A escasos 50 kilómetros de la ciudad de Zaragoza, se encuentra la sierra de Algairén, un conjunto montañoso formando por pizarras y cuarcitas del cámbrico, situada en las comarcas de Campo de Cariñena y Valdejalón, constituyendo una pequeña unidad bien individualizada del Sistema Ibérico, siendo su punto culminante con 1276 metros, el pico Valdemadera.
Catalogada como LIC, dentro de la declaración de la Red Natura 2000, sus laderas se encuentran parcialmente revestidas de carrascales, mientras el resto han sido repobladas por diferentes especies de pinos (nigra, pinaster y halepensis), aunque también existen otras especies como romeros, jaras, enebros, alcornoques, robles e incluso una pequeña mancha de roble albar (quercus Petraea), que en latín significa, piedra, haciendo referencia a la dureza de su tronco.
Catalogada como LIC, dentro de la declaración de la Red Natura 2000, sus laderas se encuentran parcialmente revestidas de carrascales, mientras el resto han sido repobladas por diferentes especies de pinos (nigra, pinaster y halepensis), aunque también existen otras especies como romeros, jaras, enebros, alcornoques, robles e incluso una pequeña mancha de roble albar (quercus Petraea), que en latín significa, piedra, haciendo referencia a la dureza de su tronco.
Desde el cruce de caminos, comienzo a trotar durante poco más de cincuenta metros, por medio de un cortafuegos, hasta que a mano derecha, tomo la Senda de la Lechera, por la que me interno en el pinar, por un camino de tierra que rápidamente se transforma en una senda, perfectamente trazada, que de vez en cuando, atraviesa pequeñas zonas despobladas de vegetación, pasando por el mirador de la Val de Garzón, desde el que puedo comprobar la gran masa arbórea que cubre todo esta cara de la Sierra de Algairén, y el bonito contraste que ofrece con las llanuras del campo de Cariñena.
Absorto en el paisaje, el sonido de un disparo me devuelve a la realidad, durante unos segundos me quedo en silencio, hasta que dos nuevos disparos me ponen en alerta. A pesar de la hora que es, compruebo que al otro lado de la sierra, están realizando una batida de jabalíes, así, como de momento voy por la cara opuesta, decido continuar regresando a la senda, y a la carrera, me adentro definitivamente en el pinar de la Hermana, siempre en ligero ascenso, tan solo unos metros por debajo de la base de la cresta de la Sierra, que hace poco más de un mes, en compañía de Ángel y Marián, recorrimos cuando realizamos la integral a la Sierra de Algairén.
Tras algo más de kilómetro y medio, comienzo a descender, la senda se deja correr muy bien y poco a poco, me voy acercando al pico El Cortado, cuyo perímetro exterior se encuentra cercado, mientras sigo escuchando algún disparo, aunque cada vez más dispersos, hasta alcanzar la confluencia con la senda que baja desde la cresta de la Sierra, donde me encuentro, con una pareja que viene asustada al escuchar los disparos, les tranquilizo, explicándoles que en este lado están a resguardo y después. prosigo por la senda, por la que tras algo más de veinte minutos, llego al Collado de la Hermana.
En el collado, la senda gira 90º para evitar el vallado cinegético, que me impide continuar por el antiguo camino de Almonacid, por el que se sube a la Peña de la Hermana, que tengo justo enfrente y más adelante, al pico El Cortado, que no ofrece mayor interés, que sumar una cima más a la lista. Antes de seguir, me detengo un instante para echar un trago de agua, mientras corroboro que los disparos han cesado, así que a la carrera, comienzo a perder desnivel de forma rápida, por la espectacular Senda las Tiernas, por la que me adentro en un denso encinar, cuyas ramas se encuentran colonizadas por los líquenes.
En un pequeño claro, me detengo para disfrutar de las vistas hacia el Este, con el Pico Moncayo o San Miguel, como máximo protagonista, cuya cima ya se encuentra nevada, y hacia el Norte, la cercana Sierra de Vicort, en la que destaca la silueta del pico del Rayo, aunque sin duda el paraje que más me llama la atención, es el desconocido valle del Mesomero, que se encuentra en lo hondo, cubierto casi en su totalidad por una espesa masa boscosa.
