
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Que de vez en cuando se abre, y nos deja entrever la espesa masa forestal, que componen |
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Los montes de Biel, que se han ido formando entorno al río Arba de Biel |
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A medida que vamos perdiendo desnivel |
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La vegetación va cambiando, poco a poco, los pinos van ganando terreno |
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Sobre el kilómetro diez, llegamos al desvío a la Peña Predicadera |
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Aunque nosotros seguimos por la senda principal, tomando de referencia las marcas blancas y rojas |
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Atravesando en claro descenso un precioso pinar, en el que aprovechamos para trotar |
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Pasando junto a un muro de roca, donde la senda comienza a describir sucesivas lazadas |
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Que nos llevan hasta el fondo del barranco, donde la senda se transforma en un camino herboso |
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Por el que vadeamos el barranco de la Carbonera |
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Para seguir caminando durante medio kilómetro |
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Hasta llegar a una bifurcación, perfectamente señalizada |
De
las dos opciones, nos decantamos por subir por el PR. hacia
el Puy Moné, aunque tan solo llegaremos hasta el Collado de
Palomeros, superando un desnivel positivo de más de 400 metros.
Dicho
y hecho, tomamos el sendero de nuestra derecha, por el que
dirección Norte/Oeste, comenzamos a remontar la parte baja de la loma
de Escorrola, por terreno
agreste, donde la vegetación se compone básicamente de matorral
bajo, que apenas nos ofrecen sombra, eso, y que la pendiente es
bastante pronunciada, hace que lentamente vallamos ganando desnivel,
teniendo que detenernos de vez en cuando para mitigar el resuello.
Ya es mediodía, el sol
aunque tapado a ratos por las nubes comienza a notarse, el sendero
realizada varias lazadas, dejando a nuestra izquierda, un pequeño
muro de piedras. Poco a poco la pendiente se va suavizando,
aumentamos el ritmo, nos metemos en una zona de arbolado, tomando de
referencia las marcas blancas y amarillas, donde predominan las
carrascas, junto con algún que otro pino.
Rápidamente, salimos a
cielo abierto, las vistas se amplían, hacia el Norte podemos ver la
cresta de Mal Paso, por la que hace un rato hemos descendido; al Sur,
se aprecia el desfiladero, que forma el barranco de la Carbonera, a
su paso por la Bal de Biel, que más abajo desemboca en el río Arba
de Biel.
Siguiendo el sendero,
alcanzamos la cresta de Escorrola, amplio paso, que no ofrece ninguna
dificultad, por la que avanzamos cómodamente, atentos al sendero,
que entre matorral bajo se pierde de vez en cuando, y lleva a la
confusión, teniendo que retroceder sobre nuestros pasos en varias
ocasiones.
Sobre la cota 1.234
metros, alcanzamos el Collado de Palomeros, donde enlazamos con el GR.1,
que recorre el amplio cordal, que se dirige hacia el Oeste al Puy
Moné, y al Sur, al Collado del Correo, que es nuestro próximo
destino, aunque de momento descansamos unos minutos, para disfrutar de la muralla calcárea que conforma la Ralla Alta o As Rallas de Santo Domingo.
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En el cruce, abandonamos el GR. para coger el sendero por el cual discurre un PR, que en fuerte pendiente |
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Ganamos lentamente desnivel, pasando junto a un muro de piedra |
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Y adentrándonos en una zona de bosque, donde el terreno se suaviza |
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Tomando de referencia las marcas blancas y amarillas |
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Por el que poco a poco vamos saliendo del pinar |
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Hasta salir a cielo abierto, donde disfrutamos de las vistas al barranco de la Carbonera
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Y a la sierra de Santo Domingo |
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Punto en el iniciamos la loma de Escorrola, siguiendo una tímida senda, por la que avanzamos despacio |
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Ya que en ocasiones se difumina, teniendo que retroceder en algunas puntos |
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Para continuar subiendo entre matorrales |
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Hasta alcanzar el collado de Palomeros, donde enlazamos con el GR.1 |
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En el que descansamos unos minutos, mientras disfrutamos de la Ralla Alta o As Rallas de Santo Domingo
|
En el collado, nos
detenernos un instante para refrescarnos, después, caminamos unos
metros por la loma dirección Sur, hasta llegar a un nuevo cruce,
donde enlazamos con una pista de tierra, por la que continuamos
disfrutando de las vistas a la Punta del Siete, atravesando algunas
zonas de bosque, donde las hayas en menor proporción, vuelven hacer
acto de presencia.
