martes, 28 de diciembre de 2021

Subida al mirador de la Plana, vértice geodésico Salinas, barranco de la Sal y barranco de la Morera, desde Cadrete


L
a gran depresión lacustre del Ebro, se formó en el Terciario, debido al surgimiento de los Pirineos, el Sistema Ibérico y las Catalánides. La cubeta endorreica, una vez se colmato con los aportes de sedimentos, que los ríos arrastraron desde los relieves circundantes, se abrió al mar, comenzando el río Ebro y sus afluentes, una nueva fase erosiva, moldeando un terreno que ha derivado en un paisaje, que hoy se conoce como muelas, cerros testigos o anticerros.

Las muelas, son relieves estructurales tabulares, que se han formado a partir de distinta respuesta a la erosión, de los materiales que las conforman. Corresponden con el techo o la máxima altura, que alcanzaron los sedimentos, depositados en la cubeta terciaria del Ebro.

Posteriormente, el río Ebro y sus afluentes, fueron seccionando e individualizando, está gran plataforma, creando distintas muelas. Así, en el centro de la depresión del Ebro, encontramos unas cuantas, de estas planas o muelas, como la del Castellar (744 m), La Plana de Zaragoza (695 m) y la Muela 627 m).

Estas zonas, se caracterizan, por una intrincada red de barrancos encajados, ramificada y bien estructurada, con largos ramales principales a los que desaguan otros secundarios, en los que se puede apreciar, dependiendo de la altitud, una importante variación de suelos y flora. En las zonas altas, cercanas a la Plana, se extiende el típico bosque mediterráneo, que, en las zonas bajas, da paso, a especies arbustivas y plantas, amantes de los yesos.

Para la jornada de hoy, voy a subir al mirador de la Plana y al vértice geodésico Salinas, que se encuentra a tan solo unos metros, para disfrutar de las cimas nevadas del entorno de la ciudad (si las nubes lo permiten), regresando por el barranco de la Sal, en el que se ubica una pequeña mina de sal, que en el pasado fue explotada.


 

Como planificar una actividad lejos de la ciudad, es complicado, me acerco con la furgoneta hasta Cadrete, donde estuve hace un par de días y aparco, junto a la tapia del cementerio.

El día, es desapacible, ha salido el sol pero sopla el cierzo, así que rápidamente comienzo a caminar, hasta enlazar con la pista que sube al mirador de la Plana, que, en sus primeros compases, va trazando lazadas, en las que me detengo a observar Cadrete con la Plana del Lobaco y la sierra de Guara, mientras de frente, asoma la torre del castillo de Qadrit, de origen islámico, mandada levantar por Abderramán III en el año 935, con motivo del asedio de Saraqusta.

A medida que voy ganando desnivel, la pendiente se acentúa, las curvas dan paso a una larga subida: la cuesta del vertedero, asfaltada, con rampas del 10%, que en bicicleta hacen sudar la gota gorda, pero caminando, se sube bastante cómodo protegido del viento, hasta alcanzar la confluencia del camino que viene del castillo de Qadrit, donde el asfalto da paso a la tierra, que me acompañara durante el resto de la ascensión.

Tras acometer una zona de falso llano, la pendiente de nuevo se acentúa, camino por la cuesta de Juan Vela, con una pendiente del 8%, en la que me acerco a los límites de la pista, donde me fijo en los detalles, en este caso de la flora, con la localización de un Nopal Rastrero, más típica de zonas desérticas que esteparias, aunque también capta mi atención, la infinidad de barrancos que surcan Las Planas, mientras las cogulladas Montesinas, se posan cerca.

Superado el tercer repecho, la pista da un respiro, atravesando una zona de falso llano durante casi un kilómetro, hasta que poco a poco, mediante varias lazadas, voy ganando suavemente desnivel, alcanzando la última subida con una pendiente media del 7,4%, donde observo la primera línea de aerogeneradores, que marcan el final de la subida, por lo que avanzo tranquilamente disfrutando de las vistas hacia los barrancos que desembocan en María de Huerva, con el cabezo Sillón (602 metros) y la sierra de Algairén de fondo, en el que claramente se aprecian los contrastes que ofrece está zona en tan poco espacio: por un lado pequeñas manchas de bosque Mediterráneo y por otro, la estepa.