Después, me adentro de nuevo en el maravilloso encinar, donde poco a poco la pendiente se va suavizando, pasando junto a los restos de las antiguas carboneras de la Val de Medollo, que recuerdan que la extracción de carbón vegetal en está zona, era uno de los principales oficios, como así lo atestiguan, las más de ciento cincuenta carboneras, que hay repartidas a lo largo de la sierra.
Siguiendo las marcas blancas y amarillas del PR-Z14, continúo el descenso hacia el valle del Mesomero, por un terreno de sube y baja, con el piso perfecto que permite la carrera, acercándome poco a poco al fondo del valle, donde el bosque comienza a clarear, hasta alcanzar el valle de Tiernas, que en esta zona recibe varios nombres, como valle del Mesomero e incluso el valle del Amor, debido a que en los años noventa, una comuna hippie, intento establecerse en esta zona.
Desde el Cuello San Garbá, inicio la circular por medio de un cortafuegos, por el que rápidamente |
Enlazo a mano derecha, con la senda de la Lechera |
Por la que voy alternando tramos de pinar |
Con algunos claros, en el que se ubica, el mirador de la Val de Garzón |
Hasta que sobre la cota 950 m, me adentro definitivamente en el pinar de la Hermana |
Por el que en suave descenso, me voy acercando al pico El Cortado |
Y tras algo más de veinte minutos, llego al Collado de la Hermana |
En el collado, la senda hace un giro de 90º, que evita un vallado cinegético |
Y ya, a la carrera, inicio un bonito descenso |
Por el que me adentro, en un espectacular bosque de encinas |
Que de vez en cuando clarea, disfrutando de las vistas hacia el Moncayo |
Y la sierra de Vicort, aunque sin duda, destaca en lo hondo, el valle del Mesomero |
Hacia el cual desciendo |
Adentrándome definitivamente en el encinar |
Por el que llego al Valle del Tiernas, también conocido como Valle del Mesomero o del Amor |
Nada más llegar al valle, abandono la senda principal que se dirige a la Fuente de la Teja, para enlazar con el PR-Z15, donde continúo por la senda del Mesomero, que se difumina en un labrado, para hacer acto de presencia, tras cruzar el cauce seco del barranco de Valdevillar, que discurre paralelo al camino que da acceso a La Casa de la Viuda de Don Pablo Gil.
Nada más dejarla atrás, la senda desemboca en el camino de Alpartir, por el que avanzo a la carrera, por el bonito bosque de Mesomero, donde las encinas conviven con varios grupos de serbales, fresnos y arces de Montpellier, que son regados por las cercanas aguas del río Tiernas.
Casi en el ecuador del recorrido, alcanzo el área recreativa de la Fuente la Jordana, que al ser una fuente natural, depende mucho de las lluvias, por lo que tras un otoño escaso en precipitaciones, apenas baja un hilillo de agua, aunque el entorno sobre el que se sitúa es maravilloso, así que aprovecho para comer y echar un trago, ya que, después, tengo que superar en apenas tres kilómetros, más de quinientos metros de desnivel positivo.
Con energías renovadas, regreso al camino principal, por el que sigo a la carrera durante medio kilómetro, por un terreno de falso llano, entre medio del encinar, hasta que alcanzo una bifurcación, marcada en su entrada con una estaca, situada junto a un cartel rojo de”propiedad privada”, que me impide seguir por el camino de Alpartir, así que abandono el camino, para coger la Senda del Mesomero, por la que en suave ascenso, me interno en el espectacular bosque del Mesomero, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PR-Z15, que no dejaré hasta el Collado del Tío Francisco.
A medida que voy ganando desnivel, la pendiente se acentúa, sobre la cota 1000 m. comienzan hacer acto de presencia las primeras manchas de roble albar (quercus petraea), una especie escasa en Aragón, que suele ubicarse entre los 900-1400 m. y que a pesar de estar a finales del otoño, todavía conservan parte de sus hojas, aunque muchas de ellas, ya se encuentran en el suelo, cubriendo la senda.
Como la extensión del robledal, no es muy grande, avanzo despacio disfrutando del entorno y de las últimas pinceladas del otoño, mientras poco a poco, los robles van dando paso a las encinas, cuyas ramas en este tramo también se encuentran colonizadas por los líquenes, lo que en biología es conocido como "la seca", que también se produce en otras especies como alcornoques, quejigos y rebollos.