Tomando de referencia las
marcas blancas y rojas del GR.1, llegamos a la altura de las curiosas
formaciones de arenisca, que la erosión ha modelado a lo largo de los siglos, conocidas en la zona como las Ripas Altas, donde también
podemos apreciar la población de Biel, y tirando de zoom los Mallos
de Riglos.
Tras disfrutar de las
vistas, regresamos a la pista, descendemos por ella hasta alcanzar el
Collado del Correo, donde el GR.1 desciende hacia Biel. Nosotros,
cogemos el Camino del Correo (sendero botánico R2), que era el que
utilizaba el cartero para ir de Biel a Luesia, por el que continuamos
durante medio kilómetro dirección Sur/Oeste, caminando por la linde
del Hayedo de la Bal, dejando a nuestra izquierda la loma de la Punta
del Siete.
A nuestra derecha, vemos
la entrada a la senda del Correo, marcada en su inicio con las marcas
blancas y azules, por la que comenzamos a descender, por medio del
espectacular hayedo de la Bal, en el que nuestros sentidos se
deleitan ante tanta belleza, parando en repetidas ocasiones, para
disfrutar de este magnífico bosque de hayas, por el que alcanzamos
la pista que sube al Puy Moné, justo a la altura del refugio de l'Artica, donde cerramos el círculo, a esta primera incursión por
el Paisaje Protegido de la Sierra de Santo Domingo, que a sido un
gran descubrimiento, y al que volveremos sin duda en más ocasiones,
sobre todo en otoño, que tiene que ser una pasada.
Ya en el coche, hacemos
una tanda de estiramientos, después, nos comemos sendos bocatas de
lomo, con su pertinentes cervezas, y vuelta a Zaragoza, que nos
esperan en casa.
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Desde el cruce, caminamos unos metros por la loma |
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Disfrutando de las vistas hacia la Bal de Luesia |
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Hasta enlazar con una pista de tierra, por la que vamos atravesando pequeñas zonas de bosque |
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Tomando de referencia las marcas rojas y blancas del GR.1
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Deteniéndonos un instante para ver las curiosas formaciones conocidas como, las Ripas Altas |
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Donde tirando de zoom, también podemos ver los Mallos de Riglos y la Peña Gratal |
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De vuelta a la pista principal, descendemos hasta el Collado del Correo |
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Donde abandonamos el GR.1, que desciende hacia Biel y cogemos el Camino del Correo |
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Por el que avanzamos durante medio kilómetro |
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Hasta llegar al inicio de la senda del Correo, por la que nos adentramos en el hayedo de la Bal |
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En el que nuestros sentidos, se deleitan ante tanta belleza |
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Parando en repetidas ocasiones, para disfrutar de este bosque mágico
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Que desemboca en el refugio de l'Artica
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Eduardo, aunque ya conozco la zona, tu relato me ha hecho recorrer de nuevo la tierra de mis antepasados.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola José Luis.
EliminarUna tierra bien maja, con mucho encanto, y además poco frecuentada, es la que es posible disfrutar de unos rincones preciosos.
Un saludo.
Hola Eduardo:
ResponderEliminarHas puesto dos veces el iframe de Wikiloc... ja ja jaaaa
Como nos tienes acostumbrados el reportaje fotográfico es una maravilla, al igual que la ruta que has realizado. Los bosques que nos enseñas tienen que ser una delicia caminar por ellos. A ver si algún día nos animamos y nos desplazamos hasta Zaragoza, para realizar alguna de tus rutas.