Cuando apenas ha transcurrido una hora, alcanzo el mirador de la Plana, un excelente mirador, donde en las tarde de verano, la gente sube en coche para ver el atardecer, aunque hoy, me reciben unas fuertes rachas de viento (cierzo), por lo que apenas me detengo un instante, para observar las sierras de Alcubierre, Guara y Gratal.

Dejo el coche en las tapias del cementerio e inicio la ascensión, que en sus primeros compases, va trazando lazadas
En las que me detengo, para observar Cadrete con la sierra de Guara
Y la Plana Lobaco de fondo
Mientras de frente, asoma la torre del castillo de Qadrit, mandado construir por Abderramán III en el año 935
A medida que voy ganando desnivel, la pendiente se acentúa, llegando a la cuesta del vertedero, con rampas del 10%
Hasta llegar a la confluencia del camino del castillo, donde avanzo por un terreno de falso llano
Que da paso a la cuesta de Juan Vela, con una pendiente del 8%
En la que me detengo en la orilla, para observar los detalles, como el de un Nopal Rastrero
Aunque también captan mi atención, la infinidad de barrancos que surcan Las Planas
Mientras la cogulladas Montesinas, se posan cerca
Superado el tercer repecho, la pista da una tregua, atravesando una zona llana, hasta que poco a poco
Vuelvo a ganar desnivel, alcanzando la última subida, con rampas del 7,4%, por lo que avanzo tranquilamente
Disfrutando de las vistas a los barrancos de la zona, en el que destacan el Sillón y la sierra de Algairén de fondo
Una hora más tarde, alcanzo el mirador de las Planas, que ofrece unos atardeceres del Moncayo, espectaculares!
Aunque hoy, cubierto por las nubes, tan solo puedo disfrutar de la sierra de Alcubierre
La sierra de Algairén, con una buena capa de nieve (Fragineto y Tozal de Guara)
Y la sierra de Gratal, en la que destaca la Peña Gratal

Luego, me dirijo a probar suerte al vértice geodésico Salinas, que intuyo estará algo más protegido de las acometidas del cierzo, al que me acerco, caminando por una trocha que bordea un campo de labranza, hasta alcanzar el vértice "no oficial", desde el que 
visualizo prácticamente cubierto por la nieve, la sierra del Moncayo.

Para la vuelta, en vez de regresar por la pista, como hice hace un par de días, la voy a realizar por el barranco de la Sal, así que, continúo bordeando el campo, observando el entramado de barrancos, donde en la parte intermedia, justo en las lindes del pinar, localizo el hombro donde se fusionan las sendas del Nisupu, que recorreré parcialmente, para enlazar con la bajada al barranco de la Sal.

Unos metros más adelante, entre dos pinos, localizo la entrada a la senda del Nisupu, pero antes, me acerco hasta el vértice geodésico Salinas (oficial), que se encuentra a un centenar de metros, para acto seguido, regresar sobre mis pasos e iniciar el descenso por la senda del Nisupu, sencilla pero con el piso descompuesto en la parte inicial, con algunos escalones, que conviene tomárselo con tranquilidad, alejándome de ella en algunos puntos, para asomarme a los puntales, desde los que disfruto de las vistas, ahora parciales, ya que las nubes han tapado el Moncayo, incorporándome de nuevo a la senda, que unos metros más abajo, sale del pinar.

En este punto, para el que no conozca la zona, puede ser uno de los lugares claves del recorrido, ya que la senda desemboca en las crestas del Nisupu, un entramado de sendas que unen los principales barrancos de la zona, como el de la Morera (izquierda), Enmedio (centro) y la Sal (derecha), que aguas abajo se acaban fusionando en el barranco de la Morera, así que tomo el ramal de la derecha, por lo que continúo caminando por una bonita senda a media ladera, observando el profundo tajo que ha formado el barranco de Enmedio, que tiene un desarrollo bastante corto.