Cerca del collado, la pendiente se endurece, el esfuerzo comienza a notarse, así que quito una capa de ropa, me quedo con la térmica y continúo el ascenso caminando, hasta salir del bosque, donde ya puedo ver el collado del Tío Francisco, al que llego en un par de minutos, que hace de límite natural entre el Campo de Cariñena y la Comunidad de Calatayud.
Nada más llegar al valle, abandono la senda principal y enlazo con el PR-Z15 |
Que va paralela al camino de acceso (privado) a la Casa de la Viuda de Don Pablo Gil |
Hasta que desemboca en el Camino de Alpartir |
Por el que avanzo a la carrera, por el bonito bosque de Mesomero |
Donde las encinas |
Conviven con varios grupos de serbales, fresnos y arces de Montpellier |
Hasta alcanzar el área recreativa de la Fuente la Jordana, en la que me detengo unos minutos |
Después, regreso al Camino de Alpartir |
Por el que continúo durante medio kilómetro, hasta llegar a una bifurcación |
Donde tomo la senda del Mesomero y me interno en el bosque |
Y sobre la cota 1000 m., comienzan a aparecer las primeras manchas de roble albar |
Que a pesar de estar a finales del otoño, aun conservan parte de sus hojas |
Aunque, como la mancha no es muy extensa, las encinas vuelven a colonizar el entorno |
Y una vez fuera del bosque, ya puedo ver el Collado del Tío Francisco |
Desde
el collado, parten varios itinerarios. Como el PR-Z15 se dirige
hacia el Raso de la Cruz, ahora voy a seguir por uno de sus ramales, el PR-Z15.1, que va al Cerro del Espino, segundo objetivo del día, así, que, como este tramo es más llevadero, a la carrera sigo hacia el Norte, tomando de referencia
las marcas blancas y amarillas, remontando una corta pero fuerte
rampa, por la que alcanzo el altar, en el que todas las navidades,
el Club Montaña Pirineos monta un pequeño belén.
Superado
este pequeño repecho, inicio el descenso entre carrascas, rodeando
la montaña, por cómodo sendero de tierra, por el que rápidamente
alcanzo el collado del Cuervo, donde el sendero converge en una pista
rodada, por la que avanzo durante un centenar de metros, hasta que tomo a mano izquierda, el
sendero de la Cresta de la Sierra, adentrándome de nuevo en el pinar, por un terreno de falso llano.
Chino a chano, voy ganando desnivel, atrás, voy dejando el pinar, que tan buena sombra me ha ofrecido, una vez fuera, ya puedo ver la cima del Cerro del Espino, que pese a su cercanía, aún queda lejos, ya que este último tramo es bastante tendido, así que antes de afrontar los últimos repechos, troto durante unos minutos por la llanura, hasta que comienzo a ascender, ahora ya caminando, contemplando las vistas que a uno y a otro lado me ofrece esta sierra, mientras alcanzo la primera loma, que, aunque a lo lejos parece la cima, tan solo es una primera elevación, desde la que observo como un grupo de bikers, ascienden desmontados la última rampa.
Con la cruz de forja que marca la cima del Cerro del Espino, ya a la vista, desciendo a la marcheta, aumento el ritmo para afrontar la última rampa, donde la pendiente se acentúa, paso a los bikers y casi a la par, coronamos la cima del Cerro del Espino, que, con sus 1188 m., es una de las principales cimas de la Sierra de Algairén.
Aprovechando que tengo compañía en la cima, me hago una fotografía junto a la cruz de forja, con el Pico Moncayo como telón de fondo, mientras disfruto de las vistas hacia el Sur del Pico Valdemadera y al Norte del Valle del río Grio, que tengo pendiente de visitar.
Con la cruz de forja que marca la cima del Cerro del Espino, ya a la vista, desciendo a la marcheta, aumento el ritmo para afrontar la última rampa, donde la pendiente se acentúa, paso a los bikers y casi a la par, coronamos la cima del Cerro del Espino, que, con sus 1188 m., es una de las principales cimas de la Sierra de Algairén.
Aprovechando que tengo compañía en la cima, me hago una fotografía junto a la cruz de forja, con el Pico Moncayo como telón de fondo, mientras disfruto de las vistas hacia el Sur del Pico Valdemadera y al Norte del Valle del río Grio, que tengo pendiente de visitar.