Saludos.
Hola Eulogio.
EliminarPues salvo despiste, los dos iframe que salen, uno es de wikiloc, y el otro de googlemaps.
Gracias por tus palabras, si alguna vez venís por estas tierras, la Sierra de Santo Domingo, es un buen lugar para descubrir, además se encuentra cerca de los Mallos de Riglos y los pirineos occidentales, así que da mucho juego.
Un saludo.
Caminando por sus sendas boscosas, subiendo y bajando por sus barrancos, descubrimos Luesia y, además, anotamos mentalmente futuros itinerarios que, poco a poco hemos ido realizando: la omnipresente Sierra de Santo Domingo, el escondido Pozo Pígalo y los vericuetos y desusadas sendas que los conectan. En suma, un lugar de hayedos, quejigos y barranqueras muy bello y a la mano de quien decida vivirlo.
ResponderEliminarSalud y Montaña, Eduardo.
Hola Carmar.
EliminarMaravilloso entorno esta Sierra de Santo Domingo, en la que hemos disfrutado y disfrutaremos de una riqueza forestal, que en pocas zonas de Aragón se da.
A ver si este otoño podemos volver y disfrutar del colorido, que está efímera estación nos proporciona.
Un saludo.
Hola Eduardo.
ResponderEliminarQue baño de bosque más bueno. Macho, hay de todo roble, haya, pino, carrasca, quejigo, tilo, buje y hasta un monumental tejo. Que gustazo de ruta, que me imagino que será como muy pronto de esta primavera pasada, no?
En fin, que buen granero de rutas, toda esa zona de prepirineo y que bonita es.
Un saludo.
Hola Toni.
EliminarPues si, un baño relajante en toda regla. Fue nuestra primera incursión por esta Sierra, que al estar a poco más de una hora de Zaragoza la íbamos dejando estar, pero que una vez descubierta, no hemos dudado en caminar por ella, en otras ocasiones.
Desde luego, el prepirineo, tiene zonas bien bonitas, que poco o nada tienen que envidiar al pirineo, y merecen por si solas pasar un fin de semana. Por ejemplo está Sierra de Santo Domingo, se puede complementar con los Mallos de Riglos, que están relativamente cerca, y sale un fin de semana redondo.
Esta la hicimos a finales de primavera, ahora en otoño tiene que ser una pasada, aunque bien es cierto, que no ha llovido.
Un saludo.
Hola Eduardo.
ResponderEliminarPreciosa ruta. Qué de variedad arbórea, ahora en otoño debe estar todo aquello muchísimo más bonito. Otra zona de hayedos que apuntar a la lista de hayedos a visitar en otoño, aunque como te comenté, crudo lo tengo, ya que en la época en la que más bonitos están estos bosques más me aprieta el curro y no me puedo escapar :-(
También me ha gustado lo despejadas que están las zonas más altas, permitiendo así que además de gozar del tránsito por los bosques hayáis tenido unas magníficas vistas.
Un saludo.
Hola Dani.
EliminarDe los dos hayedos que tenemos en la provincia de Zaragoza, para mi este de la Bal de Luesia, es más bonito que el de Peña Roya, principalmente por dos razones; apenas hay gente, y además es todo por sendero.
Yo llevo un año muy ajetreado con el trabajo, tampoco tengo muchos fines de semana libres, ahora tengo tres seguidos libres, así que aprovecharé para disfrutar del otoño en la Sierra de Santo Domingo, aunque como le dije a Toni, hace muchos meses que no llueve en condiciones.
Lo de las vistas, estas en lo cierto, toda la cresta que une los picos de esta parte de la Sierra de Santo Domingo, son una extensa loma, así que si el día está despejado, es un fantástico mirador.
Un saludo.