Tras un giro a la izquierda, la senda enfila este bonito tramo de cresta, que no ofrece mayor dificultad, que ir atento a la senda de bajada al barranco de la Sal, aunque en caso de no localizarla, siguiendo la cresta, está desemboca en la unión del barranco de la Salina con el de la Morera. Mi mayor temor, es que siempre he realizado este tramo del recorrido en ascenso, hace mucho tiempo que no vengo por aquí y no sé, si será fácil localizar la senda de bajada, así que voy despacio, revisando con la mirada un par de trochas, que parecen no tener continuidad.

Sobre el kilómetro 6.5 (cota 500 metros), observo una senda bien definida que baja por un hombro hasta el fondo del barranco de la Sal. Antes de bajar directamente, camino un poco más, para ver si está marcada la entrada, cosa que ratifico un poco más abajo, al localizar la entrada de la senda, marcada con un hito y un palo en medio, así que abandono la cresta, para iniciar un corto pero pronunciado descenso, que en poco más de dos minutos, me deja en el interior del barranco de la Sal, donde continúo caminando por una senda que atraviesa una densa vegetación, hasta alcanzar un recodo del barranco, en el que se ubica la Mina de Sal, que no es más que una cueva con poco desarrollo, cerrada con un murete de piedras, en cuyo interior, hay un manantial que ha formado una pequeña laguna.

De la existencia de esta mina, apenas hay datos y lo poco que se sabe, es por tradición oral. Se intuye, que la explotación de esta mina era solo para el uso local y que la mina como tal nunca existió, ya que todo apunta a que es una oquedad natural, debido a que el valle del Ebro, hace más de 20 millones de años, estuvo ocupado por un gran lago salino, donde se depositaban yesos, sal gema y otras sales.

Para extraer la sal, se construyo un horno en el interior de la cueva, donde se echaba el agua en un caldero de cobre (este caldero existió hasta los años 70, cuando los quintos de ese año, lo robaron para vender el cobre y hacer una merienda), se evaporadora el agua, obteniendo de esta forma la codiciada sal, que no hay que olvidar, que la palabra salario tiene sus raíces en la palabra sal, ya que, en la época del Imperio Romano, a los soldados y funcionarios públicos, se les pagaba con sal, un producto muy valioso y apreciado.

Luego, me dirijo a probar suerte al vértice geodésico "no oficial"
Caminando por una trocha, que rodea un campo de cultivo, hasta llegar al vértice
Desde el que visualizo cubierto por la nieve, la sierra del Moncayo, para acto seguido
Continuar rodeando el campo, observando el entramado de barrancos
Hasta alcanzar la entrada a la senda del Nisupu y unos metros más adelante, el vértice geodésico Salinas
Después, regreso sobre mis pasos e inicio el descenso por la senda del Nisupu
Con una buena pendiente, el piso roto y varios escalones, que me tomo con tranquilidad
Asomándome a las puntas, para disfrutar de las vistas
E incorporándome de nuevo a la senda, que nada más salir del bosque, enlaza con las cresta del Nisupu
Un entramado de sendas, donde tomo el ramal de la derecha, por la que camino a media ladera
Observando el tajo que ha formado el barranco de Enmedio, que tiene un desarrollo bastante corto
Tras un giro a la izquierda, la senda encara el filo de la cresta, sencilla sin más dificultad
Que ir atento a la senda de bajada al barranco de la Sal, cuya entrada localizo marcada con un hito y un palo.
Por la que desciendo al barranco de la Sal
Una bajada corta pero muy directa, por la que llego al lecho del barranco
Por el que avanzo, hasta llegar a un recodo, donde se ubica la mina de Sal
En cuyo interior, se ha formado una pequeña laguna, alimentada por un manantial

Tras realizar unas fotografías al contraluz, regreso al lecho del barranco, por el que avanzo, observando como bosque mediterráneo de la parte alta, ha dado paso ya a un terreno salpicado de especies arbustivas como romero, tomillo o el asnallo, un endemismo ibero-norteafricano, amantes de los yesos, que es un mineral cuya denominación química es sulfato cálcico, o sea, sal, que cristalizado se encuentra repartido por todos estos barrancos.