Desde la cima, tan solo me queda descender hasta el Cuello San Garbá, así que me despido e inicio el descenso por buen sendero, entre pequeños mantos de carrascas, por el que alcanzo el collado del Espino (cota 1150 m.), donde el sendero se bifurca en dos: hacia la izquierda se puede recorrer toda la Cresta de la Sierra, hasta el Collado de la Hermana, pero hoy, continúo por el sendero principal, tomando de referencia las marcas blancas y amarillas del PR-Z15.1, con vistas a las llanuras del Campo de Cariñena, por el que me interno de nuevo en el pinar.
Poco a poco, la pendiente se acentúa, el sendero comienza a tener mal piso, ya que se encuentra descompuesto, con mucha tierra, por lo que me toca extremar las precauciones, aunque aun así, no puedo evitar dar algún que otro patinazo y a medida que voy perdiendo desnivel, el pinar va quedando atrás, el sendero, se transforma en camino y unos metros más adelante, en un claro cortafuegos, por el que desciendo hasta el Cuello San Garbá, donde tras un par de horas, cierro está bonita circular, por el desconocido valle del Mesomero.
Desde el Collado del Tío Francisco, continúo a la carrera hacia el Cerro del Espino (PR-Z15.1) |
Hasta alcanzar el Collado del Cuervo, donde el sendero converge en una pista rodada |
Por la que desciendo durante cien metros, hasta alcanzar un cruce |
Donde cojo a mano izquierda, el sendero de la Cresta de la Sierra |
Una vez fuera del pinar, ya puedo ver la cima del Cerro del Espino, a la que me acerco a la carrera |
Hasta alcanzar la última loma, donde la pendiente aumenta |
Coronando a la par, con un grupo de bikers, la cima del Cerro del Espino, desde la que me fotografío con el Moncayo de fondo |
Mientras disfruto de las vistas hacia el Sur del Pico Valdemadera |
Y al Norte del Valle del Río Grio |
Tras el descanso, inicio el descenso con la vista puesta en la Cresta de la Sierra |
Hasta llegar al collado del Espino, donde el sendero se bifurca en dos, tomando el ramal por el que discurre el PR-Z15. |
Desde el que observo las llanuras del Campo de Cariñena y me adentro |
En el pinar durante unos minutos, en el que a medida que desciendo |
La pendiente va aumentando, saliendo del bosque y enlazando con el cortafuegos, por el que llego al Cuello San Garbá |
La Sierra de Algairén tiene alguna sorpresa, como la del Valle de Mesomero y su robledal, para el inquieto que desea descubrirlas.
ResponderEliminarMuy buen recorrido el que hiciste yendo y enlazando varios de los puntos de más interés de la zona.
Salud y Montaña, Eduardo.
Hola Carmar.
EliminarTan cercana, y tan poco visitada, desde luego es un placer poder disfrutar de esta sierra, en casi soledad.
En breve quiero volver, y seguir descubriendola!
Un saludo.
Hola Eduardo.
ResponderEliminarUnos lugares bien majos y sobre todo bien cercanos a casa, una suerte que estén allí.
Gracias por compartirlo¡
Fer
Hola Fer.
EliminarPues si Fer, a media hora en coche de la ciudad, y además con la ventaja, de que hay mucho bosque, cosa que se agradece en esta tierra, donde la estepa predomina.
Un saludo.
Hola Eduardo.
ResponderEliminarPues si me dices que solo lo tienes a media hora de casa, es todo un privilegio, ya que de parece una zona idónea para darte tus caminatas refugiado en esos robledales y encinares tan frondosos y bien conservados. No todo va a ser siempre cimas rocosas y angostos desfiladeros, jejjeje, además de cara al agobiante verano que se nos presenta esos bosques ganan muchos enteros para ir por ellos.
Un saludo.
Hola Toni.
EliminarYo que vivo en un pueblo a dos minutos de Zaragoza, me libro de cruzar la ciudad, así que en veinte minutos me planto en esta bonita sierra, que además pese a estar a un tiro de piedra de la ciudad, a pocas personas te sueles encontrar.
La verdad que es una gozada, si algún día subes del pirineo, y tienes tiempo, date una vuelta porque la tienes al lado de la autovía.
Un saludo.