Unos metros más adelante, el barranco desemboca en el ramal principal, el barranco de las Salinas, que, a pesar de llevar un poco más de agua, camino con facilidad, evitando las zonas más embarradas, aunque hoy seguro que no me libro de darle un agua a las zapatillas, observando las diferentes formas que ha ido esculpiendo los elementos en la roca, hasta que cerca de la desembocadura en el barranco de la Morera, alcanzo un resalte de varios metros, seccionado en dos, que salvo por un sendero que va por la margen derecha, por el que desciendo hasta alcanzar el barranco de la Morera.

Este barranco, recibe la aportación de los principales barrancos de la zona, habitualmente, no lleva agua o muy poca, por lo que se puede caminar por el hasta su desembocadura, aunque hoy, después de dos semanas lloviendo, este tramo que ahora toca superar, estará bastante embarrado y las pozas de recepción de un par de resaltes, tendrán agua, así que, en cuanto puedo, abandono el barranco para tomar un sendero a mano derecha, por el que camino por la parte superior, observando los estratos de las paredes que cierran el barranco, para acto seguido, bajar de nuevo al cauce.

Salvado este pequeño tramo, continúo caminando por el lecho del barranco de la Morera, que atraviesa un espectacular cañón, que recuerda a los paisajes del Far West americano, donde evito acercarme a las paredes, ya que es fácil, que pueda producirse algún desprendimiento, así que avanzo fijándome en las rocas, para descubrir varios petroglifos que alguien ha cincelado en la roca.

Poco a poco, las paredes van perdiendo altura, síntoma, de que estoy llegando a la desembocadura en el río Huerva. En vez de coger el camino que paralelo al río, que une María de Huerva con Cadrete, justo a la salida del barranco, a la altura del castillo de Al-Marya, tomo una senda por la que bordeo la base del Cabezo de los Mojones, en la que desembocan otros barrancos secundarios, que otro día, tengo que investigar.

Unos metros más adelante, la senda desemboca en las afueras de Cadrete, donde callejo hasta alcanzar el cementerio, dando por finalizada esta bonita circular, que si bien la subida por las Planas, solo ofrece el interés de disfrutar de las vistas, cualquiera de los senderos que las surcan, merecen la pena.

Tras realizar unas fotografías, regreso al barranco, por el que avanzo, observando como el bosque Mediterráneo
Ha dado paso, a un terreno estepario, rico en yesos, que se encuentran cristalizados, a lo largo de estos barrancos
Hasta desembocar en el barranco de las Salinas, que a pesar de llevar un poco más de agua, camino con facilidad
Evitando las zonas más embarradas, mientras disfruto de las formas que los elementos han esculpido en las rocas
Alcanzo un resalte, que salvo por un sendero , por el que desciendo hasta el cauce del barranco de la Morera
Que recibe las aportaciones de los principales barrancos, así que este tramo intermedio, lo salvo por un sendero
A mano derecha, que va por la parte superior, donde observo los estratos de las paredes que cierran el barranco
Al que desciendo de nuevo, para caminar por el lecho
Evitando ir cerca de las paredes, ya que es fácil, que pueda producirse desprendimientos
Pero atento a las rocas, en la que se han cincelado
Varios petroglifos
Poco a poco, las paredes van perdiendo altura, síntoma de que estoy llegando a la salida del barranco 
En vez de continuar por el camino, nada más salir del barranco, tomo una senda a mano derecha
Por la que rodeo la base del Cabezo de los Mojones
En la que desembocan otros barrancos secundarios y unos metros más adelante
Llego a las afueras de Cadrete, donde callejo hasta alcanzar el cementerio, cerrando la circular

Mis tracks en Wikiloc